lunes, 16 de enero de 2012

¿Tan extraño es?

Siempre me decían que era un idiota y un pringado, pero ahora veo cómo todo ha cambiado para mejor.

Me llamo Manuel y tengo treinta y nueve años. Peso ciento treinta kilos y nunca me preocupé del peso, aunque admito que tengo algo de barriga cervecera... pero con el resto lo supero con creces -no sé si me entendéis... ejem...-

Al principio trabajaba de cartero. En una de esas mini camionetas de las oficinas de correos, donde cabía la gente que era como un espagueti, y yo muchas veces no conseguía salir sin que parte de mi uniforme se quedase pegado en algún engranaje de dentro del vehículo. Así que ya me imagino que sabéis cómo es mi físico. Nada atractivo y por ello jamás he tenido una relación seria que no fuese con las chicas de los prostíbulos, que de hecho... pinchaban un poco. ¿Estaría demasiado bebido? Grabadme por favor, ¡PORQUE HARÉ QUE ALGUIEN VENGA CONMIGO! ¡COMO TÚ GAYA!

Por favor, esto es algo personal, así que no lo vayáis comentando por ahí.... Porque me enteraré y os abriré el vientre: sacando de vuestro interior los intestinos y el estomago. ¡Más vuestro corazón que estará palpitando en mi mano!

Buf... perdonar... Estoy muy tenso. Inspiro... expiro... Inspiro... Expiro.


Como no daba la talla siendo cartero a domicilio con mi minifurgoneta, y que apenas cabía en la cabina... me echaron por no cumplir con mi horario de trabajo, que cumplía la mayor parte de los meses... ¿Por qué me despidieron? Ahora soy un indigente gordito, sin dinero, entrañable y apetecible para las delincuentes juveniles que andan sueltas por ahí.

Estaba en mi cafetería preferida: Bloody Mary. No sé por qué la llamaron así, pero se dice que cualquier mujer que fuese al servicio y leyese el cartel que había en la pared que decía: Decid tres veces bloody mary, mirando al espejo y os aseguro que el dueño os dará un premio. ¿Qué premio sería? No lo sé, pero ocho mujeres sufrieron un paro cardíaco, y habían muerto en el baño, sobre la pica o en el mismo váter.

Tenía un periódico de hacía una semana y quería averiguar si había alguna oferta de trabajo que fuese una buena oferta. El problema era que yo no daba la talla para fantasías sexuales con monjas en el anuncio de: ¡Monjas desean experimentar la Gloria de Dios!

Había uno que sí me llamó la atención y decía: Se buscan maestros de baile para la fiesta de Regina Dolly Doll.

Yo sabía mucho de bailes y tenía mi propio repertorio. Así que llamé y por suerte... ¡me aceptaron!

Me imaginé que la tal Regina Dolly Doll sería una vieja de cincuenta o sesenta años, así que me preparé y me vestí con un esmoquin, con una corbata rosa y unas zapatillas de deporte sin suela, también llevaba un cinturón de cuero para la ocasión.

Estaba detrás de una cortina de un teatro llamado: Sex Rex. Como yo no entiendo de inglés... dejé de pensarlo, pero el nombre era extraño. Sonó una campanilla y docenas de voces femeninas se oyeron entrar por las puertas que llevaban a la sala de la "obra". Por un momento las voces me parecieron de mujeres jóvenes, pero supuse que era por el eco de toda la sala y que por eso parecían ser voces de mujeres jovencitas y en la flor de la vida.

Me desaté la corbata, me quité los pantalones y me quedé con el esmoquin a medio sacar, pero iba preparado. Porque en la mano derecha llevaba el cinturón de cuero, un consolador y mi tanga de leopardo.

La cortina se quitó y me quedé helado, a la vez que veía niñas de catorce o dieciséis años y todas gritaron: ¡DEPRAVADO! ¿REGINA QUÉ ES ESTO?

1 comentario: