lunes, 29 de noviembre de 2010

Voces, deseos interiores...

¿La calma o la misma paz son inalcanzables? Yo creo, que sí.

En mi cabeza se oyen voces que se diferencian de la voz de mis pensamientos. Todo son dudas, todo es extraño, todo es complicado y a la vez tan simple. No sé si ser de esta manera voy bien, o si quiera, vaya por el buen camino. Pues esto que vivo... ¿cómo podría ser una vida en sí? Vivo pero no vivo. Dejo pasar el tiempo, tanto que ya no puedo recuperarlo. Por una parte quiero que corra todo rápido y otra que todo pase lento y pueda saborear cualquier momento y charla agradable, impedir que todo se vuelva oscuro pero, no puedo. Yo mismo sé que no podré liberarme si sigo así. La confianza es insegura, parece convincente, pero a veces se rompe por mi parte y me aislo más.

¿Más? Si solamente estás encerrado en tu cuarto, no sales y ni te relacionas con aquellos que estan a tu lado, que no estan físicamente contigo pero sí espiritualmente de alguna manera.

No tengo opción, me digo. No puedo evitar pensar en todas las opciones, en todos los caminos que pueden surgir o que podrían surgir en mi contra o en la contra de otros.


Estoy harto y sin embargo, no puedo ponerle fin a esto, a todo. Aunque crea que en la otra vida -sí la hay- estaré mejor o al menos en paz y sin ningún mal estar, pero estaré solo, sin ellos y ellas, tan pocos que a la vez es mucho que perder. Quiero acabar y si simplemente, pudiese llevarlos conmigo, lo haría... Incluso con ellos podría alcanzar la paz absoluta si estuvieran conmigo y no solamente en mi corazón.

Pues todo se vuelve oscuro...

lunes, 22 de noviembre de 2010

Alas caídas

-¿Por qué siempre veo tus ojos brillando?-preguntó ella, curiosa.
-No sé a qué te refieres -contestó él, con una medio sonrisa y evitando la mirada de ella.
-Sí, lo sabes -contraatacó ella-. Los veo siempre inquisitivos, fríos y decididos.
No contestó pero, estaba pensando en la respuesta adecuada pero evasiva o tal vez algo enigmático. Ella se le adelantó.
-Cuando estás solo estás diferente, tus ojos no tienen ese brillo, no tienen interés por nada de alrededor y miras embobado a ninguna parte, pareces melancólico.
-¿Tanto te intereso que me observas de ese modo?-preguntó él, sin coquetear, sin tontear, era una pregunta fría.
Ella no pudo contestar, la pregunta le pareció cortante y él parecía molesto y ella sin saber el por qué. Él le acarició su cabello negro lentamente y con un cariño que no mostraba jamás, y sin saber cómo después la despeinó y se alejó de ella.

Se había sonrojado en el acto en que él hizo eso, nunca la había tocado, ni abrazado, siempre mantenía las distancias y ahora eso...
Es diferente, pensó ella, con una sonrisa cálida que ni ella supo qué significado tendría.
Aquella noche tuvo un sueño, estaba ella sola en una oscuridad infinita y sentía que iba a caer y que estaba sola. Pronto apareció él, de una forma que le costó reconocerlo. Iba con la ropa de siempre, negro y gris. Sus ojos normalmente eran azules pero, ahí eran de color rojo, como la sangre y no solamente eso: unas alas rasgadas salían de su espalda. Le tendía una de sus manos. Y así acabó.

Se levantó sobre saltada en su dormitorio de la academia, sudorosa. No le hizo gracia aquella horrible imagen de él.
Él no es así, es imposible..., pensó, mientras iba a las duchas. Miró el reloj del pasillo, frente a la puerta del dormitorio y aún faltaban dos horas para las nueve en punto de la mañana, cuando empezaba el horario de la academia. Tenía tiempo de sobra para una ducha con agua fría y poder estudiar o escribir en su diario.
Después de la ducha, secarse el pelo y vestirse con el uniforme blanco de la academia, se dispuso a escribir en el diario, en vez de estudiar.

