jueves, 30 de diciembre de 2010

Sombras sin luces

¿Amar? No necesito amar. Nunca lo he hecho.
¿Querer? Sí, he querido. Muchas veces me siento vacío por mucho que quiera a esas personas de mi alrededor y otras me siento lleno de una alegría que me hace actuar como un idiota y bromear hasta un sin límite.

Mi mente y mi corazón son diferentes, y a la vez son sus iguales. Miedo y alegría. Todo se relaciona con mente y corazón. Están enlazados. Doy más importancia a mis pensamientos que a mis sentimientos. No lo he negado pero tampoco lo he reconocido.
Los sentimientos me van matando y mi mente como con mis ojos siguen en guardia. Con exceso de confianza he dejado heridas sobre mí espíritu y no solamente en esa parte de mi.
Dolor y más dolor. A veces algunos sentimientos buenos me alivian para después dejar un mal estar. Pensamientos y sentimientos.
¿Miedo? Lo tengo y hay muchas cosas que me pueden horrorizar. Observo y saco conclusiones. Buscando un por qué a todo. Quiero control cuando no controlo nada. Solamente he conocido más sombras que luces.
Quiero querer pero no ser querido muchas veces y a la vez no querer a nadie. Que el mundo me temiese y me evitase. Bueno, más o menos es así. Este recuerdo me hace sonreír siempre. Ríendome de mi mismo. Muchas cosas son irónicas y en mi contra.

Acepto todos estos sentimientos y experiencias y no voy a olvidarlas jamás.

Serán mí destrucción...

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sombra y Luz

Te observo desde las sombras. No me atrevo a mostrarme, pues no soy agradable. Nadie lo dice, pero yo me veo así. Te veo indecisa e insegura. Múestrate al mundo. Todo está a tu alcance y fuera del mío. No me sorprende, ni deseo nada. Tan sólo con observarte me conformo. Y sé que te asusto y que huirás. Como si yo fuera un depredador. No te das cuenta de que yo no soy nada, ni nadie. No tengo identidad para el ser humano, tan sólo para las sombras como yo. Nunca fuí mejor que nadie, ni prometedor. Solamente alguien caído en desgracia.
No me paro a charlar, no me paro a escribirte un SMS al móvil ni mandarte un correo. Solamente te observo y contemplo tus fotos. Tal vez sea eso lo que tenga valor para mí. Porque casi todo se ha vuelto irónico y en mi contra. Tu imagen me viene en sueños, con tus ojos luminosos y tu media sonrisa. No merezco nada y todo se me ha privado. No tengo derecho a nada, pero me permito el derecho de poder observarte. Y eso es algo que nadie me prohibirá. Ni si quiera tú.
Sigues indecisa y temes al mundo. Todo está a tu alcance, sal a la luz. Que el mundo conozca la luz de tus ojos.
No te importará que yo desaparezca de tu vida, pues en la luz yo no podré seguirte. Me quedaré atrás en mi mundo de sombras, engaños, muerte y traición. Aléjate de todo esto. Nada de esto te hace bien. Sal al mundo y date a conocer. Todo te irá mejor así. Sin oscuridad. Sal al mundo de la luz y deja lo oscuro. Yo ya no temo a perderte, pues sé que en el fondo no soy para ti ni para nadie como tú. Solamente conservaré los recuerdos que tengo de ti y tus imágenes, y te veré en mis sueños.

Me conformaré con eso si dejas este mundo de sombras...

jueves, 16 de diciembre de 2010

Dos tipos de pluma y una respuesta

Todo muere. Sólo hay una cosa que no muere: el espíritu. Y no muere jamás, pero sí desaparece y emprende un camino que todo el mundo desconoce.
Yo tengo un espíritu marcado por la oscuridad y el tuyo está marcado por la luz. ¿Por eso hemos de estar separados? ¿Tan distintos nos hace, tan diferentes? Lo dudo, con todas mis fuerzas, pero no puedo negarlo. No sé si mi oscuro espíritu te sirve a ti, pero está claro que el tuyo tiene efecto en mí.

Solamente porque tus plumas sean blancas y las mías negras no cambia nada. Hay un corazón latiendo pero encarcelado por las estrictas normas, por la estúpidez que tenemos en la mente y en el sentido común de que no somos el uno para el otro, o para alguien que no es precisamente uno mismo. Te veo entre las sombras y ni si quiera sé si yo tengo sombra, y tal vez, yo sea la tuya. Te sigo y tú intentas encontrarme pero no me encuentras.

¿Qué intentas?, preguntas al aire, donde yo puedo oírte perfectamente.
Nada, aclararte las ideas o confundirte más. Puedes elegir una de las dos opciones y yo lo haré, te respondo.

Un llanto. ¿De quién? ¿Tuyo o mío, o tal vez, de los dos? Yo ya te he dado las opciones, yo lo tengo casi todo claro. Ando confuso y tú lo estás aún más. Yo casi he salido de esto, pero mi corazón sigue siendo oscuro, como la tinta. Todo es oscuro. Solamente tú puedes darme la luz que necesito.

Plumas negras y plumas blancas.

¿Qué decides?, grito a mí vez, al aire, para que puedas oírlo.

Plumas negras y plumas blancas.

¡¿Qué me contestas?!

Silencio.

Esperaré tu respuesta, hasta que todo el mundo acabe y muera y sólo perdure nuestro espíritu...

viernes, 10 de diciembre de 2010

Señor y Señoras

Tengo veinte años, estoy en el paro y ya no tengo un techo sobre mi cabeza. Me despidieron del bar por dejar caer demasiadas bandejas y sólo tengo cincuenta euros en el bolsillo y no tengo a ningún familiar cerca, ni si quiera algún amigo o amiga.



Aquí estoy, de nuevo, en el bar donde trabajé tomando cerveza tras cerveza. Estaba ya de por sí borracho, pues de los cincuenta euros solamente me quedaban diez. No podía levantarme porque me mareaba, y tenía los brazos apoyados en la barra y sobre ellos mi cabeza. Un frío pasó por mi espalda al abrirse la puerta del bar, y no me giré para ver quién había entrado. Solamente miraba a la barra o a ninguna parte. ¿Dónde merecía la pena vomitar? Me hubiera gustado hacer encima de mi antigua jefa, pero eso sería montarle un pollo y creo, que no estaba para eso.

Alguien me tocó el hombro y me giré levantando la mano en forma de amenaza:
-No... se... toca...
Y una voz femenina y clara salió de la boca de una mujer bellísima. No era alta ni baja, tenía el cabello liso y negro, unos ojos azules con un color demasiado fuerte para ser de una persona que fuera humana, pero de eso me di cuenta mucho después y me dijo.
-Perdona, ¿te he molestado? Es que necesito fuego.
Con un gruñido metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta, buscando el mechero. No estaba ahí y miré en los bolsillos laterales, tampoco estaba ahí y finalmente busqué en los bolsillos traseros y lo encontré.
¿Tendrá gas? Porque ya no recuerdo la última vez que fumé un pitillo, me pregunté. Se lo dí y ella con rápidos movimientos cogió un paquete de cigarrillos Winston del bolso, sacó el primer cigarro que pilló, se lo encendió y me devolvió el mechero con rápidez. Nuestras manos tuvieron un leve contacto, apenas un roce y noté un frío poco habitual.
Volví a centrar la atención en la dura barra, apoyándome de nuevo sobre mis brazos.
Me aburro. ¿Qué puedo hacer? ¡Ah, ya sé! ¡Voy a mirar el escote de la Señora Winston!, pensé, sonríendo con picardía. Aunque a decir verdad no sabía si yo tenía de eso.
Miré de reojo a la Señora Winston y no me defraudé, sus senos eran algo que admirar.
Me pilló mirándola pero, ella solamente sonrió. De pronto, todo me daba vueltas y no me había levantado que yo supiera.
¡Zas! Me llevé un golpe contra el suelo. Contra el frío y duro suelo. ¡Normal que me haya mareado! Levanté la mirada y vi a mi ex jefa. Una señora grande, con caderas grandes, y con unos senos que parecían sacos de patatas, llevaba un moño de lo más ridículo y un traje de florecillas aún más ridículo y como siempre... tenía un puro en su boca. Lo agarró con la mano que tenía libre y me gritó:
-¡Fuera de mi bar, borracho!
Con gruñidos secos me levanté con esfuerzo y de pronto, una gran euforia entró en mi interior. Tenía que ser el acohol... seguramente.
-Puessss tú... tú.... ¡Eres una vieja virgen!- ni si quiera pensé lo que dije pero, me reí como si lo que hubiera dicho fuese una gran idea. Qué iluso era...
La mujer Caderas Anchas me lanzó un tortazo en toda la cara, pero no noté nada. Seguía riéndome. Pero de tal sacudida del golpe, me entraron naúseas y solté todo lo que comí en todo el día sobre el cuerpo de la señora Caderas Anchas. Y ella, asqueada, se fue corriendo y gritando, y se dio un golpe contra una de las puertas de los baños.
Miré a mi alrededor y todo daba vueltas y pensé un tíovivo, las vueltas que daban las helices. Y de pronto, pensé en escotes: en el escote de la Señora Winston y el asqueroso escote de la señora Caderas Anchas. Tenía que decidir, me dije. Fuí a buscar a la Señora Winston que tomaba un café, la cogí por los hombros y acerqué mi boca, torpemente, a la suya. Después del besito grité:
-¡Soy el Dios del Mundo!
Ese grito era para los presentes y luego fijé mi mirada a la sorprendida Señora Winston y le dije:
-También tengo algo para ti...
Otro besito bien dado, luego pasó a morreo pero de mi boca salió lo que quedaba en mi estómago...

Y después, todo se llenó de gritos.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Quemando el pasado

He visto muchas series, he leído mucho libros y he escuchado todas las canciones. Nada interesante queda ya. Solamente hay cosas que no tienen que ver con la realidad del mundo y hablan de otros mundos inconexos al nuestro. Diferentes realidades lo llaman.

He sido muchas cosas, he tenido muchos nombres y diferentes personalidades a lo largo de los años. Recuerdo cosas que eran más sentimiento que contacto físico. Soy el último y esto no ha acabado. Nadie cree en nada, ni en la magia, ni en un Dios o varios y ni si quiera en seres mejores que estén por delante de los humanos. Pero ni mi raza ni mis enemigos raciales no hubiéramos vivido como reyes sin ellos. No hay nadie más como yo. No estoy furioso, ni deseo venganza, pero tampoco puedo pasar de página, no tan fácilmente. No es que lo vea todo negro o blanco, simplemente no veo nada, ni si quiera un objetivo me guía. Sigo vivo y quiero seguir estándolo, pero claro, no puedo vivir sin luchar, así que seguiré con la guerra. Todos nosotros, mi raza y mis enemigos, cada ser individual de nosotros tenía un objetivo o varios, y otros solamente dejaban que los años pasasen, sin haberlos vivido, pues ya han asistido a demasiadas cosas de nuestro mundo y se terminan cansando.

Olvido lo que viví y experimenté en el pasado, y lo ignoro, no quiero recuperarlo. Mi memoria no es excelente y de hecho estoy loco, pero no voy a llegar a serlo como los Ancianos. Junto con mi pasado vivido he olvidado mi nombre antiguo y el nombre humano que yo elegí. Después de todo... hay tantos... Muchos más que el número de enemigos que tengo.

Hace unos años observé una serie ridícula, que no llegó a conmoverme pero, que veía cierta silimitud con el protagonista y su enemigo. El bueno y el malo. Todo se resume así, en bandos. Y los dos estaban solos. Un frente contra frente. No había nada que perder, excepto, la vida claro. Pero siempre había la manera que uno de los dos huía y juraba venganza. Yo estoy como ellos, huyo pero no pido venganza. Solamente lo entiendo. Hemos perdido la guerra y no acabará hasta que yo esté muerto. Tampoco busco las respuesta de por qué hay una guerra hasta la propia extinción. Tal vez, no la haya y todos que la conocían lo han olvidado. Todo es probable.


¿Créeis en el mal? Yo soy el mal y ahora sabed mi nombre que yo elegí de nuevo.
Me llamo... Dalek.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Alucinante a lo que he llegado

Nunca pensé en los milagros. Parecen todos demasiado perfectos para poder describirlos y sentirlos. Pero, como todo, se basa en los pequeños momentos. Una pequeña charla y alguna que otra risa. Pueden alegrarte parte del todo.

¿Cuándo me siento realmente feliz? En aquellos momentos en que soy capaz de bromear, dejar de lado por un momento lo malo. Algo que me cuesta y algo que sigo viendo mayor que mi felicidad propia. Sin ellos, tal vez, seguiría en la oscuridad. Sin una puñetera luz que me guiase por la oscuridad que me abruma.

