martes, 31 de enero de 2012

Sin cuerpo

Dejar a un lado lo que soy llevaría siglos. Tal vez por miedo e impotencia. Significaría la desaparición de mi ser. Ya que no puedes hacer una copia de ti ni de nadie, cómo tampoco de mí.

Oxígeno oxida éste cuerpo... deja que muera y déjame ser otro; un yo distinto, con otra manera de ver y expresar, otro modo de pensar y reaccionar.

No puedo acabar, porque no puedo comenzar o comienzo pero no acabo. Deseo el fin, harto de mí... pobre de mí. Maldito por mis demonios interiores que no puedo sacarme.

¿Os cansáis de observarme? Dejadme aquí, en el páramo ceniciento del espacio oxigenado. ¿Os gusta lo que veis? No lo creo, porque no puedo ni quiero.

Negar lo que soy sería huir, pero ya huyo de alguna manera, pero sin saber cuál. No deseo amar, de entregar mi corazón y ofrecerlo de tal manera como una diana. La flecha me mataría, pero no sé por qué aún no lo ha hecho.

No soy un Ángel ni un Demonio, sí persona, sí alguien, no odioso, sí dolorido, sí sumido en una eterna división espiritual, en el mundo espectral

Alma nueva vida nueva. Nueva sangre, nueva vida, otro cuerpo y otra manera de sentir...

domingo, 29 de enero de 2012

Manos

-Dime, primo Jorick: ¿qué es lo que ve ante tí mismo?
-Un mero bosque.
-¿Mero has dicho, Jorick?
-¡Exacto!
-No es mero el paisaje que se haya enfrente de nosotros. Un mundo desconocido hace mucho para los seres humanos y no ha sido perturbado.
-Arderán... como todos.
-¡Oh, primo Jorick...! Parece que después de tanta alegría... el dolor y la negatividad te hacen vencido.
-Así es. Por favor, olvídalo, Macbeth.
-No puedo, primo.
-¿Te regodeas con mi dolor?
-En absoluto.
-Se te nota en el tono de tu voz, imbécil.
-¡Oh, vamos, Jorick! ¡Con qué facilidad recurres a los barbarismos en los que naciste...! ¡Pobre ignorante!.

Verás, Jorick... No soy tu primo. Soy tú y tú eres yo. Tan simple como que dispones de dos pulmones, tan tosco que ni si quiera tiene la gracia ser tu otro yo... Ya que me lo has puesto muy fácil y engañé a tu maldito cerebro, que parece ser muy simple como el blanco y el negro.

Te despertarás de ese modo de ver gracias a mi. Porque si tú no te salvas yo no me salvaré jamás...

Fíjate en ese bosque. Tú le ves quemado y gris, extinto y falto de toda vida para devolverle el aliento vivo, pero no es así; para nada. Todo muerte, todo vive, todo nace y todo desparece. ¡SI QUIERES QUE DESAPAREZCAMOS AHÓRCATE Y ACABA CON ÉSTA CHARADA!

Ahí está tu decisión: unirte a mí y salvarnos, ser uno o morir porque unos simples recuerdos y experiencias, como las vivencias  te hayan vencido. Venga, coge mi mano.

viernes, 27 de enero de 2012

Primer Ataque

Si todo se ha decidido y mis actos futuros son inútiles; contando con el pasado y el pronóstico de las probabilidades, todo será un retraso.
Una simple circunstancia sin valor, pues el fin llegará y salir a su encuentro sería épico y conmovedor para cualquiera con derecho a luchar por su futuro.

miércoles, 25 de enero de 2012

¿Primera o segunda?

Pequeña anotación: No os acostumbréis a que cambie mi estilo de escribir, mis temas, mis razones y por supuesto mis sentimientos, al igual en el humor en el que me encuentro. Rarezas de la vida de mi ser.


-Te pertenecí una vez-dijo el hombre- y te ofrecí mi corazón en bandeja de plata...
-Lo sé-dijo la mujer-. Pero no tenía claro mis objetivos... ni sabía lo que llegué a poseer. ¿No merecemos las personas una segunda oportunidad?

