domingo, 31 de enero de 2010

Pensamientos de un personaje demasiado cobarde..

No tengo sueños, pero sí deseos. Tal vez, sean lo mismo, tal vez, no lo sean.
Un todo no puede significarlo todo, hay que especificar porque entonces puede serlo todo.
Deseos de una vida normal, pero nada es normal, al menos no tan normal como debería ser o debería parecer.

No es una vida normal la que lleva este personaje. Tantos deseos de ser incomprensibles, de ser inalcanzables. Resulta frustrante, demasiado molesto no hacerlos realidad. Porque resulta demasiado difícil, porque ya ha perdido demasiado y vive en el pasado como para querer un futuro. Simplemente no sabe qué ha de hacer. Se pregunta qué hará, cómo lo conseguirá...

Pero pronto cambia de idea, quedarse donde está, porque es lo único que conoce. Sufre, y aún así quiere y no quiere lo que desea. Lucha y deja de luchar, huye y ataca, atacar y huir. Sólo conoce eso. Y... sin embargo, se deja vencer por las circunstancias, lo sabe.

Se inmola así mismo, se hace daño así mismo, también lo sabe. Todo resulta tan frustrante, tan molesto...


Que a veces le gustaría optar por el suicidio, pero resulta ser demasiado cobarde o demasiado valiente como para hacerlo.


Si al menos... algo... fuera... más... fácil..., piensa.
Pero nada resulta fácil, esto no es un juego de ordenador, donde puedes elegir la modalidad de dificultad. Esto es la vida real.

sábado, 30 de enero de 2010

Me iluminabas el rostro.
Iluminabas mis ojos con una llama vívaz.
Te miraba de reojo y no directamente.
No me atrevía simplemente.

Veo tu espíritu, triste y sin consuelo.
Veo através de tus ojos y no me gusta lo que veo.
Sin nadie ni nada que te ilumine.
Sólo la oscuridad que te rodea.

Pienso y pienso, pero no se me ocurre nada que te pueda consolar.
Quiero tenerte, alcanzarte y abrazarte, y besarte.
¡Pero no es posible!
Fuego y hielo.

Tan fría exteriormente, como la princesa de hielo que eres, tan cálida en tu interior como un hada de fuego.


Nada ni nadie te puede alcanzar...

Huida, resignación

Después del tierno beso, la muchacha de cabellos de plata se fue corriendo hacia su pueblo, se fue corriendo entre los árboles, cayéndose, haciendose cortes con el suelo, mezclando la tierra con la sangre.
Por su parte, el drow, se encogió de hombros y sonrió. Le sorprendió lo que hizo, pero de alguna manera, sabía que la muchacha reaccionaría así. Es mas, el pertenecía a una de las razas más malvadas y crueles de todo el planeta. ¿Cómo no esperar una reacción así? ¿Quién le aceptaría en un mundo lleno de prejuicios raciales? Aunque los elfos oscuros eran malvados, existía una colonia donde había elfos oscuros exiliados de sus ciudades subterráneas. Sabía de su existencia, pero no la ubicación. Las madres matronas recordaban a cada príncipe paje, a cada soldado y sacerdotisa que quien rompía las reglas o desobedecía una orden directa, serían: torturados de las peores maneras, exiliados o convertidos en draña, un ser con el torso de un elfo oscuro y el resto del cuerpo con forma de araña...
Tuvo suerte de escapar antes de que... le hubieran hecho eso.
Siguió oculto en el bosque, cazando animales para sobrevivir. Para cazar utilizaba una pequeña ballesta de mano, típica de los drows. Temía hacer un fuego por si alguien le descubría y le daban caza, pero así sería, dada su condición de elfo oscuro.

jueves, 28 de enero de 2010

Encuentro

La muchacha estaba bañándose en el río. Se sentía sucia e impura, pensó que el agua fría la purificaría.
Su cabello de plata le caía sobre los hombros, sus ojos ambarinos miraban al cielo estrellado. Todo el cuerpo, excepto la parte del cuello y la cabeza, estaba cubrido por las oscuras y frías aguas. Cuando salió del agua, oyó un sonido entre los árboles, sonidos de pisadas que se dirigían hacia donde estaba ella. Fue corriendo hacia sus ropas y cogió un cuchillo de los pliegues de su capa. Pensó que era más importante la defensa que el recato.