No he vivido milagros como otra gente dice haberlos vivido pero, sé qué es lo milagroso en mi vida. Solo estoy perdido y sin rumbo en un océano de lágrimas amargas. Repitiendo para mí mismo: estoy completamente solo.

Aquí puedo admitir que no estoy completamente solo. Tal vez tenga a personas que valgan tenerlas cerca que lejos pero, de todos modos, me alegro de tenerlos de alguna manera.

Tal esto que escriba sea increíble, en plan hulk, solamente que yo no mido mas de dos metros y no soy verde, pero como dice alguien, no pienso mencionar su nombre, me gusta este misterio. Ella y otros me abrieron los ojos, y no solo los de la cara, también los ojos de mi alma y mi corazón. Que siempre habían estado ciegos.

Os doy gracias por ello, a todos y no solamente eso, sino decir, que os quiero, completamente con mi gran corazón que no me cabe ni en el pecho.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Muero por mi mano

Cuando llegué a casa todo estaba destrozado, las paredes estaban llenas de sangre de mi propia familia. Mi padre yacía inerte junto a mi madre, mis hermanos estaban muertos en sus respectivos cuartos. Murieron por culpa mía... por mi sombra.

El peor enemigo de alguien es el mísmisimo alguien. La oscuridad de dentro de mí salió a la luz, caminaba con un cuerpo exacto al mío. Él era yo y yo era él. Así que mi familia murió por mi mano... Las lágrimas me impedían ver bien, pero lo que hice fue volver a los cuerpos de mis padres, en el salón destrozado. Toqué el charco de sangre que bañaba a los cadáveres con los dedos, y me dibujé dos líneas verticales en mi rostro.

Tenía mi espada Redención atada en mi espalda, y no me di cuenta en mucho rato de que estaba ahí. No hacía nada útil estar ahí llorando. Ese lugar ya no era mi casa, pues mi oscuridad lo había profanado. El mal atrae al mal.

Yo era un pecado, y las demás personas que me rodeaban también lo eran. No merecíamos el suelo que pisábamos, ni el derecho de a ver visto la luz. Todos los que se cruzaban en mi camino acababan ensartados por Redención. Dejaba detrás de mí un camino de cuerpos sin vida y oí un zumbido, un escalofrío recorrió mi espina dorsal y sin saber cómo había parado con Redención el ataque de mi sombra, de mi espectro... mi oscuridad.

-Morirás conmigo, sombra -musité con poca claridad-. Mataste a mi familia y cuando te haya matado a ti... Me reuniré con ellos.
Una sonrisa torcida curvó mis labios. No era algo que yo desease, pues ya no me quedaba nada que valiese la pena, busqué el poder y acabé en desgracia y en desgracia moriría por mi mano.
Ninguno de los dos alcanzaba al otro, ataque tras ataque y finta tras finta... Eramos iguales y una idea se iluminó en mi mente.
Nunca se da la espalda ni a un cadáver, recordé. Un movimiento que nunca pude aprender y que siempre fue mi perdición.

Una estocada arriba, otra abajo. Todo era choque de espada contra espada, hasta que mi sombra en un ataque rápido en mi cara, que me produjo en una de mis mejillas y yo con eso pude introducir a Redención entre los pliegues de sus oscuras ropas.

Una vez muerto el espectro, yo también morí. Pues la sombra y yo éramos uno y no un ente separado como creía al principio de mi búsqueda...

lunes, 29 de noviembre de 2010

Voces, deseos interiores...

¿La calma o la misma paz son inalcanzables? Yo creo, que sí.

En mi cabeza se oyen voces que se diferencian de la voz de mis pensamientos. Todo son dudas, todo es extraño, todo es complicado y a la vez tan simple. No sé si ser de esta manera voy bien, o si quiera, vaya por el buen camino. Pues esto que vivo... ¿cómo podría ser una vida en sí? Vivo pero no vivo. Dejo pasar el tiempo, tanto que ya no puedo recuperarlo. Por una parte quiero que corra todo rápido y otra que todo pase lento y pueda saborear cualquier momento y charla agradable, impedir que todo se vuelva oscuro pero, no puedo. Yo mismo sé que no podré liberarme si sigo así. La confianza es insegura, parece convincente, pero a veces se rompe por mi parte y me aislo más.

¿Más? Si solamente estás encerrado en tu cuarto, no sales y ni te relacionas con aquellos que estan a tu lado, que no estan físicamente contigo pero sí espiritualmente de alguna manera.

No tengo opción, me digo. No puedo evitar pensar en todas las opciones, en todos los caminos que pueden surgir o que podrían surgir en mi contra o en la contra de otros.


Estoy harto y sin embargo, no puedo ponerle fin a esto, a todo. Aunque crea que en la otra vida -sí la hay- estaré mejor o al menos en paz y sin ningún mal estar, pero estaré solo, sin ellos y ellas, tan pocos que a la vez es mucho que perder. Quiero acabar y si simplemente, pudiese llevarlos conmigo, lo haría... Incluso con ellos podría alcanzar la paz absoluta si estuvieran conmigo y no solamente en mi corazón.

Pues todo se vuelve oscuro...

lunes, 22 de noviembre de 2010

Alas caídas

-¿Por qué siempre veo tus ojos brillando?-preguntó ella, curiosa.
-No sé a qué te refieres -contestó él, con una medio sonrisa y evitando la mirada de ella.
-Sí, lo sabes -contraatacó ella-. Los veo siempre inquisitivos, fríos y decididos.
No contestó pero, estaba pensando en la respuesta adecuada pero evasiva o tal vez algo enigmático. Ella se le adelantó.
-Cuando estás solo estás diferente, tus ojos no tienen ese brillo, no tienen interés por nada de alrededor y miras embobado a ninguna parte, pareces melancólico.
-¿Tanto te intereso que me observas de ese modo?-preguntó él, sin coquetear, sin tontear, era una pregunta fría.
Ella no pudo contestar, la pregunta le pareció cortante y él parecía molesto y ella sin saber el por qué. Él le acarició su cabello negro lentamente y con un cariño que no mostraba jamás, y sin saber cómo después la despeinó y se alejó de ella.

Se había sonrojado en el acto en que él hizo eso, nunca la había tocado, ni abrazado, siempre mantenía las distancias y ahora eso...
Es diferente, pensó ella, con una sonrisa cálida que ni ella supo qué significado tendría.
Aquella noche tuvo un sueño, estaba ella sola en una oscuridad infinita y sentía que iba a caer y que estaba sola. Pronto apareció él, de una forma que le costó reconocerlo. Iba con la ropa de siempre, negro y gris. Sus ojos normalmente eran azules pero, ahí eran de color rojo, como la sangre y no solamente eso: unas alas rasgadas salían de su espalda. Le tendía una de sus manos. Y así acabó.

Se levantó sobre saltada en su dormitorio de la academia, sudorosa. No le hizo gracia aquella horrible imagen de él.
Él no es así, es imposible..., pensó, mientras iba a las duchas. Miró el reloj del pasillo, frente a la puerta del dormitorio y aún faltaban dos horas para las nueve en punto de la mañana, cuando empezaba el horario de la academia. Tenía tiempo de sobra para una ducha con agua fría y poder estudiar o escribir en su diario.
Después de la ducha, secarse el pelo y vestirse con el uniforme blanco de la academia, se dispuso a escribir en el diario, en vez de estudiar.

Querido diario:

Sólo llevo tres meses en este sitio y no tengo muchos amigos. Hay una chica que se llama Amy Ashford, es simpática y sincera conmigo pero, también resulta misteriosa como todos los alumnos de esta academia. Pero el más misterioso de todos es un chico de mi curso, que nuestros encuentros siempre son esporádicos y breves, no sé su apellido pero, al menos... sé su nombre. Matt. No sé si es amigo mío o algo relacionado a mí, pues pocas veces dice cosas de él y a veces es frío, demasiado frío y cortante, tambíen parece mayor que yo por su manera de ser...

Siguió escribiendo sobre Matt, luego sobre el poco trabajo de la academia, y esperaba que éste aumentara a lo largo del curso.
Sonó la gran campana del campanario. Antiguamente la academia antes de ser lo que era hoy, era un monasterio, las partes de los dormitorios eran de la parte antigua, pues éste había sido ampliado con nuevas zonas.
Estaba lista, el pelo lo llevaba recogido con una cola de caballo, cogió el lápiz y salió del dormitorio, siguiendo a la marea de chicas que se dirigían a sus clases...

sábado, 20 de noviembre de 2010

Males y respuestas esperadas

No era una cita se dijo así mismo. Ya le dijo lo que sentía y aguardaba desde hace un mes una respuesta. Pero la chica temía perder la amistad de él. Él sabía eso y también tenía miedo pero quería seguir adelante.

Sentados en un banco, acabándose una bolsa de pipas, estaban ellos en silencio y lejos el uno del otro. Se miraban y temblaban, y no solamente era por el frío de Diciembre. No sabían qué hacer ni qué decir. Hasta que una voz les llamó:
-¡Dominic! ¡Helena! ¡Oh, por fin os habéis decidido en salir como parejita!
Era Sergio, un compañero de clase con gafas de culo de botella, vestido con un pantalón de pana, zapatos y una camisa de cuadros y tenía algo de sobrepeso. Venía sudando hacia ellos.

Dominic lo miró y pensó: serás estúpido. Helena lo saludó con una sonrisa forzada, que Sergio creía que era sincera y volvió a abrir la boca para decir estúpideces:
-¿Y qué? ¿Ya ha habido besuqueos?
Los dos se preguntaron si el chico era tonto de remate pero no dijeron nada. Helena sonreía mientras oía tontería tras tontería de Sergio, mientras tanto Dominic lo maldecía mentalmente, pensando en cualquier clase de tortura que pusiese fin a la verborrea de su compañero de clase.

De repente se escuchó un leve: piuf. Y en poco rato, empezó a oler a un tufo demasiado fuerte para aguantarlo. Sergio se puso rojo y dijo que lo sentía y se fue avergonzado.
-Espero que no vuelva...-dijo Dominic.
-Y yo -dijo Helena, con una risa, pero no era una risa malvada hacia Sergio, más bien era de alivio. Apreciaban a Sergio, pero el chico era a veces muy insoportable.

Se alejaron del banco y del tufo que dejó Sergio tras de sí y empezaron a contarse chistes y aventuras de cada uno.
Al final, Dominic hizo la gran pregunta del rato:
-¿Tienes una respuesta para mí? Puedo esperar, eso ya lo sabes, pero ha pasado ya un mes...
-Sí, la tengo. Es un sí.
Ella le cogió de la mano y él la miró sorprendido y con una sonrisa que se dibujó en su rostro...











Esto amigos, es un relato fuera de lo habitual, dedicada a mi amiga Akasha Rain, que me pidió que hiciera un anuncio de cereales y yo le dije que no. Así que disfrutalo chica :P

viernes, 19 de noviembre de 2010

Derecho del incompleto

No era la Tierra pero, sí el Infierno. El bosque estaba marchito, no había ningún olor y, sin embargo, había esqueletos incompletos. Cadáveres de mortales, víctimas de criaturas demoníacas de todos los tipos, racionales e irracionales que saciaban su apetito con sangre y muerte. Los troncos de los árboles eran del color negro al gris, sin hojas.



Desde una distancia en lo alto, él caía, sin prisa, sin sobresaltos ni sorpresas y veía un lago de aguas totalmente oscuras, pues aquí, en el Infierno, no hay luz solar, o al menos no igual que en la Tierra. Hacía frío y él ya había llegado al suelo, ceniza más que arena. Observó el lago, estaba en una de sus orillas. Su cabello era largo, le llegaba pasados los hombros y era de un color negro, sus ojos azules lo veían todo y eran todo frío como lo era el acero. Su ropa era simple: unos tejanos rasgados, zapatillas de deporte negras y una camiseta negra que tenía bordada una palabra: jódete. Se arrodilló e introdujo una de sus manos en el agua y murmuró:
-Parshelass.
No pasó nada, esperó cinco minutos y algo provocaba un pequeño oleaje, entre las olas salió una mujer, no era humana pues su piel era de un color azul, mostraba una sonrisa misteriosa y dejaba ver unos colmillos finos y vestía una túnica de ningún color, solamente era tela que dejaba ver su cuerpo, como si estuviera desnuda delante de él.
La mujer caminaba por encima de la superfície líquida, sin hundirse, hasta que llegó cerca de él.
-Hacía mucho que no veías por mi averno, James -ronroneó ella.
-Déjate de estúpideces, engendro. He venido a por lo que es mío por derecho -dijo él, tajante y fríamente.
Ella lo miró con un disgusto evidente en su rostro y dibujando un tríangulo en el aire con una de sus manos murmuró:
-Whaursikus.
Y en sus manos apareció una espada. Ella era la Guardiana del Derecho, un raro rango para un demonio, pero existían y, pocos humanos como él sabían de su existencia. Y al fin, y al cabo, él no era un humano corriente.
La espada era demoníaca, incluso él notaba el poder que venía de ella, como electricidad estática en el aire. La empuñadura de la espada era negra y tenía bordado en el duro metal serpientes y la hoja de un color rojo brillante había runas que él había memorizado desde muy niño. Necesitaba el poder para poder vivir. Las runas de la espada decían: Sólo aquél que es un ser incompleto podría esgrimirme para defender lo que es suyo... El dicho no estaba entero, ésta era la hermana gemela de otra espada que él tenía que conseguir a toda costa. Necesitaba saber, necesitaba dejar de ser un ser incompleto y con ese poder lo lograría, si es que las leyendas demoníacas eran ciertas.