Un silencio se instaló entre ellos, y un metro les separaba; y cuando más ella se acercaba él más se alejaba. El hombre aún estaba loco por esa mujer, donde su independencia, rebeldía y encanto le seguían atrayendo. Pero ahora todo se vió cambiado por un dolor lacerante en el rostro de los dos.

Los dos tenían pecados de los cuáles podían perdonarse el uno al otro.  Y la gran pregunta es: ¿estarán dispuestos a dejar sus diferencias y el dolor por un futuro agradable?

-La vida no me ha hecho creer en las segundas oportunidades, Ángela.
-Pero yo te la di... ¿recuerdas?
-Lo recuerdo-le contestó-. De eso hace mucho. Y prefiero olvidar lo que pasó entre tú y yo en aquél tiempo. He cambiado y no soy el de antes. No cometeré ese error nunca.
-Eso no lo sabes, Miguel-le replicó, dolida ante la frialdad de su ex compañero-. Solamente los humanos tropezamos siempre con la misma piedra.
-Cuando te fuiste dejé de ser humano.
-No lo creo-contraatacó-. ¿Si no por qué acudiste a mi llamada?
-Para imaginar espectros...
-¿Espectros?-preguntó ella- ¿Has venido a imaginarme a mí? ¿A nosotros?
-Exacto-respondió, como en un susurro, pero audible-. Fantasmas que no creo que vuelvan, y es más, no quiero que vuelvan.
-Pueden volver...-le contradijo-.
-¿Sí?-preguntó, sin interés en su voz, ahora llena de amargura-. Jamás te has entregado a ti misma... Ni sabes lo que yo sentía, porque para ti todo era un juego. Yo era un juguete que hacías bailar con tus encantadoras palabras y actitud.
-Puedo hacer lo que tú hiciste...-le explicó, con voz rota-. Estoy dispuesta a entregarme a ti si tú lo haces... otra vez.

Entonces él abrió los ojos y el velo de la amargura y el dolor cayó.

martes, 17 de enero de 2012

Sorpresa no tan sorpresa

Tenía una sorpresa para ella, y pienso que le quedaría bien si llevase algo que le recordase que fui yo quién le regaló aquéllo.

Por ello estábamos los dos con unos amigos, dónde ellos la distraían y tapaban los ojos. Haciendo que diera vueltas que hasta estuviese mareada -parecía que quisieran ello, y mira que les dije que no se pasasen-.

En mis manos llevaba una pequeña cajita de un marrón oscuro, pero estaba cubierto de un envoltorio para regalo -cómo no-.

Daba los pasos rápidos porque quería ver si le gustaba el regalo, si la luz de sus ojos podría brillar de aquélla tan especial que utiliza cuando está emocionada. Por desgracia, yo nunca llegaba a ponerla de ésa manera, y siempre nos picábamos por todo. Peleas amistosas en las que yo salía perdiendo, pero de una buena manera, aunque admito que tal vez, eso fue el encanto que me atrajo de ella.

La hicieron parar, aunque Raúl aún le tapaba los ojos, hasta que me acerqué a menos de unos quince centímetros. Mi amigo apartó sus manazas de los ojos de ella y ella me miró desorientada -normal después de tanto giro provocado por unos brutos-.

Le dí el regalo y ella arrancó el envoltorio rápidamente y ansiosa, pero cuando abrió la cajita y vio el contenido, me miró con mala cara.

-Tienes muy mal gusto, ¿eh?
-Pensé que te quedaría bien que lo llevases...
-¿Cuántas veces tengo que decirte que ya no estamos juntos?

Con aquélla pregunta y el tono empleado, mi ánimo se cayó por un gran pozo negro y sin fondo... Y tras eso, los demás se fueron, como si pensasen que la conversación fuese de nosotros dos solamente y ya no lo era. Pues era un hecho público: ella y yo cortamos hace muy poco, llevándonos mejor en la ruptura que en la relación sentimental.

