domingo, 26 de junio de 2011



Milagros, desastres, regalos, robos.



Si un ángel pierde sus alas se vuelve humano, y si un humano pierde su alma, se convierte en un mero títere del diablo.



No hablo de religión, nunca hablo de religión. No os preocupeis, así vivo, perdiendo mis alas de esperanza.



Ya no importa lo que yo quiera, ni lo que quieran los demás. Lo que sí importa es lo que yo o mi alma necesite.



Todo el mundo tiene su par de alas. Algunos, por no decir muchos, las pierde y jamás las vuelven a tener, otros tantos logran recuperarlas y se aferran a ellas más fuerte para no perderlas.



Golpe tras golpe y caída tras caída, he ido perdiendo alas y recuperandolas. Antes, tal vez, fuesen blancas, pero ahora son un color inerte. Como lo sería el gris o el negro. Eso se debe por cada mal trángulo que haya pasado.






Y ahora, plasmado en piedra, saldré de mi prisión

lunes, 20 de junio de 2011

El Jardín de la Eternidad



Cuando era invierno, notaba el frío de aquel placentero lugar. La pradera estaba teñida toda de blanca nieve.



Cuando era primavera, notaba el calor y todo se cubría de verde. El cielo era más abierto y, casi siempre, más azul que gris.



En aquel lugar estaba con una chica de la que no sabía nada, ni si quiera su nombre. Pero fue como si la conociera de siempre, en los primeros días que llevaba en ese lugar, todo era paz y tranquilidad. No había dolor ni preocupaciones, solamente paz.



Un buen lugar, aunque extraño, pero bello.



No recordaba cómo llegué allí, y tampoco nada antes de todo eso. Solo conocía mi nombre y el de nadie más. No me preocupaba, ni me importaba.



La chica y yo estabamos delante de un lago, sentados a más o menos cinco metros, en la hierba.



No hablabamos, no hacía falta. No había más que el susurro del aire.






De pronto, una voz dijo mi nombre en mi mente. No sabría decir si era femenina o masculina...



La chica se puso de pie, alarmada y yo le pregunté qué pasaba.



-Al parecer... han conseguido encontrarte...



-¿De qué estás hablando?-pregunté, extrañado.



-Te mentí... Esto... no es... el paraíso.. -explicó-. Este es el mundo en el que el tiempo se ha detenido. Llega un momento en que todos olvidan por qué estan aquí. Yo tampoco consigo recordarlo.



-Debes marcharte, date prisa-añadió, con urgencia.



-Deberías venir conmigo...-le propuse.



Ella negó con la cabeza.



-Después de todo, sabes que somos diferentes...



La arena se alzó como un vendabal y empezó a cegarme, tanto que tuve que cerrar los ojos.



No veía nada, solamante había oscuridad y otras voces hablaron en mi mente, primero desconocidas y extrañas, luego familiares y después supe quien era quien.



Una lágrima salada salió de mi ojo, no de tristeza, sino de haber encontrado a quien tenía que encontrar

domingo, 12 de junio de 2011

Behind

-¿Por qué no vienes con nosotros?
No me digno a contestar a esa pregunta a nadie. Doy media vuelta, simplemente, y me marcho. Moviendo la mano como despedida.

Recuerdo muchas de esas conversaciones. Recuerdo las miradas incómodas, las preguntas y respuestas de la misma calidad.

Estoy cerca de casa. Estoy en el portal. Subo las escaleras, abro la puerta exterior, giro a la derecha. Llamo al timbre y no hay nadie quien me abra. Abro la puerta y a unos cortos pasos llego a mi habitación. La pantalla de la televisión está encendida y no pilla ningún canal, con lo cual todo se ve azul.
No me molesta una luz así, ni la música que oigo por los auriculares. Con lo cual me tumbo en la cama, mirando a la pared azul. No me duermo pronto, y lo que hago hasta dormirme es preguntarme demasiadas cosas. Mi mente no deja de pensar ni de imaginar.

Cuando el cansancio hace mella hago algo que me cuesta mucho: soñar. El sueño hay veces que no recuerdo y otros están en mi conciencia. Situaciones agradables y desagradables. Lágrimas y sonrisas.

Uno de esos sueños, pasó en la terraza de mi bloque de pisos. Allí arriba, observando el cielo azulado, las blancas nubes y el verde del bosque. No está mal la vista, y aun así, no encuentro lo que mi alma desearía encontrar.