Con la mano derecha cogió la espada por la empuñadura y su poder le desbordó al principio. La empuñadura era como un imán, atraía a su mano, tanto que llegaba a sangrar, pero con los pocos segundos que pasaron, logró tomar el control. La manejó, haciendo movimientos arriba y abajo, sopesándola. Era una buena espada. Y con una media sonrisa en el rostro, atravesó a la Guardiana del Derecho con su nueva arma, y ella, con un grito de sorpresa dejó de existir. Su cadáver cayó sin vida, y su sangre demoníaca contaminó el agua.
-Perfecto -dijo él.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Estrella de alma plateada

Una noche de luna llena y un cielo completamente estrellado por miles de luces que pocas veces se podían ver por las farolas del pueblo. Alguien reía, y corría por los tejados y azoteas de los edificios de aquel pueblo pequeño, situado en el interior de la provincia de Cataluña, en España.


Aquel pueblo se llamaba Cardedeu y para ser un pueblo pequeño: tenía varios edificios de los cuales eran casas, pisos e incluso algunas oficinas, las tiendas estaban alejadas unas de otras, entre las cuales la mayoria no eran muy buenas y el resto las superaba, aunque, tal vez no mucho. También había pocas plazas y aún menos zonas verdes, las calles siempre estaban llenas de gente, a todas horas, y parecía que incluso muchos sobraban...


Un 11 de Noviembre del año 2007 empezaron a correr rumores sobre una figura negra sobre los tejados de los edificios, provocando ciertos daños a las estructuras, entre ellos grietas. Mucha gente intentó vender su vivienda o los locales que poseyeran y pocos pudieron irse. Cuando llegó el 25 de Diciembre la gente con más edad de Cardedeu empezaron a soltar comentarios sobre un diablo que aparecía por las noches. Muchos intentaron denunciar al responsable de aquellos daños estructurales y la gran molestia que sentían desde aquel frío Noviembre pero, la policía no podía hacer nada, pues pensaban que un ser humano que pudiera saltar de un edificio alto a un bajo y salir sin un rasguño era completamente imposible y dejaron el tema por imposible que era.


La sombra andaba por las calles con la capucha de la sudadera gris puesta, sus pantalones tejanos estaban rasgados y sus zapatillas de deporte negras en muy mal estado. Tenía la cabeza gacha, mirando al suelo y sonriendo para sus adentros. Esquivaba a la gente que tenía delante sin mirarla, simplemente las sentía. Sentía sus conciencias, las voces de sus pensamientos, su verdadera esencia. Oiría sus pensamientos si quisiera pero, la vida de los mortales dejó de ser divertida hace muchos años -por no decir siglos-. Pronto sintió la mente de alguien más poderoso que un humano, no oía sus pensamientos pero, podía detectar su posición si se concentraba lo suficiente. No era la mente de alguien como él, no había maldad pero sí un pequeño dolor o mal estar. Se deslizó entre el gentío, dejándose notar su presencia a aquella mente tan poderosa. Giró por la esquina de un callejón cercano y esperó. Nadie entraría estando él y aquella mente, ya fuese de alguien como él o de un enemigo.

No pasó ni si quiera cinco minutos y delante de él apareció algo muy distinto a algo que conociese. Una radiante luz surgía de aquel cuerpo femenino y pálido. Unos ojos azules se toparon con los ojos grises de él, la boca de aquel ser no mostraba ninguna emoción y él estaba sorprendido y a la vez contrariado por aquella luz resplandeciente. Solo vestía una túnica blanca y el cabello de color ceniza le caía lisamente pasados los hombros.
-Así que... ¿tú eres el moreodeador nocturno no es cierto?
La sombra no contestó a la pregunta del ser de luz.
-No eres un demonio completo, por lo que veo... Por lo que puedo ver hay aún humanidad en ti, poca claro está pero, sigue ahí. Eres de aquellos humanos que vendieron su alma para convertirse en demonios... Me repugnáis.
La sombra no se tensó, le afectaban sus palabras sin saber el por qué, pero simplemente sonrió amargamente y se alejó de allí. Dando la espalda a aquella mujer, fuese lo que fuese.
Le daba igual todo desde un buen principio, su pasado y ahora solamente le quedaba la nada. Pensó que era un demonio completo y sabía que, se engañaba así mismo. Mostraba el comportamiento de un demonio y el de un humano por igual. Pero había una gran diferencia entre un demonio -un verdadero demonio- y un humano: los demonios podían tener sensaciones humanos pero ellos eran algo más y no mostraban esas reacciones como los humanos y los humanos siempre sentían el flujo de esas sensaciones y sentimientos.

Pasado un més sin que el merodeador nocturno volviese a aparecer, la sombra volvió a una de las azoteas más altas de Cardedeu y allí mismo se purificó con su propio fuego infernal. No era el fuego con tonos azules, este era totalmente plateado. Se quemó durante varios minutos, era doloroso y gritaba por ello y al igual lloraba, todo había sido una equivocación, todo...

Pasado un rato el cuerpo de la sombra desapareció sin mas y ya solamente qedaba aquel fuego plateado, que se convirtio en una luz y subió a las estrellas, quedándose entre ellas.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Mi sangre vertida

Pocas veces me he alegrado de vivir. Porque todo lo bueno que he tenido... me fue arrebatado.

¡Ya no queda nada! Una vida vacía, con risas falsas, mentiras y dolor.
Escribo esta carta para aquellos que quieran saber de mi destino.
Un destino elegido por mí mismo y aquí con un cuchillo en la mano, una herramienta básica, que me permitirá la paz eterna a cambio de mi sangre y mí dolor.

Aquí empiezo: suavemente rasgo la carne de mi antebrazo, con el cuchillo. Produciéndome cortes pequeños, que con el paso de los minutos empiezan a sangrar y a escocer.
Sigo este procedimiento por el brazo y la mano, y luego... empiezo igual con el otro brazo, y en la mano de esta extremidad: me dibujo una cruz hecha de cortes limpios.

Dicen que el dolor purifica pero, esto solo acaba de empezar... y sé también que el suicidio está prohibido... Que no podré ir al Paraíso, pero no me importa... Ya nada me importa... Solamente deseo el olvido y el silencio.

Después de dejar mis brazos y manos mutilados, cojo el cuchillo que dejé caer hace un rato y empiezo con cortes en puntos donde mis brazos llegan de mi espalda.
Los cortes se vuelven más profundos y el dolor cada vez más intenso, la sangre aún no se ha secado y sigo sangrando a raudales.

Cuando ya no queda nada en mi espalda... me fijo en las piernas y en mi pecho, sigo con cortes profundos y largos, heridas no demasiado mortales, pero estoy tan cansado...

Consigo levantarme del suelo y caminar lento, pintando las paredes con la sangre de mis cortes, salgo de casa y subo por las escaleras del edificio, hasta llegar al patio donde los vecinos tienden su ropa. La cual también pinto con mi sangre...

Me subo a la baranda de piedra y avanzo un paso que me hace caer al vacío...
La caída es lo primero que siento y cuando llego al suelo un dolor que no dura ni un segundo... porque todos mis órganos están destrozados...

viernes, 10 de septiembre de 2010

Winter


La cueva se ramificaba por las entrañas de la montaña y el acceso a ella, era un túnel demasiado grande como para haber sido algo natural: había sido ensanchado y justamente donde ya no había techo dejaba unas cuantas rocas a la vista, rotas, como si algo de una fuerza extraordinaria hubiera dado golpes a la mismísima roca de la montaña, haciendo una entrada como para que aquella cosa pudiera entrar.


Fuera de la oscura caverna nevaba, y una fría noche llegaba y acababa con el día, la luna iluminaba la zona de hierba delante de la entrada y unos ojos brillaban desde ella. Unos ojos azules que venían de un simple disfraz de un ser más grande. El paso lento del dueño de los ojos se hizo lento, o eso le pareció, porque con esa forma se sentía débil. Era un cuerpo tan pequeño comparado con el de su verdadera forma. Avanzó aún más lento cuando los copos de nieve caían sobre él y se derretían. El frío afectaba aquel cuerpo humano pero, sus ojos se posaron primero en la luna, luego en los árboles y después los cerró, dando paso a imágenes en su mente.


Unos recuerdos de un pasado glorioso para él, y ahora el presente e incluso el futuro eran algo vacío, carente de sentido. Así que dejó paso a su verdadero forma: haciendo desaparecer el cuerpo humano, un gran cuerpo de escamas plateadas apareció, el cuerpo de un dragón.

Desplegó las alas, alzó el cuello y miraba todo lo que había alrededor. Aquellos ojos seguían siendo azules, pero su mirada se volvió todo furia, haciendo acopio de su propio aliento de fuego, sopló su llamarada a su alrededor, quemándolo todo, derritiendo la nieve cercana y la que aún no había caído...


jueves, 9 de septiembre de 2010

Divagaciones

El sufrimiento que me provoca mi odio, mi ira junto a la rabia y el rencor en el mayor de los silencios en mi vida ya son algo de por sí, pero no he acabado con todo y nunca acabaré con todo. Nunca podré acabar con los sentimientos que hay en mi corazón y mi mente que me van matando y consumiendo. No parece ser así: pues hasta yo mismo siento aquella euforia en el momento, como si el dolor fuese mi víctima, como si yo fuese alguien que se rie de un exraño.

Parece mentira que pueda reirme de mí mismo. De ver como para los demás yo soy su tortura por aguantarme, algún castigo... Tal vez sea así, o tal vez no. No lo sé, pero a veces me divierte pensar que yo soy un instrumento de tortura.

Nunca conseguiré ese momento de paz que alguien busca en su vida, en un momento de la miserable vida y en un lugar y tiempo que aún están por venir.

Tampoco a la felicidad completa que ya de por sí es imposible, pues la felicidad la van haciendo los pequeños buenos momentos. Para mí... al final... esos recuerdos se vuelven amargos. Tal vez por mis pensamientos, tal vez por querer poner fin a la farsa que son algunas conversaciones y la misma vida. Mentira trás mentira he vivido y yo... casi ni mentía, hasta que aprendí que tal vez algo de todo sea una mentira. Una pregunta bien intencionada puede ser evitada por una simple respuesta que sea afirmativa, vagamente, y te quedas con las ganas de saber si era verdad aquella respuesta.

Sinceramente, muchas veces he llegado que mi camino debe ser la oscuridad, no porque haya decidido jugar un "rol" en la vida, ni de ir de chico misterioso que está lleno de dolor, no y jamás será así. Cuando nacemos siempre hay una luz que poco a poco se va apagando porque tiene que ser uno mismo quien busque su propia luz: ya sea en una persona, momentos...

La muerte es un camino que permite algunos o a todos el dejar de sufrir y aceptar el olvido y descanso eterno, pero yo no solo deseo dejar de sufrir, tampoco deseo el olvido eterno, deseo una vida como espíritu, como una imagen de mí que mi subconsciente elija para mostrarme a los demás en aquella otra vida, me gusta creer en una vida después de la muerte, sí. Tal vez sea una tontería para vosotros, para mí es algo que no quiero que nadie me quite, no quiero simplemente dejar de existir, si dejo de existir en cuerpo es porque así ya no tengo que sentir dolor por nada y porque así lo he querido, pero no deseo que me arrebaten esa creencia mía, de una existencia espiritual en otro sitio o en otro mundo.


Soy joven y seguramente un inexperto, y... tal vez no he sufrido como otros, porque sé que hay gente que lo puede pasar mucho peor que yo pero, para mí también es un grave problema lo que me pasa, lo que me sucede y lo que me sucederá. No me asusta el sufrir en todos estos años que viva, pero sí que me consuma lentamente hasta perder todo el gusto de querer vivir, ese deseo se va apagando más y más.


Solamente son divagaciones de alguien, unas divagaciones que tal vez os digan algo de mí, o que os parezca una tontería y... sinceramente: me la suda...

