miércoles, 25 de enero de 2012

¿Primera o segunda?

Pequeña anotación: No os acostumbréis a que cambie mi estilo de escribir, mis temas, mis razones y por supuesto mis sentimientos, al igual en el humor en el que me encuentro. Rarezas de la vida de mi ser.


-Te pertenecí una vez-dijo el hombre- y te ofrecí mi corazón en bandeja de plata...
-Lo sé-dijo la mujer-. Pero no tenía claro mis objetivos... ni sabía lo que llegué a poseer. ¿No merecemos las personas una segunda oportunidad?

Un silencio se instaló entre ellos, y un metro les separaba; y cuando más ella se acercaba él más se alejaba. El hombre aún estaba loco por esa mujer, donde su independencia, rebeldía y encanto le seguían atrayendo. Pero ahora todo se vió cambiado por un dolor lacerante en el rostro de los dos.

Los dos tenían pecados de los cuáles podían perdonarse el uno al otro.  Y la gran pregunta es: ¿estarán dispuestos a dejar sus diferencias y el dolor por un futuro agradable?

-La vida no me ha hecho creer en las segundas oportunidades, Ángela.
-Pero yo te la di... ¿recuerdas?
-Lo recuerdo-le contestó-. De eso hace mucho. Y prefiero olvidar lo que pasó entre tú y yo en aquél tiempo. He cambiado y no soy el de antes. No cometeré ese error nunca.
-Eso no lo sabes, Miguel-le replicó, dolida ante la frialdad de su ex compañero-. Solamente los humanos tropezamos siempre con la misma piedra.
-Cuando te fuiste dejé de ser humano.
-No lo creo-contraatacó-. ¿Si no por qué acudiste a mi llamada?
-Para imaginar espectros...
-¿Espectros?-preguntó ella- ¿Has venido a imaginarme a mí? ¿A nosotros?
-Exacto-respondió, como en un susurro, pero audible-. Fantasmas que no creo que vuelvan, y es más, no quiero que vuelvan.
-Pueden volver...-le contradijo-.
-¿Sí?-preguntó, sin interés en su voz, ahora llena de amargura-. Jamás te has entregado a ti misma... Ni sabes lo que yo sentía, porque para ti todo era un juego. Yo era un juguete que hacías bailar con tus encantadoras palabras y actitud.
-Puedo hacer lo que tú hiciste...-le explicó, con voz rota-. Estoy dispuesta a entregarme a ti si tú lo haces... otra vez.

Entonces él abrió los ojos y el velo de la amargura y el dolor cayó.

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