Su inesperado visitante no era más que un drow, un elfo oscuro, con su típica piel azulada, las orejas acabadas en punta y una cabellera blanca larga, recogida en una cola.
Él pareció sorprendido de ver a la humana desnuda y armada con un cuchillo. Aunque ella era más corpulenta no tenía tanta rapidez como el drow, considerados las criaturas más oscuras de este mundo. Él era más delgado, pero también alto, un poco más que ella.
El drow se le acercó lentamente, porque estaba maravillado de la belleza de la humana, de sus caderas, de sus pequeños senos, sus labios finos, su nariz pequeña y sobre todo su cabellera de plata, parecida a los cabellera de él.
La muchacha dió un paso atrás, y otro, y otro.
El elfo oscuro le dijo en su lengua que no le temiera, pero ella no le entendía. Así que ésta vez, el drow corrió hasta ella cogiéndola de los brazos y haciendo que tirase el cuchillo, la besó con ternura...

Olvidé ser lo que es ser yo

Pecados y errores me echan en cara. Me voy, como un desterrado.
Antes sabía quién era, ahora ya no, y sin embargo sigo vivo, cuando él está muerto.
¿Fue culpa mía? No lo sé, pero eso dicen.
Miro las estrellas por las noches con luna.
Él me dijo una vez que todos mis antepasados y él mismo estarían cuidándome. Ahora... lo empiezo a dudar, porque no creo en los ángeles, pero sí en los demonios; la gente de mal corazón, gente como yo... o eso pienso o me hacen pensar.




Tengo que volver, aclararlo todo y ocupar mi lugar...
Recordar quién soy...

martes, 26 de enero de 2010

El Sin Nombre

Soy humano, pero no como los demás. Yo... puedo ver el aura de la gente. Saber si es buena o mala, si tienen buenas intenciones o malas.
No tengo nombre, y me crié solo, viviendo de lo que podían ofrecerme las calles: ya sea robando o ofreciendo mi cuerpo, y no me arrepiento de haber hecho lo que he hecho. Sólo me arrepiento de una o más de una cosa: no haber tenido una família o haber nacido sin un nombre que merezca la pena para mí.

domingo, 24 de enero de 2010

La bestia, Zeirkrad

Soy humano, al menos, la mayor parte del tiempo. Alguien con el largo cabello despeinado, con un brillo amarillo en mis ojos normalmente verdes, cicatrices por todo el cuerpo, cortes...
Soy bastante alto, más que la mayoría de los hombres, de complexíon delgada pero fuerte, una boca grande, con unos incisivos anormalmente largos, brazos igualemente largos, con manos de dedos finos y largos, con piernas delgadas y musculadas.

Sorprendo a cualquiera, siempre estoy hambriento y por las noches de plenilunio cambio de forma. Me transformo en un gran lobo de pelaje negro, con una mancha blanca que parece una estrella de seis puntas. No he sido así siempre.

La licantropía se suele desarrollar en la adolescencia, pero siempre fui diferente, por muy humano que fuese de niño...
Sólo tengo veinte años, y pasará mucho tiempo antes de que llegue mi hora, si es que alguien llega a cazarme. Hay pocos licántropos, pero muchos cazadores. No sé si en mis ataques sobrevive alguien, porque sólo recuerdo lo que pasa vagamente... Tampoco sé si he convertido a alguien en licántropo, he matado a mucha gente desde los quince o catorce años. Víctimas de un lobo demasiado grande, piensa la gente.
Rumorean sobre antiguas leyendas de licántropos, pero muchos más piensan que son necedades. Por suerte, esto sólo pasa las noches de plenilunio, y no todas las noches.


Habla una leyenda de licántropos que se llamaban así mismos: Señores de los Lobos. Que no eran muy numerosos, pero que podían transformarse a voluntad propia en cualquier de las dos formas, la humana y lupina. Dice la leyenda que estos licántropos son realmente viejos, aun que tengan cuerpos jóvenes. Así que... si he de esperar, me convertiré con el tiempo en un Señor de los Lobos...

Memorias de Delozoriach

No podía sentirme atraído por una de mi raza, no... Tenía que ser, precisamente, una de mis enemigos raciales.
Ah, Gabriella. Tu pureza me ciega los sentidos, me ciega el instinto. El instinto que me hace ser la clase de criatura que soy: un demonio menor. Y, aún así, te vencí. Te perdoné la vida... por tu pureza, por tus movimientos gráciles y fluidos. Aquella pureza que tanto deseo, que me haces desear...