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Half demon

No sé el por qué de mis acciones. Nunca seré aceptado por la oscuridad de mi esencia. Tú fuíste la primera en ver la luz de mi espíritu, en ver la belleza de mi alma -como tú decías-.
Hago cosas por la luz y me alejo de la oscuridad, pero yo soy parte de esa negrura demoníaca.

Decías que todo cambiaría, que al final me dejarían estar entre ellos pero, solamente soy un instrumento; una marioneta que ellos utilizan para enfrentarse a estos señores de los demonios.
Evito toda compañía humana y en mis pensamientos siempre estás. Demasiado dentro de mí estás.

¿Cómo vivir así? Soy inmortal y no supe protegerte, me culpo a mí mismo por lo que te sucedió y ahora solamente disfruto de tu compañía siendo tú un espíritu. Algo enlazado a mí, te quedaste aquí por mí. No quiero que te enlaces a mí; yo quería que estuvieses allí arriba. En ese mundo donde tú decías que no había dolor.

Busco un perdón y tú me dices que no tienes nada que perdonar y aún así... ansío ser perdonado, por fallarte y tú intentas calmarme diciendo: Nunca te he culpado de nada, ¿viniste a por mí, no? Eso me basta.

Pero yo no puedo creerte, sigo estando así, lleno de una rabia y odio hacia mí mismo, como mis dibujos expresan el dolor a la soledad...

domingo, 29 de agosto de 2010

White, black and grey

Una gran luz cegó por un momento al mundo. La gente se asustó y empezaron a haber rumores, en pocas horas otra gran luz apareció y volvió a cegar cualquier visión.

En medio de un bosque de pinos, había un hombre rubio vestido de color gris, sus ojos azules eran penetrantes, su nariz era recta y pequeña y una mandíbula fuerte, ni demasiado grande ni diminuta. Veía la belleza del bosque, respiraba el aire limpio y con todo ello, se sintió feliz. Era hora de traer la luz a este mundo...

Llegada la noche el hombre estaba de un buen humor, tanto que reía solo. Miraba las estrellas maravillado y la luna le impresionó aún más. Pues era blanca, de un color blanco demasiado puro para este mundo. Lo que no sabía es: que llegado él al mundo para traer la luz, habrá alguien que vendría a traer la oscuridad de nuevo tras su llegada.

Unas estrellas fugaces surcaban el firmamento y todo el mundo las miraba maravillado, hasta él empezó a sentirse en una plenitud completa al ver aquel espectáculo. Poco a poco fue sintiendo una congoja en su interior. Aquel alguien, había llegado.

La mensajera de la oscuridad había llegado al mundo mortal, tras la llegada del mensajero de la luz. Su cabello azabache caía liso por su espalda, sus ojos marrones miraban el ambiente con aire frío e inhumano y sonriendo al ver que sus ropas estaban mojadas, pues se materializó en medio de un río. La ropa se le pegaba a la piel. Ella sabía donde apareció él y se puso a caminar lentamente, sin prisa al bosque de pinos, pero, a su paso, todo iba ardiendo en llamas. Los animales morían calcinados y los árboles con ellos. Llegada al punto del bosque donde apareció él, esperó.

Un ser que ya estaba aquí antes que ellos dos sonreía, todo surgía como lo que él esperaba. Todo según lo tenía previsto, pues así se lo imaginó en todos los años de su existencia y ya había llegado la hora de acabar su trabajo. También se puso en camino.
No tenía forma, aunque, podía expresar una sonrisa o una carcajada fácilmente, al igual que podía expresar dolor en una voz. Simplemente era una sombra que despertó el día en que hubo vida en el mundo y durante todo aquel tiempo esperó a la llegada de esos dos: del hijo del bien y de la hija del mal. Ya llegó al punto de encuentro y allí estaba ella quemando el propio ambiente a su alrededor...

Cuando él llegó... era demasiado tarde. El bosque había muerto y con él los árboles y los animales; su tristeza se veía en la cara y en sus ojos que ya dejaban caer lágrimas y miró con un odio que parecía que siempre hubiese estado ahí, pero era desconocido para él, pues apenas había comenzado a existir como una sola esencia. Convocó unas nubes con un movimiento ligero de la mano y todo asu alrededor acabó húmedo, apagando el fuego.

Ella no estaba sorprendida de sentir el odio que palpitaba en su corazón, y simplemente con una desconocida palabra unas llamas azules aparecieron en sus manos y chasqueando los dedos mandó las llamas contra el hombre que fue dado de lleno.

De pronto, aparece la sombra y mira todo el bosque con pena, pero, sabía que eso tenía que ser así. Y los hijos del bien y del mal se dieron cuenta de la aparición de la sombra, la cual los rodeaba a los dos y combatiendo con sus artes, con su propio elemento, se mezclaron con la sombra.

La sombra les susurró:
-No sois nada el uno, sin el otro. Os necesitáis, porque así es vuestra esencia gracias a mí. Ahora os odiáis por vuestra cercanía, pero, con la distancia os sentís incompletos y vacíos. Con mi compañía podréis hacer lo que os apetezca, siempre que uno contenga al otro sin destruíros.

Y así la sombra desapareció, se instaló en cada uno de los dos, dejando una marca en forma de estrella de seis puntas en la espalda y no medía más de un palmo de una mano.
Una última vez habló la sombra:
-Debeis seguir caminos distintos: el hijo del bien caminará con el Sol y la hija del mal caminará con la Luna y solamente cuando haya eclipse, podréis estar juntos...

domingo, 22 de agosto de 2010

Reina del Hielo

Este mundo ha sido creado por ella. Un mundo de fría escarcha, hielo y un profundo dolor.
Ella se llama Jade, y fue en su tiempo una chica como tantas otras. Pero en ella siempre había un vacío que su canto apenas podía llenar, y así en su mundo de hielo cantaba canciones y recitaba poemas de amor y muerte.
En el mundo de lo que la gente cree normal, ella no estaba. Al menos, no de manera completa. Sonreía cuando tenía que hacerlo pero, no con verdaderas ganas o hablaba cuando se le pedía su opinión pero, siempre vagamente. Hablaba poco y se encerraba en sí misma y en su mundo, que solamente estaba creado para ella y para alguien que fuese como ella.
Alguien que pudiera amarla de una manera infinita, alguien que... la... entendiera. Pues nadie o... casi nadie era capaz.

Así que, a su manera, se convirtió en la Reina del Hielo. Sus canciones volvía locos a casi todos los hombres, solamente aquel que pudiera comprenderla conservaría la cordura. Y todos fueron perdiéndo la cordura y morían congelados en aquel mundo oscuro y helado. Las Damas Blancas, que eran espíritus afínes a ella, cantaban con ella y lloraban cuando ella lloraba.

Nadie pudo sacarla de ese abismo, y todo aquel que lo intentaba, moría en el acto.
Corre la leyenda de que solamente ella dejaría ese mundo cuando encontrase a aquel o aquella que llenase el vacío de su corazón helado...

jueves, 19 de agosto de 2010

Infernal

El cielo es oscuro, mayoritariamente oscuro salvo, por las pocas estrellas que hay en el. La luna sale llena y de un color rojo que jamás pude contemplar.

El bosque está tranquilo y un viento frío invade el ambiente. Los lobos aúllan; comunicándose con los miembros lejanos de las manadas.

En un descampado estoy yo manejando fuego entre mis manos; creando llamas tan grandes como la palma de la mano, que iluminan mi rostro lleno de dolor, un dolor que nadie comprende, un dolor que me causa el mundo y yo mismo. Un dolor que jamás encontrará descanso en mi pecho.

Un rayo va hacia mí. Viene del límite del bosque y allí se manifiesta una luz plateada, que da paso a una forma de una mujer, baja y rubia ceniza, con unos ojos azules inquisitivos y divertidos; en su rostro aparece una sonrisa y luego se vuelve seria al darse cuenta de que no le hago caso, aunque haya dado esquinazo al rayo.

Las llamas de mis manos se hacen más grandes y ahora pequeñas bolas de fuego están a mi alrededor. Dos rayos de electricidad surgen de las manos de la mujer y los lanza contra mí. Me da tiempo a repeler ese "ataque" con mi fuego que surge de las manos, hasta que yo mismo ardo; es una escena tétrica. Me daba igual todo y quería acabar con ello, con toda la vida que hay en el mundo y cuando todo se hubiese consumido por el fuego, solamente quedaría mi propia destrucción.
-¿Por qué dejas que el dolor nuble tu juicio? -grita la mujer.
-Has visto lo que yo he visto y has sentido lo que yo he sentido. Sólo veo muerte...
-¡Antes veías la vida y lo bello en todas las cosas! - me reprocha.
-Ya no hay nada para mí...
-¿No estoy yo? -me pregunta.
Sonrío y no es una sonrisa agradable.
-Tú no eres para mí, aunque pensase que sí... Pero, solamente me engañaba a mí mismo.
Las llamas que me hacen arder pero, que no queman y que no consumen mi cuerpo se hacen más intensas y tu luz y tu electricidad tambien se hacen más brillantes y llegas a gran velocidad a mí y me abrazas, creando una tormenta de fuego y electricidad.
Momentáneamente me sentí completo, pero mis ojos se cerraron, las llamas pararon y tu luz se hizo intensa por el dolor que yo te transmití.

Acabaste con lo que yo no podía acabar: mí... sufrimiento.

No estaba físicamente ahí ahora, mi cuerpo desapareció hasta que solamente quedó una imagen que no paraba de sonreir y por una vez, pudimos cogernos de la mano.

jueves, 12 de agosto de 2010

Alas negras

Estoy en posición fetal. Estoy ausente en un lugar donde nadie puede llegar. Tapado con mis alas de plumas negras y absorto de lo que pasó a mi alrededor.

Lleno de pensamientos que no se califican de buenos o incluso de mal pensados. No he conocido otra cosa que mentiras y traiciones.

¿Qué es esa fe vuestra? ¿Por qué quereis cambiarme cuando ya estoy bien así en mi propio mundo? ¿Por qué no dejarme en paz y solo?

Hasta tú, que nunca habías puesto tu mirada en mí... haces lo que ellos hacen. Creais ideas y momentos futuros que nunca existirán, cosas tan impensables que yo no me veo capaz de hacer.

¡Yo ya estoy bien en esta oscuridad!

No sé lo que cae por mis ojos si lágrimas o sangre, pues toda emoción y esperanza cayó con la felicidad falsa con la que vivía.

Dejadme entre mis alas negras y olvidaros de este ángel caído que soy.
Dejadme con mi amargura y mi dolor, pues nadie logrará aliviar mi corazón, ni mis recuerdos...

Con mirada preocupada me miras desde las alturas.
Me pregunto: ¿por qué? ¿Por qué preocuparse de un caído cuando casi nadie lo hace? ¿Y... por qué tú y precisamente tú?

No conozco sentimiento que sea bueno, solamente algo que desgarra el corazón, desgarros que dejaron su marca inborrable en mi memoria.

¡Dentro de mi corazón hay lo que quiero! ¡No os necesito os digo!
Que no necesito a nadie...

¿Por qué me miras con esa cara tan llena de preocupación? ¿Por qué te entristeces y me compadeces? ¿Por qué intentas comprenderme?

Tú pasado es triste, como el mío pero, tú rebosas de luz, de sentimientos que están deseosos de ser mostrados a los seres queridos.

¿Qué tengo yo por mostrar, aparte de cicatrices que no son visibles pero que dejan su marca en mi recuerdo que permite que mi cara exprese esa tristeza?

¿Por qué me miras así? ¿Cómo es posible que en ti haya esa luz tan pura y en mí la más negra oscuridad?

Tus alas de luz iluminan mi posición, como si parecieses dispuesta a tenderme la mano. Me levanto receloso, con una mirada llena de odio y un miedo que he sentido en mi propia esencia durante mis pocos años de vida y lo que sentiré todos los años de ésta.
Ya has bajado, estás frente a mi.
-¿Qué haces aquí? -pregunto.
-Observarte...-dices con cierto miedo por mi reacción-. ¿Por qué dejas que todo esto te absorva? ¿Por qué vives en esta oscuridad eterna y no en la luz?
-Yo solamente he visto la luz de tus ojos... Déjame con mi dolor y mi pena...
Retrocedo unos metros dispuesto a irme, a cambiar de sitio donde volver a tumbarme y recordar todo aquéllo que me hirió. En cambio, tú te acercas más de lo que me gustaría.
Tu luz me ciega pero no es tan potente como para no poder ver tu rostro sumido en mi tristeza.
-¿Estarías dispuesta a estar conmigo y a ser la luz de mi esperanza?
Tardas en contestar, pareces aliviada y como si alguien te hubiese quitado un peso de en cima y respondes cogiéndome la mano y murmurando:
-Siempre.

lunes, 10 de mayo de 2010

Lluvia...