Algo que no entra en lo material. Algo que puede ser mi propia salvación y a la vez mi propia destrucción.

¿Pensáis que hablo del suicidio? No, no va de eso.

He encontrado tesoros que pueden significar demasiadas cosas; todas ellas valiosas, y a la vez, peligrosas.

No es sencillo de entender, para eso deberíais conocerme. Y os aseguro que ni mis tesoros, ni los que lean esto, me conoceréis.

Mi corazón está muerto, al igual que mi esperanza está acabada y arruinada. La llama no volverá a prenderse.

Lo único que puedo ofrecer ahora es mi Corazón de Serpiente.
Daré un aviso, y no lo repetiré jamás:

Podéis confiar en mí, pero no debéis.

Kyle.

viernes, 3 de junio de 2011

El pozo de mi alma

Estoy en mi habitación. Sin luz. Con la pantalla de la tele que no pilla ningún canal y se muestra en un color azul.
En momentos así, me da de qué pensar de todo. Sobre mí, sobre lo que he vivido y lo que vivo, sobre lo que he sentido, siento y sentiré. No tengo grandes perspectivas.
Ya no espero que alguien acuda a mí, ni que yo acuda a alguien. Aquí, en mi refugio, tengo todo lo que necesito. Si el mundo me considera loco por ello, entonces, el mundo está loco. De hecho, lo estamos todos.
Partes buenas, partes malas. A veces, todo está en una profunda disputa. Otros se decantan por un lado y otros por otro.
En la negrura de mi alma, en la parte más oscura de mí, hay una rabia yo odio dormidos desde hace poco tiempo. Me refiero a un tiempo no superior a los seis meses. Para algunos será mucho tiempo, pero para mí no. Cuando se lleva odiando al mundo y a la gente que vive en él, solamente piensas en cosas... Como la manera de vengarse de cada individuo. Aún sigo pensado en ello, pero no tanto como antes, y nunca he llegado a hacerlo.
Toda esta frustación, toda esta negación no me ha servido, y aun así... me refugio en ello. En todo lo oscuro que pueda llegar a ser, en toda la maldad que puede haber en alguien, sea quien sea.
Si quiero cambiar por mí mismo, tal vez, lo haga en su cierto tiempo, pero no ahora.

Intento hacerme el frío, el duro y nunca llego a despiedado. No sé el por qué. Muchas veces... he deseado llegar a ser mucho peor que la gente que me infligió tal dolor y tal castigo. Tal dureza de la que vivir sufriendo y lamentándolo.

Deseos oscuros llenaron mi mente de un veneno. De una clase de veneno emocional que me corroía de odio. Que moriría de ese odio en mis venas. Aun sigue ahí, dentro de mí, pero adormecido.
Con todo, es como una bestia, a la provocación, al recuerdo del detalle, vuelve a despertar.
Al mínimo disgusto, es algo más que añadir a la larga lista... Tan larga...

Si alguien quiere un monstruo lo tendrá con creces. Si alguien quiere compañía la tendrá. Ofreceré lo que tenga que ofrecer pero no más. Tanta amabilidad por mi parte, tanta confianza mal gastada, me ha llevado a la desgracia. Todo por no encontrar a gente digna de ellas.
Dicen que el mundo es pequeño como un pañuelo. Como si todo fuese de casualidades. Pero el mundo es basto, grande pero cruel en todo su tamaño. No toda la gente es buena, y poca gente es merecedora de la verdadera amistad.
¿Quién merecerá la mía? ¿Quién me recordaría en un momento emocional desesperado? ¿Quién recordaría, si quiera, las conversaciones de antaño en un futuro?
Todo lo que yo pueda sentir, nadie lo comprenderá. No es algo tan sencillo que describir en palabras procedentes de la propia voz. La forma, mi forma de plasmar al detalle mis emociones están aquí, en un emulador de hoja blanca sin límite. Donde yo pueda expresarme, con comparaciones e ideas.

¿Quién me entenderá? ¿Quién juzgará mis actos? ¿Quién comprenderá por lo que he pasado y sufrido? ¿Quién comprenderá lo que necesito? Sé parte de la respuesta a estas preguntas que me hago: soy yo.
No es un gran consuelo. Sinceramente, me gustaría ser recordado por toda la gente que hay en mi vida. Menos las no gratas.

Un alma, una sombra en la oscuridad, un columna, un ala rota, un cuervo...