viernes, 3 de julio de 2009

Maldición II

Pasan días de cierta calma. Pero es la calma que precede a la tempestad según se dice.
Pues la maldición sigue su lento y tortuoso camino.
Suspira. La ira y el rencor le consumen tan lentamente el corazón, que le desgasta las fuerzas...
Observa la negrura de la maldición en su mano, su brazo y parte del pecho.. Sonríe amargamente y decide que ya es hora de hacer algo...
Tiene un cuchillo en la mano y se lo esconde en la manga. Sale a la calle y cuando hace ver que tropieza con una persona, le clava el cuchillo en las costillas. La víctima ve téntaculos espirituales en el brazo de su agresor, pero ya no puede hacer nada... Y yace muerto en el suelo.

Esto es lo que deseo, esto es lo que desea mí cuerpo y mí alma, piensa.
Una mujer lo ha visto todo... y se da cuenta de ello. La chica huye y la persigue sin descanso...
Hasta que la alcanza, la para y la deguella como se deguella a un cerdo... Limpiamente.. Sin vacilación.
Esta vez no hay nadie, solo él. Se hecha a reír y a correr. Debe pensar, recordar... Vuelve al parque en el que se encontró al adolescente y recuerda eso con odio. No odio hacia el chico, sino odio hacia los otros.

¿Cómo permite esto la sociedad? Se pregunta.. Pero ya sabe que nunca obtendrá respuesta...
La buscó todos esos años, antes de estar maldito, y ahora si tubiera una respuesta se daría cuenta que ya no le serviría de nada.

Llora y ríe a la vez. No está contento, no está satisfecho con esas muertes...
Tira el cuchillo y no lo ve caer. Le da igual si lo encuentran. Porque nadie podía pararle. Ya no.
Tiene nuevas fuerzas, pero son demasiado pocas.

Empieza a sudar y respira entrecortadamente...
Está débil...



Pronto la maldición lo matará...

miércoles, 1 de julio de 2009

Maldición

Se encuentra apoyado en la pared. Observando como pasa la gente por la calle, como juegan los niños, como pasan los coches y camiones. No le gusta lo que ve...
Sobre su cuerpo y alma pesa una maldición. Le corroe el odio, las ganas de vengarse...
Algún día morirán, piensa.
Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y se podía ver que en uno de ellos era de color de ébano. Todo el brazo menos el resto del cuerpo. Pero en los próximos días moriría consumido y se convertiría en algo que deseaba con fervor. Pues así tendría más fuerza...
Se convertiría en un monstruo de lo peor... Los humanos ya son monstruos de por si, pero, pocos llegan alcanzar lo que éste está alcanzando...
No moriría en el acto, sino que morirá lleno de agonía, de dolor y por desgaste de energías.
Se cansa de estar así y se pone a caminar lentamente. Todo recto hay un parque y cuando llegó allí se puso a recordar...

Se veía a él mismo de niño jugando solo en la arena... y también veía que aunque estubiera solo el niño sonreía. Pero ahora sus sonrisas eran amargas como las lágrimas.
Sus ojos lagrimean y se enfurece más. También va notando como su maldición se extiende por su cuerpo, de como la negrura avanza....
Más adelante ve como unos adolescentes se ríen de otro que no puede defenderse...
Va hacia ellos corriendo enfurecido y cuando llega empuja salvajemente a los adolescentes menos al que recibía las burlas.


Cuando ya se han ido, mira al jóven. Está asustado. Se le notaba en la mirada...
-Gr... gracias... - susurró el adolescente.
No contesta, simplemente le mira y recuerda aquella época en el que también le pasaba eso y se puso a caminar de nuevo. Pasando de largo del jóven. No podía decirle nada... No le salían las palabras. Pero se dio la vuelta y se dirigió otra vez hacia el chico, le tendió la mano y éste se la apreto sin ganas. Sonrió amargamente. Se dio la vuelta de nuevo y siguió su camino.
Sigue pensando y de caminar. No tiene ningún destino, solamente desea la venganza y el olvido... pero no quiere olvidar. El odio le hace fuerte, demasiado fuerte...

La maldición se extiende por parte del pecho y no lo mira horrorizado, sino con una loca alegría...