Los seres vivos tienen espíritus afines a ellos que les guíen en los sueños, que les canten canciones indicándoles el camino y su destino.
¿Los tendrán también los humanos destructores de este hermoso mundo?
Las montañas cayeron reclamadas y tragadas por el océano, algunos árboles, un grupo reducido cayeron con ellas y la mayoría fueron quemados y talados por los humanos.
¿Es su destino provocar el Fin del Mundo?
Ahora solamente quedan llanuras de nieve, arena, hielo y piedra, donde los humanos viven en su ciudades hechas ruinas, donde la poca hierba que crece, crece entre las rajuelas del suelo y los pocos árboles que quedan crecen igual que esta hierba o se encuentran en antiguos parques donde son como pequeñas junglas, donde insectos y ratas habitan.
Dicen que nosotros, los lobos, somos los Mensajeros que el mundo acabará y seremos los guías de todo ser vivo al Paraíso de la Luna...

lunes, 26 de abril de 2010

Grupo ficticio: Kai

En el escenario, con el batería, los guitarristas, el bajo y el cantante preparados para hacer su música. La gente gritaba de emoción del concierto, el primer concierto del grupo Kai.
Las guitarras empezaron a sonar, al igual que el bajo y la batería. Pronto se les unió un teclado, nadie lograba ubicarlo porqué no estaba en el escenario, sinó arriba, encima de las cabezas de todos.
La primera canción se llamaba:Price lament

I could not save, and now I pay the price of my lamentation, my curse.
I cry day and night, but my goal is in the spotlight.
Meet you in hell or the kingdom of heaven.

Knife in hand, walk through the flesh, to free my soul from this earthly existence, and live in the afterlife to be with you forever.

I'm a legend of misfortune, of genocide, massacres, murders and rapes.
This world is dead to me if you're not.
I've become a slave to my darker instincts: hatred, anger, sadness.


I want to end my life now!


La gente se animaba conforme la canción avanzaba. También habían logrado ubicar el teclado que estaba situado en una plataforma encima del escenario, algo peligroso para el que lo tocaba.

La canción siguiente: Betrayed.


I could not save myself.
Betrayed by my own, thrown into the water that burns, which wrecked and burned my body, making my wings arap like old clothes.
Consumed and deformed, God of water rises and turns me into a different being.
Vampire in life, devouring souls in the other.
It gives me the opportunity to carry out my revenge.
To give punishment to my siblings.
An eye for an eye!

La gente se volvió loca, mientras el cantante volvió ronca su voz para dar paso a su última canción de aquella noche...

domingo, 25 de abril de 2010

Signos

Vuelvo a pediros perdón. Pues ahora escribiré un texto que no tiene que ver con el dios Sin, ni con el Dhampir Seventh Death.

En muchas culturas se dice que la gente encarna a un animal. Ahora voy hablar de tres signos de pertenecientes al zodiaco chino/japonés, el occidental y otro que no tienen ninguna pertenencia, ni si quiera se le considera signo o... que es otro que ya existe pero con otro nombre.

Los signos son: la serpiente, el escorpión y el lobo

La serpiente es fría, puede ser certera con sus movimientos, se mueve lentamente pero con elegancia, su siseo suena tranquilizador, pero su mordedura puede ser fatal. En conclusión: te puede ser sincera o traicionera cuando le convenga.

El escorpión: no es ni sincero ni mentiroso, no es vanidoso ni malvado. Se protege con su agijón venenoso de gran tamaño, normalmente suele ser traicionero, solamente para resolver sus asuntos o problemas, pero ante todo se protege, incluso con otros como él.

El lobo: un ser sociable pero peligroso, suele ser tolerante pero no demasiado y no da demasiadas oportunidades. Es un cazador y no deja de ir a por sus objetivos por muy mal que esté.


Hay más signos que me interesan, pero no los pondre aquí.
Todo esto que he escrito, lo he escrito porqué es lo que me parece, cada animal, me parece ese sus carácter. Y en cuestión el que no tiene pero a la vez si tiene sitio en uno de los zodiacos chino/japonés y occidental es la serpiente, y el lobo no se le menciona en ningún lado, pero creo que hay personas que encarnan ese tipo de carácter.

Aquí por hoy, he acabado

sábado, 24 de abril de 2010

Sin, Siglo XXI

Los blancos se habían asentado por lo que sería toda América, sobre todo al Norte, y en el Sur habían solamente colonias de mestizos, portugueses, españoles y franceses.

Las tribus nativas, las gentes de Sin, vivían ahora en reservas o sino entre los blancos. Ahora reinaba una paz provisional entre las gentes de Sin y la gente blanca de su hermano sin nombre.

Sin seguía combatiendo contra la raza blanca, liderando una rebelión de nativos. Que como conté en el primer capítulo: podían transformarse en cualquier animal que deseasen.



Sin, para ser un dios, había vivido entre mortales, generación trás generación, combatiendo, muriendo y renaciendo, ni su hermano o hermanas lo habían hecho, pero él lo hizo con gusto, para defender sus gentes.



Los blancos seguían llegando a América, no a la guerra, pero se habían metido en la boca del lobo, pues Sin y los suyos los cazaban, incluso en pleno siglo XXI, donde las tecnologías ya eran modernas y dejaron de ser tan toscas, donde ya había un orden preestablecido por la ley de los blancos.

Sin no sólo combatía a los blancos, había desarrollado una segunda personalidad o mejor dicho dos, la del mortal y la de la bestia. Combatía con odio hacia los blancos que oprimían a las otras razas. Pocos nativos quedaban, solamente algunos miles, y su rebelión estaba formada por doscientos hombres, nativos originales, sus hijos y los hijos de éstos se unirían a la rebelión, pues así lo habían jurado.

Ahora él y sus hombres se movían por las periferías de la ciudad de Nueva York y Manhattan. Él con su cuerpo de cuervo observaba desde las alturas de una farola la gran metrópoli. Oía los gritos de las víctimas de los incendios, de las peleas urbanas entre bandas y eso lo detestaba, acabaría con todo eso.

Sin, el verdadero cáracter de Sin, nunca habría permitido que el odio se apoderara de él, pero no era perfecto, aún ser el mismo un dios. El cuervo voló por la ciudad, por las calles, por encima de los tejados, comunicándose con otras aves como él o de otras especies, leyendo sus pensamientos, viendo por sus ojos. Y justamente, en una de las entradas del Central Park vió como un hombre de piel negra sufría una paliza por unos matones jóvenes, blancos.

El cuervo dió un rodeo, acercándose a los frondosos árboles. Allí pasó de forma de cuervo a la forma de un lobo de color pardo de gran tamaño. Corrió entre el follaje, y llegó demasiado tarde para salvar al hombre de piel negra, yacía muerto, mientras los blancos le registraban por si tenía algo de valor. El lobo se acercó más, hasta estar a la vista de los humanos, que al ver a tan gran animal salieron corriendo. Sin no quería vertir sangre en Central Park, no más... ni aunque fuera de sus enemigos. Tomó forma humana y... vió como el espíritu del hombre dejaba atrás al cuerpo.

El espíritu miró al piel roja, agradecido y murmuró: Gracias. Y como respuesta recibió un pensamiento de la mente de Sin: Descansa en paz, hermano.


jueves, 22 de abril de 2010

Sin, Primer Capítulo

Siento amiga mía cambiar de historia tan rápidamente, en vez de seguir la historia del ángel Gabriella y el demonio Nath'Rezil, porque esta vez he pensado una historia diferente.
Trata sobre algo sobrenatural como siempre, pero nada de demonios ni ángeles, o sí pero no de la misma manera que lo entendemos de la manera del cristianismo, sea católico o ortodoxo, nada de ese tipo de cosas. Esta vez nos trasladaremos a otra cultura que no es la occidental, sino la norteamerícana, sobre las tribus indias de las Américas como los Sioux, los Tlinglit, los Iroqués o los Haida, cazadores y pescadores de salmones y mamíferos acuáticos.


Antes de que el hombre blanco pisara tierra americana, las tribus vivían en paz entre ellas o sino, haciendo la guerra a su manera. Las tribus eran diferentes entre sí, no solo culturalmente, también en las creencias pero a la vez tenían mucho en común. Decían que un dios llamado Sin creó el mundo en forma de cuervo, pero antes de que hubiese luz, solamente había oscuridad y la luz de la Luna, la única luz que habían visto sus ojos mortales. Se preguntaban ansiosos:¿Cuándo llegará la luz del día?
Nadie supo cómo, pero Sin creó al Sol, hermano de la Luna, y les ordenó que girarán alrededor de la Tierra para dar más vida a su mundo y hacer felices a sus gentes. Aunque las tribus tenían diferentes nombres para sus dioses, Sin era el principal, o más bien, él era todos los dioses.

Pasaron siglos y las tribus se desarrollaron hasta la llegada del hombre blanco que no era conocido aquí por las tribus, pero sí por Sin. Eran de la misma especie pero de otra raza, y Sin pensó que los hermanos blancos de sus gentes habían llegado demasiado pronto a esas tierras, no es lo que tenía planeado. Luego los hermanos blancos hicieron masacres por el oro de las Naciones Precólombinas, como así llamaron a los Aztecas, Incas y Mayas. Muchos murieron, eso destrozó a Sin, maldijo a los hermanos blancos, pero a la vez una maldición vino de parte de los blancos, la Peste Negra entre ellas y la Viruela. Siglos más tarde Sin se fue recuperando al ver que el hombre blanco perdía poder, pero vio como más hombres blancos llegaban y con armas más avanzadas y más matanzas se llevaron a cabo.

Sin estaba más que desolado, así que decidió vivir entre los mortales, para combatir a los hombres blancos que para las tribus americanas eran unos bárbaros de oscura alma. Sin fue testigo de cada generación de índigenas y hombres blancos, y que había casos que cada raza lograba convivir en paz e incluso lograban tener hijos mestizos, eso alegró en parte a Sin, pero no le quitó el odio que latía en él. Al decidir vivir entre mortales, el moría y volvía a nacer, siempre como un mortal, aunque era un dios. Cuando se llevó a cabo una guerra civil entre los blancos, la llamada Guerra de Indepéndencia, los blancos volvieron su vista al Oeste y al Norte, donde aun había tribus y tierras desconocidas. Sin siguió combatiendo contra la plaga, pero él no había creado a los hombres blancos, él había creado el mundo y a sus gentes, menos a los hombres blancos, ellos fueron creados por el hermano de Sin, el cual no tenía nombre. En realidad, en el mundo había cuatro dioses, Sin era el hermano mayor y su reino eran las Américas, el hermano contrario a Sin, el creador del hombre blanco, reinaba en Europa y África, después los dos hermanos tenían una hermana menor, llamada Leily que su poder residía en Asia y la pequeña Austrial que reinaba en la gran isla llamada casi por su nombre, Australia.

Sin hacía tiempo que no veía a sus hermanos, pero se vé que el hermano menor después de Sin, el creador del hombre blanco, le había declarado la guerra, la cual Sin perdió más o menos, perdió terreno, pero no a sus gentes... Pero quedaban muy pocos de cada tribu, los cuáles ahora vivían en reservas delimitadas por los Estados Norteamericanos. Sin se llenó de un gran odio hacia su hermano menor y su raza de indeseables. Seguía combatiendo y renaciendo, así siempre.

Ahora, dejemos la historia del mundo de Sin durante un rato, pues hay algo que quiero explicaros. Todo ser vivo, fuese animal o planta tenía espíritu, y los índigenas tenían el poder de convertirse en el animal que deseasen, cosa que habían hecho siempre.


miércoles, 21 de abril de 2010

¿Pensabas que estabas sola en la villa?

Ahora dejaré aparte la historia del Dhampir: Seventh Death, por otra historia que me pidió una amiga que siguiera. Pero tranquilos, Seventh Death volverá...

Le había dicho mi nombre: Nath' Rezil. Suerte que ninguno de mi especie nos vió. A mí, un demonio con un ángel, hablando como si nada. Ella y ningún ángel comprenden la lengua de los demonios.
Le había murmurado a los oídos: Nath' Rezil cormalair, que en lengua humana sería: Soy Nath' Rezil.

