sábado, 27 de febrero de 2010

Corazón, duro y frío

El corazón perece de una muerte lenta, llena de dolor. Aunque tenga alegrías, son pocas en toda la vida, pero algunas son intensas e igual intensidad hay en el dolor.
Cosas que no perdonamos, cosas que no olvidamos. Por mi parte no olvidaré nunca lo que me hicieron. Porque me hace ser quien soy. Alguien que no sigue el cauce del río de los demás, alguien que lucha por ir contracorriente. Y aún así, por mucho que se luche, por mucho que te sacrifiques por una causa, no consigues nada. Y si lo consigues, ¿qué puede ser? ¿Agradecimiento? Eso no es nada ahora, y antes para mí significaba mucho, al igual que el contacto con la piel humana.

Lo único que podría paralizar mi corazón sería un abrazo y no dos besos en la mejilla o un apretón de manos, un abrazo auténtico, casi con pasión. Casi con la pasión en el que se besa a alguien en la boca, con la misma pasión de echar en falta a alguien. Pero claro, ¿quién echaría de menos a este Don Nadie? ¿Gente que me conoce através de una pantalla? No, ellos no.
La verdadera respuesta es nadie.

Dejo este escrito porque estoy harto de la vida que llevo, en cada escrito me lamento de una manera u otra, con personajes que personifican a varias partes de mí.

Mi corazón muere o ya está muerto, y dudo que resucite.

Aquí Kyle. Corto.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Descripción

Soy humano, cómo no. Soy un ser sintiente, que se toma todo a pecho, que arde de rabia y odio, de rencor e ira. Pero eso no es todo de mí, pero sí mayoritariamente.
Soy alguien que desconfía de todos, incluso de sus amigos, y que no confía en sí mismo. Y sé que es un error por mi parte. Sé que he de cambiar el chip de mi cabeza, aunque ya sé también que no soy una máquina, pero bueno, supongo que ya me entendeis.

Soy alguien que no se lanza, pero sí que lucha. Lucho en lo que se llama silencio. En el firmamento del silencio. Si me atrae alguien, me lo callo, pero hago algo por esa persona. Tengo miedos, demasiados, miedo a que me traicionen, a que me hagan un daño irreparable, que ya me ha pasado en varias ocasiones. Nadie me salvará de estos miedos, sólo yo puedo hacer algo y lo haré.
Pero no encuentro el cómo ni el cuándo.


Aquí acaba este escrito.

Kyle. Corto.

domingo, 21 de febrero de 2010

Antiguo guardián

Llámame.
Grita mi nombre en alto y apareceré delante de ti.
Cogeré tu mano y vendrás conmigo en la oscuridad del mundo.
Caminaremos juntos, cogidos de la mano en el camino de luz que he preparado para ti.

Llámame.
Mándame un mensaje y apareceré delante de ti.
El tiempo no para y cada segundo cuenta.
Cogeré tu mano y caminaremos juntos hacia la oscuridad del mundo.

Llámame.
Grita mi nombre en alto o escríbelo en un papel y apareceré ante tu persona.
Te guiaré por este mundo de espectros, donde la oscuridad reina y sólo nuestro camino iluminará el mundo.

Llámame.
Te guiaré ante tus ancestros, te aconsejarán.
Te recordarán quién eres y dónde está tu lugar.
Y juro que no será a mi lado.

Llámame por si me necesitas y apareceré ante tu persona.
Corre, ven conmigo, te guiaré ante tus ancestros.
Por mucho que desees que este angel esté a tu lado, no podrá ser.
Si esto es amor, es imposible una relación así.

Llámame por si me necesitas y te llevaré ante tus ancestros.
Ven, corre, ellos te esperan.
Sólo podré guiarte, sólo podré ayudarte en ciertas ocasiones en tu vida de mortal, y tu lugar no está junto a mí.

¡Has de encontrar tu sitio en la Tierra!
¡Has de encontrar a otra persona que sea tu ángel guardián!
¡Has de vivir por los dos, por una vida mía que no tiene fin!

sábado, 20 de febrero de 2010

La última promesa

Promesas... Hay que tener mucho cuidado a quien se las haces o pides. En mi vida pocos..., muy pocos las han cumplido y no todas para bien sino para mal. Avivaban la llama de la ilusión en mí y eso me hacía sentir bien o como se diría vulgarmente: de puta madre, pero excitado también y lleno de nervios con el corazón desbocado.