Me alejé de ella, dándole la espalda. Los otros seguramente se irían por su cuenta a tomar algo, y a ponerme verde por mi insistencia...

Pero alguien me abrazó por la espalda y me dio un beso en la mejilla. Di un giro completo y era ella

lunes, 16 de enero de 2012

¿Tan extraño es?

Siempre me decían que era un idiota y un pringado, pero ahora veo cómo todo ha cambiado para mejor.

Me llamo Manuel y tengo treinta y nueve años. Peso ciento treinta kilos y nunca me preocupé del peso, aunque admito que tengo algo de barriga cervecera... pero con el resto lo supero con creces -no sé si me entendéis... ejem...-

Al principio trabajaba de cartero. En una de esas mini camionetas de las oficinas de correos, donde cabía la gente que era como un espagueti, y yo muchas veces no conseguía salir sin que parte de mi uniforme se quedase pegado en algún engranaje de dentro del vehículo. Así que ya me imagino que sabéis cómo es mi físico. Nada atractivo y por ello jamás he tenido una relación seria que no fuese con las chicas de los prostíbulos, que de hecho... pinchaban un poco. ¿Estaría demasiado bebido? Grabadme por favor, ¡PORQUE HARÉ QUE ALGUIEN VENGA CONMIGO! ¡COMO TÚ GAYA!

Por favor, esto es algo personal, así que no lo vayáis comentando por ahí.... Porque me enteraré y os abriré el vientre: sacando de vuestro interior los intestinos y el estomago. ¡Más vuestro corazón que estará palpitando en mi mano!

Buf... perdonar... Estoy muy tenso. Inspiro... expiro... Inspiro... Expiro.


Como no daba la talla siendo cartero a domicilio con mi minifurgoneta, y que apenas cabía en la cabina... me echaron por no cumplir con mi horario de trabajo, que cumplía la mayor parte de los meses... ¿Por qué me despidieron? Ahora soy un indigente gordito, sin dinero, entrañable y apetecible para las delincuentes juveniles que andan sueltas por ahí.

Estaba en mi cafetería preferida: Bloody Mary. No sé por qué la llamaron así, pero se dice que cualquier mujer que fuese al servicio y leyese el cartel que había en la pared que decía: Decid tres veces bloody mary, mirando al espejo y os aseguro que el dueño os dará un premio. ¿Qué premio sería? No lo sé, pero ocho mujeres sufrieron un paro cardíaco, y habían muerto en el baño, sobre la pica o en el mismo váter.

Tenía un periódico de hacía una semana y quería averiguar si había alguna oferta de trabajo que fuese una buena oferta. El problema era que yo no daba la talla para fantasías sexuales con monjas en el anuncio de: ¡Monjas desean experimentar la Gloria de Dios!

Había uno que sí me llamó la atención y decía: Se buscan maestros de baile para la fiesta de Regina Dolly Doll.

Yo sabía mucho de bailes y tenía mi propio repertorio. Así que llamé y por suerte... ¡me aceptaron!

Me imaginé que la tal Regina Dolly Doll sería una vieja de cincuenta o sesenta años, así que me preparé y me vestí con un esmoquin, con una corbata rosa y unas zapatillas de deporte sin suela, también llevaba un cinturón de cuero para la ocasión.

Estaba detrás de una cortina de un teatro llamado: Sex Rex. Como yo no entiendo de inglés... dejé de pensarlo, pero el nombre era extraño. Sonó una campanilla y docenas de voces femeninas se oyeron entrar por las puertas que llevaban a la sala de la "obra". Por un momento las voces me parecieron de mujeres jóvenes, pero supuse que era por el eco de toda la sala y que por eso parecían ser voces de mujeres jovencitas y en la flor de la vida.

Me desaté la corbata, me quité los pantalones y me quedé con el esmoquin a medio sacar, pero iba preparado. Porque en la mano derecha llevaba el cinturón de cuero, un consolador y mi tanga de leopardo.