Ella no me había dicho su nombre verdadero, no, me había dicho su nombre humano y con eso me bastaba. Aún recuerdo su verdadera forma: sus alas de plumas blancas, perfectas, detalladas y frágiles, su cabello rubio pasando al plateado, sus ojos oscuros pasando al color azul flojo casi blanco.
Ahora me encontraba en una villa, rodeada de antiguas murallas que pertencieron a la Edad Media, como la llaman los humanos, esa villa se encontraba cerca de la ciudad llamada La Toscana, en Italia. Antes, en los primeros encuentros con Gabriella, fueron en Madrid.
La había seguido, y ella no se había dado cuenta, creo. Ella era unos cien o doscientos años más joven que yo, así que yo tenía mis ases en la manga para ocultarme mejor, sobre todo en mí forma humana. Y no pensaba enseñarselos a ella, porque no quiero que me haga esta jugarreta que le haré yo, aunque tarde o temprano me detectará.
Yo estaba en un tejado de un antiguo palacete, que ahora era como un pequeño hotel con sus habitaciones repartidas en tres pisos, sus cafeterías y salas de ordenadores. Ella estaba por supuestamente en uno de los cafés que estaban fuera del recinto del palacete. Sí, la vista de los demonios era bastante lejana. El tiempo que hacía era frío, al menos para un humano, porqué yo no podía notarlo, bueno, lo notaba, pero no me afectaba, ni a mí, ni a ningún demonio o ángel.
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El ángel con su forma humana, iba abrigada con una bufanda, pero iba como casi con ropa bastante ligera, casi como para verano y en realidad faltaba poco para esa estación.
Estaba nerviosa, se sentía observada y aunque un humano la observase no la pondría nerviosa, no, era algo con vida eterna, otro ángel tal vez, su percepción no era muy buena, ya que era ún ángel bastante joven, mil doscientos años tenía, pero debería saber si aquella amenaza era ángelical o demoníaca, pero no acababa de ubicarla. Era la misma sensación que tuvo cuando estuvo con él, en aquella plaza de Madrid, con el demonio llamado: Alexander.
-¿Será él? -se preguntó, en voz baja a ella misma.- No, no puede ser. ¿Por qué mostrar tanto interés por mí? Soy su enemiga...
Estaba confusa. Se puso de pie de rápidamente y miró a su alrededor de nuevo. Alguien se acercaba, podía olerlo, notarlo y al final ubicó la posición de quien la observaba.
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Me había bajado del tejado del palacete y me dirigí a uno de los oscuros callejones de la villa, cerca del palacete, cerca del café, donde la tenía a la vista, allí seguramente ya me habría detectado e incluso visto.
Iba vestido con mis habituales tejanos caídos y una sudadera negra bastante ancha, y estaba claro que estaba con la capucha puesta. Para que ella pudiera ver mis ojos verdes, hasta que los puse del color rojo intenso, rojo sangre.
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Lo vió, era un demonio que se acercaba a ella. Vestido con unos tejanos caídos rasgados y una sudadera negra ancha, tenía puesta la capucha, con lo que no podía verle la cara, pero sí los ojos rojo sangre y llevaba una espada detrás de su espalda, dentro de la vaina.
No puede ser, pensó ella, sorprendida.
Él caminaba lentamente hacia ella, sin prisa, pero tardó poco en llegar hasta su destino. Cuando llegó se quitó la capucha. Sus sospechas eran correctas, era él. Sólo había una diferencia, su pelo era más largo, y peinado hacia atrás.
-Hola, pequeña -saludó él, riéndose.

jueves, 15 de abril de 2010

Seventh Death, liberación

El despacho estaba inmaculado pero bastante oscuro. Varias velas iluminaban los cuadros de ángeles que había colgados en la pared. La estancia era grande de por sí, contaba con una gran mesa y con un escritorio más allá, en un sillón trás el escritorio se hallaba un hombre viejo pero de gran tamaño, tenía arrugas en la frente y en las comisuras de la boca, no solía tener arrugas, y eso quería decir que era una mala señal, que algo malo había pasado.

Delante del hombre había una mujer rubia, baja, bastante baja comparada con él. Vestía como una colegiala pero en versión prostituta y en la oreja llevaba un comunicador por radio. Al parecer, alguien esperaba órdenes.

El hombre se levantó y habló débilmente, pues ya era bastante viejo.

-¿Qué personal tenemos disponible ahora mismo, Slania?

La mujer con pinta de colegiala-prostituta tardó en contestar. Habló en voz baja varias veces, repitiendo: Negativo.
Miró cara a cara al hombre sentado en el sillón.
-No tenemos personal disponible, señor. Nadie, excepto a Seven Death...
-Hum. La Séptima Muerte solamente.
Se meció el bigote gris, pensando en si era buena idea enviar a aquel agente tan imprevisible y el más peligroso.
Tras pasar cinco minutos exactos se decidió. Habría que correr el riesgo de liberar a Seven Death.




En las catacumbas, varios pisos más abajo del despacho estaba él. En una celda, donde los barrotes estaban electrificados y eso le debilitaba bastante si los tocaba.
Parecía a simple vista un joven de veinte años y en realidad tenía ciento veinte. Tenía una cicatriz en el ojo que le atravesaba de lado a lado, iba rapado como los militares, su boca estaba abierta y dejaba ver unos dientes blancos con unos colmillos ligeramente largos. Era delgado pero alto, con brazos y piernas flacas pero con un poco de músculo. Una persona normal se pensaría que sería un enclenque en velocidades, pero quien llegase a pensar eso, estaba realmente equivocado. Tenía una rara enfermedad en los ojos, que le hacía tener los ojos de diferente color. Uno era de color rojo y otro azul que brillaban en la oscuridad de las catacumbas, donde oscuros seres también estaban encerrados.

De pronto, en el pasillo de su celda se abrió una puerta, dejando pasar una luz que le cegaba un poco, pero sabía por el olor que saldría de aquel agujero pronto. Una silueta mediana de una mujer que vestía como una colegiala se acercaba a su celda. Varios monstruos gruñeron al ver acercarse a la humana, considerándola una presa. Unos pasos más y la mujer ya estaba en frente de él.
-Hola, Slania. ¿Ya has acabado de lamerle el culo al seboso? -preguntó el chico, el agente Seventh Death, sonríendo. El agente encerrado se rió de su propia pregunta.
La humana por su parte, lo ignoró. Apretó un código, desactivando los barrotes electrificados.
-Vaya, gracias -se alegró él.- ¿A quién hay que matar, Slania?
Ella le abrió la puerta y lo miro asqueada y disgustada, no le gustaba el agente Seventh Death por ser lo que era, por ser algo a lo que combatían y no respondió a su pregunta.
-Vaya, sigues igual de sosa que siempre -dijo Seventh Death.
Ella caminaba rápido y él... bastante lento, estaba débil y necesitaba su suero de sangre, sino no tardaría en alimentarse por su cuenta.
Salieron de las catacumbas, y caminaron por pasillos de color gris, donde el suelo era totalmente blanco, pero con algo de polvo. También subieron escaleras y esto supuso un gran reto para Seventh Death pero la humana hizo caso omiso.
Cada vez él notaba la sed, no era el mismo tipo de sed que sus congéneres de pura raza, pero sí con un poco de la misma fuerza e intensidad. Las escaleras se le hicieron eternas, y encima se mareaba porque eran en forma de caracol, era un edificio construido bajo tierra y en la superficie, donde a estas horas era de noche. Slania, la humana, era la encargada de darle su suero, pero si no se lo daba, él acabaría con ella... y transformándola en algo que ella odiaba en lo más profundo de su alma. Sonrió ante la idea.

Cuando se acabaron las escaleras de caracol, pasaron por pasillos alfombrados, con alfombras árabes de todos los colores posibles. Más allá había una puerta doble, donde estaba el Director o como le llamaba Seventh Death: El Seboso.
Slania abrió la puerta, dejando pasar primero al lento y sediento agente. La visión nocturna de éste se acostumbró a la luz de las velas, dejando pasar los colores rojos de sus ojos de la infravisión, al modo normal, el rojo y el azul.
-Hola, Séptima Muerte -saludó el anciano del sillón, débilmente.
Seventh Death no dijo nada, no respetaba al Director, ni a ninguno de los otros agentes de la corporación, ya que él era el único agente al que encarcelaban tras una misión. No tenía el libre albedrío por su naturaleza.
-Sé que deseas el suero, pero antes de eso quiero que cumplas una nueva misión -adivinó y sugirió el anciano.
-¡Si quieres vivir más te vale que me lo des ya! ¡No sé cuando podré aguantar la maldita sed!-gritó el sediento agente.
-¿Cuánto hace que no te dan el suero, hijo? -preguntó el anciano.
Sevent Death rió al oir eso, esa manera en que lo llamaba.
-No lo sé, Seboso. Al parecer tu prostituta me odia tanto que desea verme muerto -respondió, sonríendo maliciosamente. Quería alterar a Slania.
Pero ella ya estaba tan acostumbrada a sus insultos que ni se inmutó, pero eso ya era pasarse de la raya, así que desenfundó una pistola debajo de su falda de colegiala y apuntó a la cabeza de Sevent Death. Pero él fue más rápido, se apartó y le inmovolizó los brazos, luego las piernas cruzandolas con las suyas propias.
-Estaré débil, pero NUNCA... y repito NUNCA... subestimes a un Dhampir como yo. Porque puedo matarte y beber de ti hasta la muerte o hasta convertirte en aquello que tanto odias -amenazó él.
Ella como respuesta no se resistió más, había perdido ésta vez.
El Director sabía que pasaría aquéllo, así que mientras el agente amenazaba a Slania, sacó una pistola con un suero de sangre y disparó a la espalda del Dhampir. Era viejo, pero había combatido a los Dhampirs y vampiros desde hace más de sesenta años.
Seventh Death, al notar el impacto del tranquilizante suero de sangre, vió como lentamente recobraba su poderes y soltó a Slania, tirándola al suelo.
-Gracias -agradeció el Dhampir.- Aunque me apetecía incarle el colmillo.
¿Cuánto hacía que no se alimentaba en condiciones?

miércoles, 14 de abril de 2010

Código: El fantasma

Por una decisión dejé morir a todo mi pelotón. Cincuenta hombres y mujeres dispuestos a sacrificarse por su patria, pero esta vez los sacrifiqué yo, por el bien de un bien mayor.

Me llaman: El Fantasma. Porque no siento nada, los sentimientos me traspasan el alma como si de una aguja atravesara la ropa, como si se tratase de eso.

Recuerdo como una mujer de mi pelotón me dijo: Se fuerte, si no es por ti, hazlo por nosotros, intenta ser humano, así... tal vez... dejes de ser un Fantasma...
Y así murió, esas fueron sus últimas palabras que me calaron hondo, en mi corazón.

Desde entonces, ando meditabundo, pensando en qué podría hacer para dejar de ser El Fantasma.

Y en una batalla reciente, en el frente, nos dieron órdenes de retirada total.
Pero yo me quedé, defendí a todo marine para que pudieran volver a casa.


Después un disparo en la pierna me alcanzó, luego uno en el brazo y consigo al pecho. No morí al instante, ya que me remataron al llegar las tropas enemigas.
Cuando llegaron, recordé las palabras de aquella marine y sonreí.
Dejé de ser El Fantasma...

martes, 13 de abril de 2010

El duelo del Inquisidor

Tras entrar en la casa y ver el cadáver de Rho en el pasillo, se me herizó la espalda, tras registrar la casa en busca de más cuerpos, encontré el cuerpo de mi amada, mi esposa Han. Me acerqué al cuerpo sangrante, le cerré los ojos que miraban al vacío y grité de rabia, tristeza, furia. Algo que nunca experimenté.

Me llaman Inquisidor, porque era quien organizaba las tropas de mi raza, quien cazaba a los herejes, y ahora... Los míos ya no combaten por honor, sino por poder, y dicen que soy un demonio.

Matando a Rho y Han, me habían desafíado públicamente y ahora tocaba jugar mis cartas. Acudiría a su llamada, a la llamada del duelo del Gran General.

Cuando llegué a la plaza pública él estaba allí, y no solamente él, sino todo mi pueblo. Mi linaje había caído, sólo me quedaba el rango de Inquisidor.

Me acerqué más al Gran General, que iba armado con su gran espada de hierro, en cambio... yo llevaba una espada energética nada más. Corrí hacia el y me desgarró la armadura y un chorro de sangre brotó de la brecha, demasiada sangre como para seguir vivo, pero en ese ataque, yo logré clavarle la espada energética en los intestinos. Mi enemigo había caído, y yo tambíen caí al suelo, perdiéndo la consciencia. Pero antes de eso, me vinieron recuerdos de los avisos de Rho y las risas de Han.

Así morí, iba a reunirme con los míos, y los había vengado.

Loki y Odín

Loki observa desde los oscuros palacios de Jotunheim, hogar de gigantes, a su hijo Fenrir condenado y atado a merced de los otros dioses nórdicos.
Esto no le gusta nada, que uno de sus hijos haya sido condenado, y su hermano Jormundgander, una serpiente que nada en los mares del Báltico y del mundo, más bien rodea el mundo, también haya sido condenado por la eternidad vivir en los mares y no vivir en tierra.

Por suerte, el lobo Fenrir le dió dos nietos, dos lobos jóvenes llamados Hati y Sköll, que perseguían a los dioses del Sol y la Luna para devorarlos.