Yo tengo un dicho que me perjudica mucho, en vez de hacerme bien: te esperaré. Esas simples palabras salen de mi boca y de mis dedos automáticamente, cómo si supiera que ellos o ellas van a cumplir la promesa, que vendrían tarde o temprano.

La última promesa que me hicieron fue para mal porque no la cumplieron; mándame un mensaje, dije y como repuesta recibí un sí, que no me garantizaba que lo fuese a cumplir.
Al final, acabas destrozado por cada ilusión que te haces en mente y yo digo: esta será mí última promesa, no haré promesas a nadie.


Y esto va por todos mis seres queridos y para todo el mundo.




Escrito por Fimbulwinter, alias:kyle..

jueves, 18 de febrero de 2010

Tres partes

El vive en mí, se podría decir que soy soy..., pero somos tan diferentes.
Diferentes: uno cálido y amistoso, otro frío y traicionero. Se pelean dentro de mí, por el control de mi cuerpo. Se puede decir que hay un tercero, que no muestra ningún disgusto, cómo si mantuviera el equilibrio, pero no lo consigue. Todo mi interior es un caos. Mi cerebro piensa demasiadas cosas por cada parte de mí. Por cada una de estas partes.
¿Seré un brote esquizofrénico? No, lo dudo.
Esto no es una enfermedad. Solamente es que soy así.
Camino por las calles en compañía de gente que yo llamaba amigos, pero que en realidad no lo eran. Sólo eran gente, sólo gente sin rostro, con nombres, sí, pero cada vez esto resulta más lejano...
Subo las escaleras del portal y me apoyo en la puerta, oberservo el frente y veo... pasar a gente. Por un lado pienso que me gustaría conocerlos, por otro que me daría igual lo que les pasase y por otra parte que me gustaría hacerles daño. Tal como me hicieron a mí.


La parte buena de mí se llama Elykuur, la neutral Arkshas y la traicionera Seth.
Seth encarna lo malo de mí: mis miedos, defectos, mis ansias de venganza, mi odio... Elykuur representa mis virtudes, casi todo lo bueno que hay en mí y Arkshas representa la indiferencia y convivencia entre el cuerpo y la mente con el mundo...

Tal vez llore y sea un autómata

Tal vez llore por nada, tal vez llore sin ningún motivo, pero, que en realidad, es por algo. Ya sea de lo que sea. Todo parece hermoso al principio, pero luego se vuelve un infierno y lloro en parte, por eso. Lloro por la pérdida de gente que tal vez no vuelva a ver jamás, lloro por gente que nunca he visto ni veré. Con el tiempo te vuelves loco y comienzas a pensar cosas que no son -como es mi caso- y lo será de todo el mundo.

Lloro por vivir esto, que sé que algún día pasará, para bien o mal. Nunca estaré en El Paraiso, ni en El Infierno. Pues mi sitio no está en esos dos sitios. Uno donde van las almas puras, otro donde van las almas oscuras. Simplemente ya no soy un ser vivo, qué lloro, sí. Pero solamente soy un autómata. Sólo que con pensamientos y sentimientos negativos, es como si me alimentara de aire y no necesitase nada más. Dejé mi humanidad atrás.

domingo, 14 de febrero de 2010

Espectador

El pasado dice quién eres, dice lo que has hecho, lo que has vivido. Por mí, he vivido demasiado. Qué mi pasado es demasiado profundo, pues sí, no lo negaré.
Demasiadas cosas oscuras hay en el, como en mí, ya que mi pasado soy yo mismo.
Observo desde una azotea a la gente que vive tan feliz. Con una cámara les hago fotos, viendo cómo rien, cómo disfrutan de la vida. Observo sus rostros y cada vez hago más fotos y las cuelgo en una pared.
Veo sus rostros felices, algunos hasta cogidos de la mano, besándose y abrazándose.
Nunca experimenté esas sensaciones... Cuando era niño, jugaba solamente con la arena del parque, sin nadie, vacíando el cubo y llenándolo de arena, y volviendo a vaciarlo, y así contínuamente... Crecí para mal...
Ahora, observo las fotos y envidio esas sensaciones... Esas sensaciones que nunca viví y que, seguramente, no viva jamás.