Sin embargo, piensas que somos diferentes, y aun que lo somos, a la vez no somos tan distintos. Oscuridad y luz, sí, pero se podría decir que nos complementamos. O eso creo yo.
Luz y oscuridad, oscuridad y luz; son enemigas, pero no tiene por qué ser así. Y, aun que lo tuviera me da igual. Porque no pienso matarte, no desenvainaré mi acero contra ti; pero tú, tan orgullosa como eres, quieres luchar y matarme. Gustosamente me dejaría matar. Vacilas y cuando te pregunto por qué... no contestas.

Eso es que... ¿sientes algo también? No tengo respuesta, pero algún día la obtendré de tu boca, de esa voz fría y tranquila, de esos labios finos y carnosos dispuestos a ser besados.
Te sonrojas cuando digo según qué cosas, cosas que... no tienen perdón a la ligera y tú... sólo te sonrojas...

Ah, eres un enigma.

sábado, 23 de enero de 2010

Vivir... sin... ilusión.

Venid, os explicaré cómo es vivir sin ilusión.
Me despierta un nuevo día y las cosas no pintan bien. El mayor castigo del hombre es que el corazón muera y el hombre siga vivo. Es una forma de expiración..
El camino es eterno y oscuro. ¿Y qué si estoy cansado? Eso son cosas mías. No quise mirar pero su imagen se quedó en mis ojos. Preferiría estar muerto, que vivir en este infierno...
Estoy seguro de mi derrota, porque este problema es como estar hasta el cuello de mierda. No hay quien baile en esta fiesta de espectros.
Sé... que... es... difícil ... seguir... viviendo... así. Quizás quise llorar por no haber acabado con todo. Fuí buscando una salida en busca de algo que me mantuviera distraído.
Tengo tanto miedo de que mi mundo estalle, que todo me condena. Todo cambia de color, no tengo amigos.
Se me hace un nudo en la garganta al mirar atrás. Hoy parece que el sol brilla, pero parece que las flores se marchitan...

jueves, 21 de enero de 2010

Plano espectral y los devoradores de almas...

Tantas almas hay por aquí, tantas almas para ser absorvidas, que cada vez uno de los nuestros se hace demasiado poderoso, pero no suelen durar mucho. Soy un devorador de almas y puedo moverme entre el mundo de la muerte y el de los vivos: el plano espectral y el plano material. No tienen mucha diferencia...
El plano espectral es físicamente igual al material, solamente cambia que no se puede mover ningún objeto, nada vivo se mueve, sólo los espíritus y los devoradores de almas, que no somos muchos...
Nos somos una raza muy prolífica... Además, tenemos dos formas: la humana y una medio cadavérica, una forma espantosa casi con aspecto de esqueleto pero con carne por todo el cuerpo, también tenemos tres garras por manos, y dos garras mayores por pies, y en la mandíbula superior dos colmillos, como los vampiros y a algunos de nosotros nos falta la mandíbula inferior...

miércoles, 20 de enero de 2010

Despertar en la nieve...

El lobo aúlla en la oscura noche.
Hace frío, y la nieve cubre todo el suelo, los árboles apenas tienen hojas. La escarcha lo cubre todo.
Él está tumbado en la nieve, sin ropa, con los ojos cerrados, como si estuviera en un gran letargo. Su piel era pálida, su cabello rubio y un poco rizado, las venas se le notaban como hilos morados en todo el cuerpo.
Sigue sumido en el letargo, en el sueño.
Sueña que está de pie en una aldea, con niños rubios corriendo alrededor de las casas de madera y paja, por las calles de barro y estiércol. Él va corriendo para reunirse con alguien que no recuerda, un vano recuerdo sin rostro, abraza a ése alguien y lo alza del suelo.
Pronto, abre los ojos de color verde, con un tono rojizo. No nota el frío, ya no está vivo. El sueño sólo ha sido una amarga ilusión del pasado. Un pasado al que le gustaría volver...
El estómago y la garganta le pedían algo, ya sabía el qué, e incluso notaba el olor a... sangre... de animales... y humanos... a lo lejos.
Las venas se le notaban cada vez más, sobre todo por el cuello y el rostro, los colmillos le habían crecido desmesuradamente, los ojos habían adquirido más el tono rojizo que su color natural, el verde.
Aun que a una persona normal, el frío la congelaría, él no era normal, ni si quiera estaba vivo, o sí... de alguna manera.
Estaba tan sediento...
Se puso a correr ágilmente entre los árboles. En pocas horas, llegó a las afueras de una aldea, que no era la de su sueño, y no recuerda dónde estaba aquella aldea...
Observando entre los árboles, vio como los aldeanos iban disfrazados con máscaras, bailando alrededor de fogatas, pero bastante abrigados...
Desde su nueva posición, detrás de un árbol, oía el los latidos de cada corazón, del recorrido de la sangre por las venas...
Se relamía los labios secos y cortados, imaginándose los cuerpos de cada muchacho y cada mujer...
Se internó de nuevo en el bosque, en busca de una nueva posición desde la que atacar...