Cuando pasara eso se llevaría a cabo el Ragnarok, el Fin de los Dioses.

Loki, dios de las mentiras, el mal y el fuego preparaba a sus huestes de gigantes contra los palacios de Asgard, hogar de Odín, padre de todos los dioses. Y Odín preparaba a los Heinheriar, los guerreros caídos y traídos a Asgard por las valkirias.


Con todo esto, con la llegada del Ragnarok, se decidiría el destino de los dioses, el hombre y el mundo

sábado, 10 de abril de 2010

Cadenas

Pasan los meses y mis cadenas son cada vez más pesadas. Pasan los años y en mi interior no envejezco. Soy eternamente joven, pero para mal.

No desarrollo las facultades que tendría que tener en la edad adulta. Es como si... no evolucionase.
¿Será que no querré evolucionar o que es tan profundo el dolor que me hicieron que instintivamente hago un muro a mi alrededor? Quisiera saber la respuesta.

Sé que tengo salidas de estas cadenas que me atan, pero nada más mirar esas salidas retrocedo, asustado y temblando.

Me río de mí mismo.

Soy como Fenrir: un gran lobo de la mitología nórdica, hijo del Loki y una hembra de los gigantes, pero éste cayó por su orgullo, se pensaba que podía romper todas las cadenas que le atasen, pero los dioses nórdicos le engañaron.

Yo no caí por orgullo, sino por miedo a todo...

Esto es otro lamento más de un pesimista...

domingo, 4 de abril de 2010

El cazador de la oscuridad y la caminante de los sueños

Un vano sueño.
No quiero que vengas aquí, pues solamente te esperarán penurias.
Una vida de dolor y rechazo a uno mismo. ¿Eso es lo que quieres?

No me busques caminante de los sueños, pues no encontrarás las huellas de este cazador.
No puedo guíarte por un sitio que no llegarías a comprender. Porque si no me comprendes a mí, que supuestamente sería tu tutor, no comprenderías ni entenderías este mundo de oscuridad.

Un mundo donde los demonios acechan para hacerte cualquier cosa. Y hay muchos, caminante de los sueños... Deja de seguirme en la oscuridad, con esa luz tuya. Pues atraes a todo peligro que haya alrededor y no puedo protegerte de todo peligro. A muchos he perdido y así me hice cazador.

No creo que quieras pasar por mi experiencias, y sin embargo dices que te resulta atractivo este mundo de negrura.

Por última vez, vete. Tú corazón latente atrae a todo ser de mal y nos pones en peligro a los dos.

Vuelve a la vida de los sueños de la luz, caminante...

Aquí nos despedimos.

Vuelve al hogar

Vuelve al hogar,
mi corazón.
Vuelve al hogar,
a nuestros montes.
Vuelve al hogar,
en las llanuras que perteneces.

¿Adónde os guiaron nuestros conquistadores?
¿Cuándo volveréis? ¿Cuántos volveréis?

Vuelve al hogar,
mi corazón.
Vuelve al hogar,
a nuestros montes.
Vuelve al hogar,
a las llanuras que perteneces.

Todo tu pueblo ansioso espera, hasta que algún día al fin regreses...

viernes, 2 de abril de 2010

Teoría del Caos. Capítulos I y II

Capítulo I

Sobrevivo como puedo, sin lujos, sin amistades.
Andando por el andamio voy.

Alcanzarte sería tan difícil,
tanto deseo por cogerte de la mano,
por darte un simple abarazo.

¿Qué es vivir?
¿Qué es vivir?
¿Quién elige morir?
¿Quién elige morir?

Dicen que vivir es más que sobrevivir: es evolucionar y desarrollar diferentes facultades de uno mismo.

¿Qué me lo impide? ¿Mis pensamientos? ¿Mí forma de ser?

No lo sé y no tengo respuesta a tanta pregunta.
Yo no vivo, ni evoluciono ni desarrollo nada.

Pertenezco a una raza ya extinta.
Qué difícil sería coger la mano que me ofreces.

¿Qué provocó nuestra extinción?
Sigo sin poder cambiar.
¿Será que no podré o que no querré?

Esto es un caos que provocamos nosotros mismos,
cada uno de nosotros.

Lilac es mi nombre y escribo mis últimas palabras de la raza ya extinta.
La raza a la que pertenezco; ¿dónde estará el cielo de mi raza? Si es que hay tal cosa...


Capítulo II

Con el paso de los años he logrado saber el por qué de nuestra extinción.
Los seres más complejos físicamente al entorno podrían sobrevivir, pero ¿podrían aceptar el cambio a sus vidas para vivir otra totalmente diferente?

Eso nos llevó a la extinción.
Es lo que se llama teoría del caos.

QUÉ DIFÍCIL ES SABER EL POR QUÉ NO PUEDO ALCANZARTE.

Nosotros no quisimos cambiar y eso nos llevó a la extinción,
no evolucionamos.
Yo voy por el mismo camino, no cambiaré, moriré y será la perfecta extinción.

La verdadera extinción de nuestra raza.

¡NO HAY SALVACIÓN, ESTO ES LA TEORÍA DEL CAOS!

martes, 30 de marzo de 2010

Adiós

-No pude...
Entre sollozos, odio y rabia, mi pelo plateado cubría mi rostro, impidiéndoles ver a mis amigos o enemigos mis lágrimas amargas. Los latidos de mi corazón se hacían cada vez más rápidos e intensos, miles de recuerdos venían a mi mente. Recuerdos relacionados con ella y conmigo, con todo lo que sería nuestro futuro...
Ahora no habría un futuro, solamente un presente que no viviría por mí mismo. Viviría por las vidas de mis amigos, como antaño hacia, antes de conocerla. Yo era el responsable de protegerla... y... no... pude...

Aquéllos paseos en barco, en el Natselane, que tanto disfrutábamos viendo el mar y las olas.
Nuestros abrazos, besos y conversaciones habían acabado para siempre.
-¡No pude! -grito con todas mis fuerzas-. No pude salvarte..., siempre te he fallado y ahora... nada queda ya...

Con mis garras desgarro mi piel, escribiéndo tu nombre en mi cuerpo. Siento el dolor, malgasto mi furia en mí, en vez de con el enemigo...

Adiós, querida...

domingo, 28 de marzo de 2010

Tríangulo

Qué fácil seria matarte y qué poco me conviene.
Mi paladar está seco y tú,
sin embargo te ofreces para que beba de ti.

Qué fácil sería quitarte la vida y qué poco me conviene.
Un disparo,
una bala de plata penetra en mi piel y acucia mi sed hasta el límite.
No puedo soportarlo más.

Tu protector vuelve a disparar.
¿A quién elegiras? ¿Al mortal o al inmortal? ¿Al que puede ofrecerte una vida de alegrías o al de las penurias?

Los dos peleamos a muerte por ti y eso no te conviene.
Porque... ¿Qué pasará cuándo uno de los dos muera?
No podrás aguantar la herida que te infligiremos los dos.
Tu luz se apagará y querrás acabar con la vida del que quede en pie.

La sed me llama a acercarme a ti aún más y tu protector con sus disparos no me deja acercarme.
¿Qué mis heridas sanan? Sí, eh incluso río por todo esto.
Es dramático como cual novela de amores imposibles.

Vida y muerte,
eso te ofrecemos.
Yo soy la muerte y la vida a la vez, y él la vida y la muerte eterna.
¿A quién elegiras, al inmortal o al mortal?

Los disparos hacen salir de mí un odio ancestral.
Convirtiéndome en un demonio peor de lo que soy,
más despierto y más sediento.

¿A quién elegirás, amor?

Este dolor no lo aguantarás, porque no eres como yo, ni como él.
Tu luz se apagará, cual sol ha de morir...

jueves, 25 de marzo de 2010

Fantasma

Nadie me espera allá donde voy.
Nadie me echará de menos cuando haya desaparecido.

Llegará el día en el que el baile acabe.
Llegará el día en que los días acaben y reine la oscuridad.
Sólo habrá la luz de las estrellas y la luna que iluminarán la Tierra.

No tendría que haberme marchado tan pronto.
No había llegado mi hora.

Ya apenas recuerdo cómo era.
Ya apenas recuerdo a la gente que conocía.
Ya apenas recuerdo cómo era mi vida.

Tengo grabado en mi hectoplasma tu rostro, o al menos un boceto de el.
¿Te quedas conmigo?

Eternamente juntos y eternamente separados.
¿Te quedas conmigo?

miércoles, 24 de marzo de 2010

El Señor de los Lobos Condenado

Debo aprender a controlar mis impulsos.
Esclavo tuyo una vez al mes.

¡NOCHE DE PLENILUNIO!

Huid.
Pues esta bestia no distingue la bondad de la maldad.
No distingue de hombre y mujeres, de críos y crías.
Esta historia quedará en la memoria de todos aquéllos que contagié.

¡NOCHE DE PLENILUNIO!

Soy tu esclavo una vez al mes.
Pero una noche basta.
Porque esto es demasiado doloroso.
Transformación, pérdida de la conciencia.

¡NOCHE DE PLENILUNIO!

No puedo creer todavía que soy lo que soy y es lo que soy.
Huid, iros de aquí.
No estáis seguros conmigo, ni con aquéllos a los que contagio.
Esto es una maldición.

¡Noche de plenilunio...!

martes, 23 de marzo de 2010

El fin

Todos se marchan.
Dejan estas tierras que antaño conocieron la gloria.
Ahora sólo quedan cenizas.
Lo que creamos está muerto.
¿Lo estaremos nosotros?
¿Estarán muertas nuestras mentes y almas?

Las plantas ya no dan flor, los árboles ya no dan su fruto al hombre y a la Madre Tierra.
El agua de los ríos ya no fluye, se ha transformado en una escarcha que helaría y mataría al propio corazón.
¿Estará muerto de verdad nuestro mundo?
¿Estaremos nosotros muertos?
¿Este es el mundo de los vivos o es un macabro mundo donde vamos al morir?

Ya no tengo las cosas claras.
Ya no tengo las cosas claras.

¿Dónde está la hierba de las llanuras que alimentaban a nuestros caballos?
¿Adónde se marcha el pueblo ataño orgulloso de sí mismo?
¿Dónde están aquellas ciudades de piedra blanca que tanto orgullo y aprecio nos hacia sentir?

Ya no tengo las cosas claras...

miércoles, 17 de marzo de 2010

Garret

Todos están muertos. Sólo él queda para recordarlo todo.
Se encontraba dormitando en el bosque, apoyado en un árbol. Los sonidos de la noche no lo despertaban, ni el aullar de los lobos ni el ruido de los grillos. Estaba tan cansado que no podía si quiera abrir los ojos y eso menos le apetecía ahora.

Sumergido en un sueño: se veía así mismo dormitando como en la realidad, pero en un campamento donde había grandes hogueras, tiendas. Donde se oía las canciones de hombres y mujeres llenos de esperanza. Después de eso todo se vuelve negro. Hasta que vuelve a ver el campamento sumido en un sueño profundo y más allá de el, una figura encapuchada miraba entre los árboles al hombre durmiente, que al notar que alguien le miraba se despertó. Cogió su espada y mirando a todas partes vió a la figura encapuchada.
La figura se puso a caminar rápidamente por el bosque y él la seguía a ciegas, pues aún tenía los efectos del sueño encima.
Cuando llegaron a una zona donde los árboles se separaban unos de otros, la figura encapuchada retiró la capucha y un largo cabello negro caía por su espalda, después se dio la vuelta, mirando al guerrero.
Él al reconocer sus rasgos, sus labios finos, sus ojos verdes, su nariz... Todo lo que era ella...
-Morrown -dijo él, impresionado.
-Sí, Garret. Soy yo, soy yo -dijo ella, acercándose para acariciarle la cara.
-¡Estoy soñando!- comprendió él al instante, cuando ella le tocó la cara con una mano tan fría como el hielo.
-Así es y debes despertar. Despierta, Garret.
Y ella se volvió humo...

sábado, 6 de marzo de 2010

El faro

Ella siempre decía:
Que tengas felices sueños, que descanses y despiertes feliz por la mañana.

Recordar aquella misma frase me entristecía, tanto como recordarla a ella. Ver cómo se pintaba los labios con mucho cuidado, cómo siempre utilizaba el mismo aroma del jabón. Y cuando la olía me recordaba a una clase de flor, pero ya no recordaba cual.

Estaba apoyado en la barandilla de un faro abandonado, que hacía años que nadie utilizaba y era tan tétrico y extraño que lo había considerado mi segunda casa. Una casa que me ayudaba recordar tiempos pasados peores o mejores, tampoco lo recuerdo muy bien. Ya que yo ya no estoy vivo, y cuando mueres la vida ya no te importa mucho, dada mi condición y la de los demás que son como yo.