Estando en esta "cárcel" que me he hecho a mi mismo.
Desde la azotea sigo observando hasta que se hace de noche. Observo cómo los camellos y las prostitutas de la calle hacen sus supuestos oficios: follar y drogarse.
También hay bares y ahí, hay algún borracho tocando los cojones, de eso tambien fotografío desde aquí arriba. Son felices, simplemente.


Y yo simplemente un espectador...

viernes, 12 de febrero de 2010

Me mata...

Me matan muchas cosas, pero lo que me va matando cada vez más es la gente a la que cuido. Son como un lastre que me hunde más en la mierda. De los pies hasta el cuello, arenas movedizas que se van tragando cada parte de mi cuerpo. Hasta sumergirme del todo.
Pierdo aire y muero para luego resucitar y hacerme pasar por otra tortura aún peor.

Mi vida -si se le puede llamar así- son torturas, tanto físicas como psicológicas. Estoy más que harto de esta situación, de tener que aprender a vivir cuando estoy enterrado en vida.

No quiero cuidar a nadie más, porque no tengo a nadie que me cuide a mí, y no lo necesito...


Me da por saltar del edificio y morir, con los órganos aplastados por la gravedad...

domingo, 7 de febrero de 2010

Preciosa, éste o esto, es mi decisión y mi lamento

Iba contra mis creencias que hubiera gente buena. No me lo podía creer, simplemente.
Siguen yendo contra mis creencias otras tantas cosas: que alguien me acepte, que alguien me quiera por lo que soy y represento.

Tantas atrocidades cometidas por mis congéneres, que ya me cansé, me quedé sin fe y sin esperanza, caí en la desesperación. Era como un zombie, un cuerpo que caminaba, pero ya no sentía nada, nada excepto: rabia, rencor, ira... Un ser consumido por la sed de venganza que nunca le fue concedida. Forma humana, claro ¿cómo no?

Mi espíritu fue lo que cambió, mi forma de ser, de vivir, en el mundo en el que me tocaba vivir. No quiero olvidar, son tantas cosas malas, tantos sufrimientos y experiencias de dolores físicos y espirituales que no quiero olvidarlo, por mucho que mis seres queridos me lo pidan.



Sé... que... vivo... en... el... pasado... Pero por un momento, un simple momento, me gustaría olvidar quién soy, cómo he llegado aquí, hasta aquí.

Pienso en la infancia, pienso en lo largo de mi vida, que es relativamente corta. Y, sin embargo, habré sufrido no más que los sin techo, pero sí más que la gente acaudalada.



No me gusta sufrir, como todo aquél que está en sus cabales, que no le gusta sufrir.
Pero es lo que toca.

Cuando te conocí pensé: vaya otra que me rechazará (otra de tantas), que no me aceptará. No fue como yo esperaba... Me aceptó, pero yo seguía sufriendo, no encontré mi sitio, pero sí un refugio.

Pasados unos meses me fuí, lo dejé atrás. He de encontrar mi sitio, que no está junto a ti, que es lo que me gustaría. Nunca he aspirado a nada, nunca he sabido qué hacer con mi vida, y esto no son simples lamentos y quejas. Sólo quiero que sepas... bueno, no sé qué quiero que sepas.

Todo es totalmente difícil. Sólo puedo decirte que estaré ahí, no siempre, porque no soy inmortal, y tampoco un guardián.

Puede que haya cambiado de tema, de mi sufrimiento a otro pensamiento, pero es lo que hay. Quiero que sepas... quiero que la gente sepa, que no soy un guardián, que no estaré ahí siempre esperando, como la estatua que se va agrietando con el paso del tiempo. Es duradera, sí, pero los humanos solo duramos unas décadas.


Esta es mi decisión. Estaré cuidándote más a ti, que a mí mismo. En lo que pueda.

sábado, 6 de febrero de 2010

Incursión

La figura encapuchada miraba la aldea. A su alrededor, no había nada que la defendiera, sólo el bosque que la rodeaba, y alrededor de este individuo había muchos pares de ojos amarillos, otros de un tono rojo. Sus propios ojos también eran de una de esas tonalidades, la roja.