Querido diario:

Sólo llevo tres meses en este sitio y no tengo muchos amigos. Hay una chica que se llama Amy Ashford, es simpática y sincera conmigo pero, también resulta misteriosa como todos los alumnos de esta academia. Pero el más misterioso de todos es un chico de mi curso, que nuestros encuentros siempre son esporádicos y breves, no sé su apellido pero, al menos... sé su nombre. Matt. No sé si es amigo mío o algo relacionado a mí, pues pocas veces dice cosas de él y a veces es frío, demasiado frío y cortante, tambíen parece mayor que yo por su manera de ser...

Siguió escribiendo sobre Matt, luego sobre el poco trabajo de la academia, y esperaba que éste aumentara a lo largo del curso.
Sonó la gran campana del campanario. Antiguamente la academia antes de ser lo que era hoy, era un monasterio, las partes de los dormitorios eran de la parte antigua, pues éste había sido ampliado con nuevas zonas.
Estaba lista, el pelo lo llevaba recogido con una cola de caballo, cogió el lápiz y salió del dormitorio, siguiendo a la marea de chicas que se dirigían a sus clases...

sábado, 20 de noviembre de 2010

Males y respuestas esperadas

No era una cita se dijo así mismo. Ya le dijo lo que sentía y aguardaba desde hace un mes una respuesta. Pero la chica temía perder la amistad de él. Él sabía eso y también tenía miedo pero quería seguir adelante.

Sentados en un banco, acabándose una bolsa de pipas, estaban ellos en silencio y lejos el uno del otro. Se miraban y temblaban, y no solamente era por el frío de Diciembre. No sabían qué hacer ni qué decir. Hasta que una voz les llamó:
-¡Dominic! ¡Helena! ¡Oh, por fin os habéis decidido en salir como parejita!
Era Sergio, un compañero de clase con gafas de culo de botella, vestido con un pantalón de pana, zapatos y una camisa de cuadros y tenía algo de sobrepeso. Venía sudando hacia ellos.

Dominic lo miró y pensó: serás estúpido. Helena lo saludó con una sonrisa forzada, que Sergio creía que era sincera y volvió a abrir la boca para decir estúpideces:
-¿Y qué? ¿Ya ha habido besuqueos?
Los dos se preguntaron si el chico era tonto de remate pero no dijeron nada. Helena sonreía mientras oía tontería tras tontería de Sergio, mientras tanto Dominic lo maldecía mentalmente, pensando en cualquier clase de tortura que pusiese fin a la verborrea de su compañero de clase.

De repente se escuchó un leve: piuf. Y en poco rato, empezó a oler a un tufo demasiado fuerte para aguantarlo. Sergio se puso rojo y dijo que lo sentía y se fue avergonzado.
-Espero que no vuelva...-dijo Dominic.
-Y yo -dijo Helena, con una risa, pero no era una risa malvada hacia Sergio, más bien era de alivio. Apreciaban a Sergio, pero el chico era a veces muy insoportable.

Se alejaron del banco y del tufo que dejó Sergio tras de sí y empezaron a contarse chistes y aventuras de cada uno.
Al final, Dominic hizo la gran pregunta del rato:
-¿Tienes una respuesta para mí? Puedo esperar, eso ya lo sabes, pero ha pasado ya un mes...
-Sí, la tengo. Es un sí.
Ella le cogió de la mano y él la miró sorprendido y con una sonrisa que se dibujó en su rostro...











Esto amigos, es un relato fuera de lo habitual, dedicada a mi amiga Akasha Rain, que me pidió que hiciera un anuncio de cereales y yo le dije que no. Así que disfrutalo chica :P

viernes, 19 de noviembre de 2010

Derecho del incompleto

No era la Tierra pero, sí el Infierno. El bosque estaba marchito, no había ningún olor y, sin embargo, había esqueletos incompletos. Cadáveres de mortales, víctimas de criaturas demoníacas de todos los tipos, racionales e irracionales que saciaban su apetito con sangre y muerte. Los troncos de los árboles eran del color negro al gris, sin hojas.