domingo, 17 de enero de 2010

Amroth y Nimrodel

Oh, dama de cabello de plata,
que aquí yaces,
esperando al navío que zarpó.

Tan enamorada estabas de los bosques,
de las praderas y ríos,
que el navío de Amroth zarpó.

Amroth, tan desesperado estaba por encontrarte,
que saltó al agua salada,
nadando como un cisne blanco en las oscuras aguas.

Y tú, tan enamorada de los bosques,
como de Amroth,
te perdiste.

Y... no volviste...

domingo, 10 de enero de 2010

Salida de la cueva

Era alto, el pelo largo le pasaba los hombros, de color negro y ojos grises. Su camisa era de negra seda y los pantalones de cuero oscuro, pero estaban hechos jirones. Y estaba lleno de polvo, todo su cuerpo.
Empezó a agitarse por la cripta, moviéndose con gran velocidad, y quitándose el polvo del cuerpo. Observó con disgusto su ropa, que antes era una de las grandes envidias de la gente.
Empezó a cantar aquélla canción de nuevo, y ahora buscaba algo, pero no sabía el qué. Hasta que se dio cuenta de lo que le faltaba.
-¡Malditos sean! -gritó, con rabia-: ¡Me mantienen encerrado durante siglos y encima no encuentro a Bones!
Pero... no se le ocurrió mirar en su propia tumba. Pensó en esto. Se acercó, se asomó y busco entre el polvo que había; sopló y todo el polvo se le vino a la cara. Tosió y tosió; hasta que se dominó así mismo, entró de nuevo en la tumba, buscando un bulto.
Lo encontró al poco rato. El bulto no era más que una pequeña daga, con una hoja blanca de plata y la empuñadura de color negro, tenía dibujos de gárgolas y pequeños dragones.
Sonrió.
-¡Ah, por fin te tengo! -exclamó.
Ya era hora de salir de allí. Sólo le faltaba hacer una última cosa. Caminó por el pasillo que salía de su cripta, para ir al otro pasillo que llevaba a la cripta de al lado. Tenía que ver si ella había despertado...
Fue tarareando la canción que tanto le gustaba, hasta que llegó a la cripta. Ésta era más antigua, había alguna que otra rata, alguna serpiente y sobre todo mucho más polvo. ¡Cómo odiaba el polvo!
No se fijó en la tumba. Y, cuando lo hizo se quedó petrificado. Ella no había despertado..., si su tumba seguía sellada...
Le dieron ganas de llorar, pero no lo hizo, sólo gritó y recordó. Él acariciando el cabello de ella, los dos tumbados en un prado... ¡Todo recuerdo del pasado era doloroso!
-Vampyr -dijo, con odio-: Me las pagaréis. Ojo por ojo...
Sus enemigos a lo mejor sabrían que había despertado, o tal vez no. Eso solamente lo sabría dirgiéndose al primer pueblo y encontrase a uno de ellos. Él y ella tenía un parentesco con los vampyr, pero no eran iguales.
Salió corriendo de allí. Él no podía hacer nada por... Kalia. Seguiría durmiendo hasta que su sello se rompiera o alguien lo rompiera. Y eso era difícil.
Por el camino recordó una canción que decía:

Si el insecto abandona su piel, puedes observar en el
suave vuelo, un nuevo atardecer,
del letargo... un nuevo ser.