No nos importará mucho pero a la vez, nos gustaría volver a ella. Volver a vivir.
Yo no la viví mucho y el tan solo recuerda de aquella chica, que no recuerdo ni tan si quiera el nombre...
Ella murió antes que yo, pero no sé si es de mi condición: un fantasma.
No sé si está en el infierno o en el cielo, pero se rumorea entre los fantasmas que las almas buenas pueden visitar el mundo de los vivos e incluso que a veces bajan a charlar con otras almas conocidas sean -familiares,amigos- etc.

Si pudiera llorar lo haría por haber desperdiciado mi oportunidad...

sábado, 27 de febrero de 2010

Corazón, duro y frío

El corazón perece de una muerte lenta, llena de dolor. Aunque tenga alegrías, son pocas en toda la vida, pero algunas son intensas e igual intensidad hay en el dolor.
Cosas que no perdonamos, cosas que no olvidamos. Por mi parte no olvidaré nunca lo que me hicieron. Porque me hace ser quien soy. Alguien que no sigue el cauce del río de los demás, alguien que lucha por ir contracorriente. Y aún así, por mucho que se luche, por mucho que te sacrifiques por una causa, no consigues nada. Y si lo consigues, ¿qué puede ser? ¿Agradecimiento? Eso no es nada ahora, y antes para mí significaba mucho, al igual que el contacto con la piel humana.

Lo único que podría paralizar mi corazón sería un abrazo y no dos besos en la mejilla o un apretón de manos, un abrazo auténtico, casi con pasión. Casi con la pasión en el que se besa a alguien en la boca, con la misma pasión de echar en falta a alguien. Pero claro, ¿quién echaría de menos a este Don Nadie? ¿Gente que me conoce através de una pantalla? No, ellos no.
La verdadera respuesta es nadie.

Dejo este escrito porque estoy harto de la vida que llevo, en cada escrito me lamento de una manera u otra, con personajes que personifican a varias partes de mí.

Mi corazón muere o ya está muerto, y dudo que resucite.

Aquí Kyle. Corto.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Descripción

Soy humano, cómo no. Soy un ser sintiente, que se toma todo a pecho, que arde de rabia y odio, de rencor e ira. Pero eso no es todo de mí, pero sí mayoritariamente.
Soy alguien que desconfía de todos, incluso de sus amigos, y que no confía en sí mismo. Y sé que es un error por mi parte. Sé que he de cambiar el chip de mi cabeza, aunque ya sé también que no soy una máquina, pero bueno, supongo que ya me entendeis.

Soy alguien que no se lanza, pero sí que lucha. Lucho en lo que se llama silencio. En el firmamento del silencio. Si me atrae alguien, me lo callo, pero hago algo por esa persona. Tengo miedos, demasiados, miedo a que me traicionen, a que me hagan un daño irreparable, que ya me ha pasado en varias ocasiones. Nadie me salvará de estos miedos, sólo yo puedo hacer algo y lo haré.
Pero no encuentro el cómo ni el cuándo.


Aquí acaba este escrito.

Kyle. Corto.

domingo, 21 de febrero de 2010

Antiguo guardián

Llámame.
Grita mi nombre en alto y apareceré delante de ti.
Cogeré tu mano y vendrás conmigo en la oscuridad del mundo.
Caminaremos juntos, cogidos de la mano en el camino de luz que he preparado para ti.

Llámame.
Mándame un mensaje y apareceré delante de ti.
El tiempo no para y cada segundo cuenta.
Cogeré tu mano y caminaremos juntos hacia la oscuridad del mundo.

Llámame.
Grita mi nombre en alto o escríbelo en un papel y apareceré ante tu persona.
Te guiaré por este mundo de espectros, donde la oscuridad reina y sólo nuestro camino iluminará el mundo.

Llámame.
Te guiaré ante tus ancestros, te aconsejarán.
Te recordarán quién eres y dónde está tu lugar.
Y juro que no será a mi lado.

Llámame por si me necesitas y apareceré ante tu persona.
Corre, ven conmigo, te guiaré ante tus ancestros.
Por mucho que desees que este angel esté a tu lado, no podrá ser.
Si esto es amor, es imposible una relación así.

Llámame por si me necesitas y te llevaré ante tus ancestros.
Ven, corre, ellos te esperan.
Sólo podré guiarte, sólo podré ayudarte en ciertas ocasiones en tu vida de mortal, y tu lugar no está junto a mí.

¡Has de encontrar tu sitio en la Tierra!
¡Has de encontrar a otra persona que sea tu ángel guardián!
¡Has de vivir por los dos, por una vida mía que no tiene fin!

sábado, 20 de febrero de 2010

La última promesa

Promesas... Hay que tener mucho cuidado a quien se las haces o pides. En mi vida pocos..., muy pocos las han cumplido y no todas para bien sino para mal. Avivaban la llama de la ilusión en mí y eso me hacía sentir bien o como se diría vulgarmente: de puta madre, pero excitado también y lleno de nervios con el corazón desbocado.

Yo tengo un dicho que me perjudica mucho, en vez de hacerme bien: te esperaré. Esas simples palabras salen de mi boca y de mis dedos automáticamente, cómo si supiera que ellos o ellas van a cumplir la promesa, que vendrían tarde o temprano.

La última promesa que me hicieron fue para mal porque no la cumplieron; mándame un mensaje, dije y como repuesta recibí un sí, que no me garantizaba que lo fuese a cumplir.
Al final, acabas destrozado por cada ilusión que te haces en mente y yo digo: esta será mí última promesa, no haré promesas a nadie.


Y esto va por todos mis seres queridos y para todo el mundo.




Escrito por Fimbulwinter, alias:kyle..

jueves, 18 de febrero de 2010

Tres partes

El vive en mí, se podría decir que soy soy..., pero somos tan diferentes.
Diferentes: uno cálido y amistoso, otro frío y traicionero. Se pelean dentro de mí, por el control de mi cuerpo. Se puede decir que hay un tercero, que no muestra ningún disgusto, cómo si mantuviera el equilibrio, pero no lo consigue. Todo mi interior es un caos. Mi cerebro piensa demasiadas cosas por cada parte de mí. Por cada una de estas partes.
¿Seré un brote esquizofrénico? No, lo dudo.
Esto no es una enfermedad. Solamente es que soy así.
Camino por las calles en compañía de gente que yo llamaba amigos, pero que en realidad no lo eran. Sólo eran gente, sólo gente sin rostro, con nombres, sí, pero cada vez esto resulta más lejano...
Subo las escaleras del portal y me apoyo en la puerta, oberservo el frente y veo... pasar a gente. Por un lado pienso que me gustaría conocerlos, por otro que me daría igual lo que les pasase y por otra parte que me gustaría hacerles daño. Tal como me hicieron a mí.


La parte buena de mí se llama Elykuur, la neutral Arkshas y la traicionera Seth.
Seth encarna lo malo de mí: mis miedos, defectos, mis ansias de venganza, mi odio... Elykuur representa mis virtudes, casi todo lo bueno que hay en mí y Arkshas representa la indiferencia y convivencia entre el cuerpo y la mente con el mundo...

Tal vez llore y sea un autómata

Tal vez llore por nada, tal vez llore sin ningún motivo, pero, que en realidad, es por algo. Ya sea de lo que sea. Todo parece hermoso al principio, pero luego se vuelve un infierno y lloro en parte, por eso. Lloro por la pérdida de gente que tal vez no vuelva a ver jamás, lloro por gente que nunca he visto ni veré. Con el tiempo te vuelves loco y comienzas a pensar cosas que no son -como es mi caso- y lo será de todo el mundo.

Lloro por vivir esto, que sé que algún día pasará, para bien o mal. Nunca estaré en El Paraiso, ni en El Infierno. Pues mi sitio no está en esos dos sitios. Uno donde van las almas puras, otro donde van las almas oscuras. Simplemente ya no soy un ser vivo, qué lloro, sí. Pero solamente soy un autómata. Sólo que con pensamientos y sentimientos negativos, es como si me alimentara de aire y no necesitase nada más. Dejé mi humanidad atrás.

domingo, 14 de febrero de 2010

Espectador

El pasado dice quién eres, dice lo que has hecho, lo que has vivido. Por mí, he vivido demasiado. Qué mi pasado es demasiado profundo, pues sí, no lo negaré.
Demasiadas cosas oscuras hay en el, como en mí, ya que mi pasado soy yo mismo.
Observo desde una azotea a la gente que vive tan feliz. Con una cámara les hago fotos, viendo cómo rien, cómo disfrutan de la vida. Observo sus rostros y cada vez hago más fotos y las cuelgo en una pared.
Veo sus rostros felices, algunos hasta cogidos de la mano, besándose y abrazándose.
Nunca experimenté esas sensaciones... Cuando era niño, jugaba solamente con la arena del parque, sin nadie, vacíando el cubo y llenándolo de arena, y volviendo a vaciarlo, y así contínuamente... Crecí para mal...
Ahora, observo las fotos y envidio esas sensaciones... Esas sensaciones que nunca viví y que, seguramente, no viva jamás.

Estando en esta "cárcel" que me he hecho a mi mismo.
Desde la azotea sigo observando hasta que se hace de noche. Observo cómo los camellos y las prostitutas de la calle hacen sus supuestos oficios: follar y drogarse.
También hay bares y ahí, hay algún borracho tocando los cojones, de eso tambien fotografío desde aquí arriba. Son felices, simplemente.


Y yo simplemente un espectador...

viernes, 12 de febrero de 2010

Me mata...

Me matan muchas cosas, pero lo que me va matando cada vez más es la gente a la que cuido. Son como un lastre que me hunde más en la mierda. De los pies hasta el cuello, arenas movedizas que se van tragando cada parte de mi cuerpo. Hasta sumergirme del todo.
Pierdo aire y muero para luego resucitar y hacerme pasar por otra tortura aún peor.

Mi vida -si se le puede llamar así- son torturas, tanto físicas como psicológicas. Estoy más que harto de esta situación, de tener que aprender a vivir cuando estoy enterrado en vida.

No quiero cuidar a nadie más, porque no tengo a nadie que me cuide a mí, y no lo necesito...


Me da por saltar del edificio y morir, con los órganos aplastados por la gravedad...

domingo, 7 de febrero de 2010

Preciosa, éste o esto, es mi decisión y mi lamento

Iba contra mis creencias que hubiera gente buena. No me lo podía creer, simplemente.
Siguen yendo contra mis creencias otras tantas cosas: que alguien me acepte, que alguien me quiera por lo que soy y represento.

Tantas atrocidades cometidas por mis congéneres, que ya me cansé, me quedé sin fe y sin esperanza, caí en la desesperación. Era como un zombie, un cuerpo que caminaba, pero ya no sentía nada, nada excepto: rabia, rencor, ira... Un ser consumido por la sed de venganza que nunca le fue concedida. Forma humana, claro ¿cómo no?

Mi espíritu fue lo que cambió, mi forma de ser, de vivir, en el mundo en el que me tocaba vivir. No quiero olvidar, son tantas cosas malas, tantos sufrimientos y experiencias de dolores físicos y espirituales que no quiero olvidarlo, por mucho que mis seres queridos me lo pidan.



Sé... que... vivo... en... el... pasado... Pero por un momento, un simple momento, me gustaría olvidar quién soy, cómo he llegado aquí, hasta aquí.

Pienso en la infancia, pienso en lo largo de mi vida, que es relativamente corta. Y, sin embargo, habré sufrido no más que los sin techo, pero sí más que la gente acaudalada.



No me gusta sufrir, como todo aquél que está en sus cabales, que no le gusta sufrir.
Pero es lo que toca.

Cuando te conocí pensé: vaya otra que me rechazará (otra de tantas), que no me aceptará. No fue como yo esperaba... Me aceptó, pero yo seguía sufriendo, no encontré mi sitio, pero sí un refugio.

Pasados unos meses me fuí, lo dejé atrás. He de encontrar mi sitio, que no está junto a ti, que es lo que me gustaría. Nunca he aspirado a nada, nunca he sabido qué hacer con mi vida, y esto no son simples lamentos y quejas. Sólo quiero que sepas... bueno, no sé qué quiero que sepas.

Todo es totalmente difícil. Sólo puedo decirte que estaré ahí, no siempre, porque no soy inmortal, y tampoco un guardián.

Puede que haya cambiado de tema, de mi sufrimiento a otro pensamiento, pero es lo que hay. Quiero que sepas... quiero que la gente sepa, que no soy un guardián, que no estaré ahí siempre esperando, como la estatua que se va agrietando con el paso del tiempo. Es duradera, sí, pero los humanos solo duramos unas décadas.


Esta es mi decisión. Estaré cuidándote más a ti, que a mí mismo. En lo que pueda.