Desde una distancia en lo alto, él caía, sin prisa, sin sobresaltos ni sorpresas y veía un lago de aguas totalmente oscuras, pues aquí, en el Infierno, no hay luz solar, o al menos no igual que en la Tierra. Hacía frío y él ya había llegado al suelo, ceniza más que arena. Observó el lago, estaba en una de sus orillas. Su cabello era largo, le llegaba pasados los hombros y era de un color negro, sus ojos azules lo veían todo y eran todo frío como lo era el acero. Su ropa era simple: unos tejanos rasgados, zapatillas de deporte negras y una camiseta negra que tenía bordada una palabra: jódete. Se arrodilló e introdujo una de sus manos en el agua y murmuró:
-Parshelass.
No pasó nada, esperó cinco minutos y algo provocaba un pequeño oleaje, entre las olas salió una mujer, no era humana pues su piel era de un color azul, mostraba una sonrisa misteriosa y dejaba ver unos colmillos finos y vestía una túnica de ningún color, solamente era tela que dejaba ver su cuerpo, como si estuviera desnuda delante de él.
La mujer caminaba por encima de la superfície líquida, sin hundirse, hasta que llegó cerca de él.
-Hacía mucho que no veías por mi averno, James -ronroneó ella.
-Déjate de estúpideces, engendro. He venido a por lo que es mío por derecho -dijo él, tajante y fríamente.
Ella lo miró con un disgusto evidente en su rostro y dibujando un tríangulo en el aire con una de sus manos murmuró:
-Whaursikus.
Y en sus manos apareció una espada. Ella era la Guardiana del Derecho, un raro rango para un demonio, pero existían y, pocos humanos como él sabían de su existencia. Y al fin, y al cabo, él no era un humano corriente.
La espada era demoníaca, incluso él notaba el poder que venía de ella, como electricidad estática en el aire. La empuñadura de la espada era negra y tenía bordado en el duro metal serpientes y la hoja de un color rojo brillante había runas que él había memorizado desde muy niño. Necesitaba el poder para poder vivir. Las runas de la espada decían: Sólo aquél que es un ser incompleto podría esgrimirme para defender lo que es suyo... El dicho no estaba entero, ésta era la hermana gemela de otra espada que él tenía que conseguir a toda costa. Necesitaba saber, necesitaba dejar de ser un ser incompleto y con ese poder lo lograría, si es que las leyendas demoníacas eran ciertas.

Con la mano derecha cogió la espada por la empuñadura y su poder le desbordó al principio. La empuñadura era como un imán, atraía a su mano, tanto que llegaba a sangrar, pero con los pocos segundos que pasaron, logró tomar el control. La manejó, haciendo movimientos arriba y abajo, sopesándola. Era una buena espada. Y con una media sonrisa en el rostro, atravesó a la Guardiana del Derecho con su nueva arma, y ella, con un grito de sorpresa dejó de existir. Su cadáver cayó sin vida, y su sangre demoníaca contaminó el agua.
-Perfecto -dijo él.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Estrella de alma plateada

Una noche de luna llena y un cielo completamente estrellado por miles de luces que pocas veces se podían ver por las farolas del pueblo. Alguien reía, y corría por los tejados y azoteas de los edificios de aquel pueblo pequeño, situado en el interior de la provincia de Cataluña, en España.


Aquel pueblo se llamaba Cardedeu y para ser un pueblo pequeño: tenía varios edificios de los cuales eran casas, pisos e incluso algunas oficinas, las tiendas estaban alejadas unas de otras, entre las cuales la mayoria no eran muy buenas y el resto las superaba, aunque, tal vez no mucho. También había pocas plazas y aún menos zonas verdes, las calles siempre estaban llenas de gente, a todas horas, y parecía que incluso muchos sobraban...