sábado, 9 de enero de 2010

Despertar

En la montaña, en pleno bosque. Había un sendero, apenas visible, pues estaba cubierto de malas hierbas, hojas... El sendero seguía recto y luego se bifurcaba en dos caminos. Uno se dirigía hacia la cima de la montaña y el otro bajaba a los pueblos más cercanos, que estaban situados en una planicie, más al sur.
El camino que tiraba hacia la cima paraba en otro sendero, mucho más pequeño y también lleno de maleza, pero mucho más. Allí mismo, ese sendero tiraba hacia el centro del bosque; se perdía de vista si no te fijabas bien. El pequeño sendero acababa en un gran roble, y detrás de ese roble, se veía un gran agujero que daba al interior de las entrañas de la tierra.
Todo era oscuro si observabas desde donde estaba el roble. Si te adentrabas más, apenas vislumbrabas algo. Pues el agujero no era un simple agujero. Era una antigua cueva, pues grandes estalactitas y estalacmitas se formaban en el suelo y en el techo e incluso algunas llegaban a tocarse... En el interior, el camino seguía recto, introduciéndose más en la tierra y luego se bifurcaba en dos grandes criptas y cada una contenía un ataúd de piedra.

Si alguien se propusiese abrir una de las tumbas no hubiera podido, pues las tapas de piedra pesaban demasiado para una sola persona.

Antiguamente, los pueblerinos se acercaban a esta cueva para realizar una ceremonia el Día de todos los Santos y el Día de los Difuntos, para que los antiguos residentes de las tumbas no salieran de ellas y sembraran el mal en el mundo, pero, en el mundo ya había un mal bastante profundo y difícil de exterminar.
El ritual consistial en degollar a una oveja o cabra y vertir su sangre sobre las tumbas, para que los residentes absorvieran su fuerza y estuvieran satisfechos.



De pronto, desde el interior de la cueva se escuchaba una voz que cantaba desde el interior de una cripta, desde una de las tumbas.
La canción decía:

No descansaré hasta que mi muerte
trascienda en una canción,
viviendo en la eternidad.
No permitiré que un sentimiento,
no se exprese en el papel.
Una idea que plasmar,
mientras aún pueda crear,
alcanzando la inmortalidad.

La voz cesó de cantar. Unos sonidos, parecidos a golpes se oían en toda la cripta. Venían de la gran tumba. Al parecer, uno de los espíritus había despertado.
Más golpes, y ésta vez, la voz volvió a cantar la misma canción. Pero, más melancólicamente, con más nostalgia.
La tapa de piedra se elevó unos centímetros y volvió a su sitio, volvió a levantarse y con el mismo resultado. Ahora, la voz no cantaba, reía.
Cogiendo toda la poca fuerza que le quedaba al espíritu, volvió a alzar la tapa, pero no para tirarla el suelo, no, la apartó. Permitiéndole ver desde el interior la poca luz que entraba. Otra risa.
Apartó más la tapa, hasta que ésta cayó con gran estrépito al suelo.
-¡Ups! -exclamó, el hombre que salió de la tumba-. ¡Ah, llevo siglos esperando esto!

jueves, 7 de enero de 2010

In coma

Cómo explicar lo que hay que amar
si vivo en la misma espiral
si grito y nadie escucha ya
... y en soledad, me lamento.


No hay vuelta atrás.
Aún tienes tiempo a soñar,
a volver atrás.
Esta espiral es la que tú has creado,
tú mismo has de salir de ella.

No hay sentido, en lo que queda por llegar estoy perdido, sigo cautivo en lo irreal.

Tienes toda una vida o lo que queda de ella, no la desperdicies...
Sigues vivo porque te has sabido cuidar en lo irreal, ahora sólo falta que te cuides en lo real.
Sigues cautivo en tu jaula porque tú quieres estar encerrado y no hay nada más.

Quiero volver a respirar donde aún el aire está vivo y la codicia muda está.

Hazlo real, si ése es tu sueño.

¡Es hora de despertar!









martes, 5 de enero de 2010

Un sin sombra

Un sin sombra.
Un corazón sangrante.
¿Qué fueron de los sentimientos? No lo sé, simplemente desaparecieron sin más.
Un ser vacío, sintiente, pero vacío.
Ya no creo en Dios, porque me abandonó hace tiempo, al igual que la suerte.
Vendo mi alma al diablo y mi pena en forma de gotas de lluvia forma el océano de mi inframundo.
No pienso ni en el mañana, ni en el presente. Sólo en el pasado, de lo lejos que queda todo.
¿Qué me queda? ¡Nada!
Si alguna vez hubo felicidad no lo recuerdo.
Ojos abiertos pero párpados cerrados...
Un ataúd como lecho y un baúl con fotos de recuerdos que ya no volverán a la vida.
Esto es lo que me queda...