La cortina se quitó y me quedé helado, a la vez que veía niñas de catorce o dieciséis años y todas gritaron: ¡DEPRAVADO! ¿REGINA QUÉ ES ESTO?

domingo, 15 de enero de 2012

Mi vida quedó atrás y ahora estoy sentado en una llanura iluminada por un sol rojizo. Para mí es algo mágico, fuerte e intenso. Estoy creyendo por fin que soy libre. Sin cadenas que me aten a alguien o algún lugar, pero los recuerdos no están del todo desvanecidos. Oigo voces que no sé de quiénes son o eran. No sé ni si yo estoy vivo o esas voces están muertas.

¿Importa? Yo creo que no. Porque aquí estoy bien. Iluminado por ese astro rey tan extraño y que jamás había visto. Pero aunque jamás lo viera, lo notaba lejano y cercano a la vez, como si lo conociese de toda la existencia. De mí y antes de mí, dónde antepasados míos conocían aquel lugar..

viernes, 13 de enero de 2012

Child of the Blood

La sangre se iba secando en el frío suelo y la lluvia lo limpiaba lentamente. Pues apenas caían las gotas necesarias para limpiar todo esto. Todos estaban muertos -como debían haber estado siempre-.

¡Éramos los Hijos de la Sangre! Hijos de Ángel Sanguinius y como tales, heredamos sus maldiciones: la Furia Negra y la Sed Roja.

No podíamos apreciar ningún arte, excepto el de matar y devorar a nuestros enemigos, a la vez de ensartarlos y hacerlos sufrir en momentáneas agonías. Les provocamos la dolorosa muerte, que teman nuestro nombre.


Nos crearon a base de la sangre de nuestro progenitor y apenas tenemos una vida que pueda llamarse plena. Pero nosotros no teníamos una única personalidad, pero tampoco una personalidad como una colmena de insectos conectados entre sí. Los recuerdos de miles de los Hijos de la Sangre de Ángel Sanguinius estaban nuestro ser: en cada célula y molécula, recuerdo a recuerdo, herida por herida y sensaciones con sus respectivos sentimientos.


No somos humanos. No somos nada. Herramientas desechables por nuestra resurrección sin mérito.


No lograremos nada al haber nacido así, pero viviremos como lo dice nuestro sanguinario instinto y devoraremos hasta el tuétano de los huesos. Así más fuertes seremos y vosotros más débiles.


¿Podéis destruirnos? Claro que sí. Una simple bomba acabaría con nosotros, pero somos vuestros hermanos. Somos parte de vosotros y somos vosotros.


Mientras devoraba el cuerpo de la anciana regordeta, a la vez desgarraba sus piernas con mis garras. Dentellada a dentellada iba llegando a los huesos, pero yo buscaba algo más suculento que unos huesos tan débiles de aquella insignificante mujer. A cinco metros de mí, había un niño de unos siete años, con los ojos mirándome con un miedo aterrador. Pestañeé y el niño desapareció.

¿Una mala jugada de las mutaciones que iba sufriendo?

Tales cosas como el surgimiento de mis garras que ahora tenía, despareciendo los dedos de la simple mano humana que había tenido.

La visión se me nublaba y mi cuerpo temblaba. Temblores que aumentaban cada vez que ingería la carne y la sangre de la vieja.

Daba igual que fuera una presa sin valor. Pues no era el hecho de cazar honorables presas. Era el hecho de alimentarse, crecer y cambiar. Ser más fuerte. Cazaría hasta que me cazasen.

Mis hermanos se alimentaban poseídos por la Sed Roja que estaba en nosotros. La maldición de nuestro padre, que algunos se atrevían a llamarle el Gran Ángel de la Sangre. No era nada bueno, ni poético. No era nadie y nosotros tampoco.

Nuestras vidas solo conocían la muerte... y solamente teníamos dos días de edad.

Corriendo como el más poseso y hambriento de la jauría, me abalancé sobre uno de los guardianes del Santuario. Me propinó una patada en el vientre, y retrocedí gruñendo como un animal rabioso. Pero no era solamente rabia. Era la necesidad. El hambre y la sed. Era lo único por lo que yo y mis hermanos vivíamos.

