viernes, 3 de junio de 2011

El pozo de mi alma

Estoy en mi habitación. Sin luz. Con la pantalla de la tele que no pilla ningún canal y se muestra en un color azul.
En momentos así, me da de qué pensar de todo. Sobre mí, sobre lo que he vivido y lo que vivo, sobre lo que he sentido, siento y sentiré. No tengo grandes perspectivas.
Ya no espero que alguien acuda a mí, ni que yo acuda a alguien. Aquí, en mi refugio, tengo todo lo que necesito. Si el mundo me considera loco por ello, entonces, el mundo está loco. De hecho, lo estamos todos.
Partes buenas, partes malas. A veces, todo está en una profunda disputa. Otros se decantan por un lado y otros por otro.
En la negrura de mi alma, en la parte más oscura de mí, hay una rabia yo odio dormidos desde hace poco tiempo. Me refiero a un tiempo no superior a los seis meses. Para algunos será mucho tiempo, pero para mí no. Cuando se lleva odiando al mundo y a la gente que vive en él, solamente piensas en cosas... Como la manera de vengarse de cada individuo. Aún sigo pensado en ello, pero no tanto como antes, y nunca he llegado a hacerlo.
Toda esta frustación, toda esta negación no me ha servido, y aun así... me refugio en ello. En todo lo oscuro que pueda llegar a ser, en toda la maldad que puede haber en alguien, sea quien sea.
Si quiero cambiar por mí mismo, tal vez, lo haga en su cierto tiempo, pero no ahora.

Intento hacerme el frío, el duro y nunca llego a despiedado. No sé el por qué. Muchas veces... he deseado llegar a ser mucho peor que la gente que me infligió tal dolor y tal castigo. Tal dureza de la que vivir sufriendo y lamentándolo.

Deseos oscuros llenaron mi mente de un veneno. De una clase de veneno emocional que me corroía de odio. Que moriría de ese odio en mis venas. Aun sigue ahí, dentro de mí, pero adormecido.
Con todo, es como una bestia, a la provocación, al recuerdo del detalle, vuelve a despertar.
Al mínimo disgusto, es algo más que añadir a la larga lista... Tan larga...

Si alguien quiere un monstruo lo tendrá con creces. Si alguien quiere compañía la tendrá. Ofreceré lo que tenga que ofrecer pero no más. Tanta amabilidad por mi parte, tanta confianza mal gastada, me ha llevado a la desgracia. Todo por no encontrar a gente digna de ellas.
Dicen que el mundo es pequeño como un pañuelo. Como si todo fuese de casualidades. Pero el mundo es basto, grande pero cruel en todo su tamaño. No toda la gente es buena, y poca gente es merecedora de la verdadera amistad.
¿Quién merecerá la mía? ¿Quién me recordaría en un momento emocional desesperado? ¿Quién recordaría, si quiera, las conversaciones de antaño en un futuro?
Todo lo que yo pueda sentir, nadie lo comprenderá. No es algo tan sencillo que describir en palabras procedentes de la propia voz. La forma, mi forma de plasmar al detalle mis emociones están aquí, en un emulador de hoja blanca sin límite. Donde yo pueda expresarme, con comparaciones e ideas.

¿Quién me entenderá? ¿Quién juzgará mis actos? ¿Quién comprenderá por lo que he pasado y sufrido? ¿Quién comprenderá lo que necesito? Sé parte de la respuesta a estas preguntas que me hago: soy yo.
No es un gran consuelo. Sinceramente, me gustaría ser recordado por toda la gente que hay en mi vida. Menos las no gratas.

Un alma, una sombra en la oscuridad, un columna, un ala rota, un cuervo...

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