Alzó el brazo izquierdo, señalando aquella dirección y luego alzó el brazo derecho. Dijo algo ininteligible para cualquier humano, una lengua antaño olvidada, pero que ellos recordaban. El grupo se dividió en tres grupos más pequeños. Los pares de ojos amarillos pertenecían a lobos de gran tamaño, y según como les había ordenado el individuo de la capucha, rodearon la aldea y aullaron. El segundo grupo, el de los ojos rojos, figuras humanas vestidas en capas y capuchas negras, empezó a entrar en el pueblo, entrando en las casas, sacando a los aldeanos de sus hogares y lanzándose a su cuello. El tercer grupo, formado por el primer individuo simplemente, fue corriendo hacia el gentío de los lobos de gran tamaño, sus servidores y pueblerinos.
Se lanzó sobre un niño rubio que buscaba su madre, no la encontraría jamás. Hundió sus colmillos en la yugular del crío, poco después de absorverle la sangre, fue en busca de otra víctima, esta vez fue una joven y no tuvo piedad. Se lanzaba al cuello de cada humano que pasaba por su camino, al igual que hacían los de su clase, al igual que los lobos devoraban a los aldeanos o simplemente les mordían.

Muchos habitantes habían muerto por parte de los lobos, el resto de habitantes al que se les había absorvido la sangre se convertirían en lo mismo que ellos. Pero ellos no se harían cargo de los habitantes mordidos. Pero alguna vez, cogían algún muchacho o muchacha que fuese su esclavo, de todo tipo: sobre todo espía, y guarda.

En aquella incursión hubo quince: quince jóvenes, cinco muchachas y diez jóvenes campesinos.
El individuo de la capucha se relamía los labios la sangre que tenía en el rostro, lo mismo hacían los de su especie. Por su parte, la manada de licántropos desapareció.

jueves, 4 de febrero de 2010

Desterrado

Hom, hom, hom, hom. Desprecio, desdén, dicen que llevo la marca del mal en mi piel. Dicen que provoco los problemas, que nací del rencor, que me crié en el dolor.
Que mas nunca olvidéis que no tengo perdón. Siendo el hijo menor de un gran linaje, matar por accidente.

Hom, hom, hom, hom. Ultraje, desprecio, desdén, desgracia. Desde el principio traje problemas sin solución. Viviré por mi acción, porque yo no soy uno más, yo no soy como los demás.

Castigar, desterrar, esa es la ley.

Sin sitio al que ir, sin sitio en el que vivir. Llevo la marca del mal en mi piel.
¿Será por error? ¿Por qué ella dice que soy como los demás? ¿Por qué dice que soy como los demás? ¿Por qué?

Castigar, desterrar, esa es la ley.

¡Él... no... es... uno... más!, gritan todos.

¡Él... es... mí... mas!, grita ella.

Pero es demasiado tarde, no la oí, simplemente me fuí.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Caminante del Camino Oscuro

Sueños apagados, gritos de rabia y dolor, lamentos de heridas causadas por el recorrido del camino. ¿Cuándo llegará al final? ¿Cuándo acabará mi pesar? ¿Cuál será mi destino?
Sin respuesta no se va a ningún sitio, pero voy haciendo mi camino de la nada del abismo. Un camino sin luz, hecho de oscuridad, porque está hecho de la mísmisima oscuridad de mi interior y el exterior de mí.

Oh, sí.
¿Cuándo llegará mi final? ¿Cuándo lograré deshacerme de esta carga? ¿Cuál será mi destino?
Sin respuesta no se va a ningún sitio.
¿Qué demonios soy? ¿Alguien normal o un monstruo, algún loco o algún asesino?
Este infierno está lleno de mis demonios y lamentos interiores.
Me atormentan hasta tal punto que el vello del cuerpo se me heriza.


¡Malditos demonios!
¿Qué soy?
¿Qué es esto que estoy haciendo?
¿Qué camino estoy recorriendo?

Recuerdos y sueños que se apagaron, como el sol que consume sus energías.

¡Quiero llegar al final o volver a comenzar!
¡Oh, sí!

Quiero gritar a los nueve infiernos que mis sentimientos saldrán. Que no estarán encerrados bajo siete llaves en mi corazón, dentro de mí.

Sin nadie, sin nada.
Noches frías, días fríos.
Mi vida es como un río que forma un lago, que se estanca, no logra su final.

Por mucho que recorra.... Todo será inalcanzable.
Este es el camino y océano de cráneos, este es el camino de oscuridad que he formado.

Oh, sí...