domingo, 24 de abril de 2011

Ángel o demonio

11 de Noviembre del 2010, última página de mi diario:

Soy yo de nuevo... Escribo esto que nadie leerá, expresaré algo que me ha hundido el alma, ha ahogado mi vida y todo ha quedado reducido a ruinas y cenizas.
La moral es baja y la crueldad hinunda mi ser. Eso pasa a la gente inocente, que tan dañada está que acaban convirtiéndose en los monstruos que nos causaron el dolor. ¿Por qué no ibamos a pagarles de la misma manera? No merecen nada y yo ahora tampoco. El crimen ya está hecho. No me arrepiento y, sin embargo, no puedo dejar de llorar.
Haciendo lo que yo creí correcto, me he condenado y ahora recuerdo mi antiguo mundo.
No era plenamente feliz. Porque nadie lo es. Pero recordé mi risa, me recordé de mis sonrisas que dedicaba a la gente, y aún más, recuerdo lo bien que había vivido hasta ese día tan desgraciado en mi vida.

¿Por qué tuvo que ser éste mi destino? No, espera. No hay destino, yo decidí lo que quería hacer y no sopesé los pros o los contras.
Estoy condenado y mi alma también. Si no voy ni al Paraíso ni al Infierno, prefiero la nada. Una desaprición completa. Desaparecer de la memoria de todos y que todos mis actos se olvidasen como mi persona.
A fin de cuentas pude haber sido un ángel, pero me decanté por ser el Diablo...

Se acabó... Adiós...

martes, 12 de abril de 2011

Mi justicia

Ya no estoy vacío. Tengo poca cosa por la que vivir, pero suficiente. Me conformo y lo acepto como uno de los mejores regalos de mi vida. Pero aún hay deseos oscuros que no he logrado que desaparezcan. Odio, venganza, justicia, dolor, piedad, compasión y traición. Todas estas palabras tienen su significado y van juntas de la mano. Aunque no signifiquen lo mismo; e igualmente, son los sentimientos que aún refleja mi ser sin reflejarlo a la cara de los demás. Me dijo alguien que ninguna persona nace siendo malvada. Y dado que todo la persona y el carácter cambia a lo largo de la vida... en el fondo... seguimos siendo los de siempre. Unos se vuelven idiotas, otros temerarios, otros tímidos, otros inseguros y otros impulsivos. Podría seguir con una lista de muchas descripciones tan diferentes..., que en el fondo de cada uno sigue siendo lo mismo. Todo eso en un solo ser y eso es lo que nos vuelve tan peligrosos. ¡Tanto para nosotros como para los otros! El peligro que corre mi gente conmigo es que no pueden confiar del todo en mí. No soy el mejor, por mucho que digan, soy demasiado imperfecto, aunque mi gente me vea como uno de los mejores amigos, y creo, sinceramente, que soy el mejor de los peores como mucho. Nada más ni nada menos. El fuego de mi alma no está apagado, se mantiene como la esperanza. No es débil, pero tampoco extremadamente fuerte. Este fuego arde con la fuerza suficiente como para que unas venas lleven la suficiente sangre a un corazón que palpite. Muchos pensamos que tarde o temprano el corazón morirá, aunque no por la edad. Dolor nace de dolor y, ¿dónde nace la felicidad y qué produce? Cosas buenas, malas, neutrales... Tanto que lo hace imprevisible. Un estado que puede llevar a la falsedad, a la divinidad personal o a la tristeza. Mi corazón... ya no está muerto... No ha renacido y nunca murió, por mucho que me lo pareciese, seguía vivo, adormilado, herido... pero vivo... Esta es la justicia para mí. Algo que nunca me han arrebatado. Algo que he conservado sin proponermelo en serio. Cosas que nunca tuve que ahora tengo.