La espada del guardián se ensartó en mi brazo, incrustándose en mis carnes y un alarido surgió de mi ser. Era un dolor que siempre experimentábamos y un congénere mío saltó sobre mi espalda y cayó encima del guardián, provocando la caída de éste. Como un meteoro cayendo sobre un planeta, caí encima de mi presa, abriéndole con mis garras la malla y tiñendo el suelo de sangre.

Todo combate era un éxtasis...

domingo, 8 de enero de 2012

Sin Razón de Razones

Pertenecer a un mundo donde todo se consume y lo malo campa a sus anchas... Es un mundo que no merece las partes buenas, las pocas, que surgen de él.

Lo bello puede ser una noche estrellada, un atardecer o amanecer. Notar las gotas de agua en un verano con una temperatura casi templada, y el aire acariciar la piel, llenando los ambientes como los bosques a un olor de pino. Sentir cómo el frío te hiela la piel, para buscar el calor de una cama, el calor humano o el de una chaqueta o prenda de vestir, pero... sin exagerar, claramente.

Estar con alguien tan especial como un amigo o amiga, o quizás, el compañero o compañera que encuentras en esos reveses de la vida, y eliges permanecer con ella o él todo lo que os pueda deparar, sin importar cuánto malo o bueno vendrá.

Tener creencias como las mías no ayudan a nadie, ni yo me ayudo a mi mismo. Sé lo bello que hay y lo horrendo, lo bueno y la monstruosidad, amor y odio, junto con todo aquéllo que pueda tener un lado opuesto e igual. Tal vez no haya nada válido en lo que creer, ni Dios, ni Diablo... por no hablar de las reencarnaciones... Sinceramente no estaría mal poder elegir el qué querer ser. Cuando era un niño pensaba ser uno de esos lagartos gigantes que hay en los museos, y sé muy bien lo que son, pero paso de aparentar ser un "entendido" en la materia de aquellos seres.

Ser un fiero depredador sin tener que aguantar sentimientos humanos... por mucho que los niños no entiendan aún lo que significa el mundo. Ni yo mismo lo sé del todo o no lo tengo claro, y quizás las dos cosas son válidas en esto. Después, cuando me hice mayor, en la adolescencia pensé en ser un vengador para mí mismo: destruir a los que me perjudicaron para acabar con lo poco bueno que había en mí, aceptando lo malo que me depararía ese camino y futuro, ser un asesino. Lo pensé bien, una y otra vez... Porque me arrebataron mi vida normal, y ya dejé de ser alguien que en esos momentos debe estudiar y sacarse su futuro, incluyendo salir con una pandilla de amigos, aunque ya los tenía, tengo, aunque no quería darme cuenta e incluso ignorarlo todo. Mandarlo todo a la mierda, a la nada y a mi perdición. Pues ya no me quedaba nada.

En esos momentos creaba historias de tales maldades que yo sufrí, de seres sobrenaturales que derramaban sangre por rencores o instintos oscuros, los dignos de los monstruos. Mi "talento" -si es que llega a serlo, y aún me queda mucho por mejorar- se vio estancado, aún hoy no dejo de hacer historias de tristeza y desgracia. ¿Cambiará o cambiaré yo? Me gustaría decir que sí e asegurarlo, pero de momento no puedo prometer nada.

Fui marcado por el mal de las personas que yo consideré compañeros. Idiotas aprovechados de la ingenuidad de un ingenuo. Aún lo soy, pero lo dejo de ser tanto.


No vengo a quejarme ni a explicar mi vida.

Escribo esto porque quiero mejorar aún más mi persona: mi forma de ser, para los que no sepan de qué hablo. Ser un caótico toda tu vida no está mal para los que les gusta destruir, pero yo ya estoy harto de la oscuridad que mantengo sobre mi ser, pero no sobre mis historias.


¿QUÉ ME CONSIDERÁIS SI YO NO ME CONSIDERO NADA NI DIGNO DE UN ALIVIO QUE SENTIR AL HACER LAS COSAS BIEN?