Un 11 de Noviembre del año 2007 empezaron a correr rumores sobre una figura negra sobre los tejados de los edificios, provocando ciertos daños a las estructuras, entre ellos grietas. Mucha gente intentó vender su vivienda o los locales que poseyeran y pocos pudieron irse. Cuando llegó el 25 de Diciembre la gente con más edad de Cardedeu empezaron a soltar comentarios sobre un diablo que aparecía por las noches. Muchos intentaron denunciar al responsable de aquellos daños estructurales y la gran molestia que sentían desde aquel frío Noviembre pero, la policía no podía hacer nada, pues pensaban que un ser humano que pudiera saltar de un edificio alto a un bajo y salir sin un rasguño era completamente imposible y dejaron el tema por imposible que era.


La sombra andaba por las calles con la capucha de la sudadera gris puesta, sus pantalones tejanos estaban rasgados y sus zapatillas de deporte negras en muy mal estado. Tenía la cabeza gacha, mirando al suelo y sonriendo para sus adentros. Esquivaba a la gente que tenía delante sin mirarla, simplemente las sentía. Sentía sus conciencias, las voces de sus pensamientos, su verdadera esencia. Oiría sus pensamientos si quisiera pero, la vida de los mortales dejó de ser divertida hace muchos años -por no decir siglos-. Pronto sintió la mente de alguien más poderoso que un humano, no oía sus pensamientos pero, podía detectar su posición si se concentraba lo suficiente. No era la mente de alguien como él, no había maldad pero sí un pequeño dolor o mal estar. Se deslizó entre el gentío, dejándose notar su presencia a aquella mente tan poderosa. Giró por la esquina de un callejón cercano y esperó. Nadie entraría estando él y aquella mente, ya fuese de alguien como él o de un enemigo.

No pasó ni si quiera cinco minutos y delante de él apareció algo muy distinto a algo que conociese. Una radiante luz surgía de aquel cuerpo femenino y pálido. Unos ojos azules se toparon con los ojos grises de él, la boca de aquel ser no mostraba ninguna emoción y él estaba sorprendido y a la vez contrariado por aquella luz resplandeciente. Solo vestía una túnica blanca y el cabello de color ceniza le caía lisamente pasados los hombros.
-Así que... ¿tú eres el moreodeador nocturno no es cierto?
La sombra no contestó a la pregunta del ser de luz.
-No eres un demonio completo, por lo que veo... Por lo que puedo ver hay aún humanidad en ti, poca claro está pero, sigue ahí. Eres de aquellos humanos que vendieron su alma para convertirse en demonios... Me repugnáis.
La sombra no se tensó, le afectaban sus palabras sin saber el por qué, pero simplemente sonrió amargamente y se alejó de allí. Dando la espalda a aquella mujer, fuese lo que fuese.
Le daba igual todo desde un buen principio, su pasado y ahora solamente le quedaba la nada. Pensó que era un demonio completo y sabía que, se engañaba así mismo. Mostraba el comportamiento de un demonio y el de un humano por igual. Pero había una gran diferencia entre un demonio -un verdadero demonio- y un humano: los demonios podían tener sensaciones humanos pero ellos eran algo más y no mostraban esas reacciones como los humanos y los humanos siempre sentían el flujo de esas sensaciones y sentimientos.

Pasado un més sin que el merodeador nocturno volviese a aparecer, la sombra volvió a una de las azoteas más altas de Cardedeu y allí mismo se purificó con su propio fuego infernal. No era el fuego con tonos azules, este era totalmente plateado. Se quemó durante varios minutos, era doloroso y gritaba por ello y al igual lloraba, todo había sido una equivocación, todo...

Pasado un rato el cuerpo de la sombra desapareció sin mas y ya solamente qedaba aquel fuego plateado, que se convirtio en una luz y subió a las estrellas, quedándose entre ellas.