sábado, 27 de febrero de 2010

Corazón, duro y frío

El corazón perece de una muerte lenta, llena de dolor. Aunque tenga alegrías, son pocas en toda la vida, pero algunas son intensas e igual intensidad hay en el dolor.
Cosas que no perdonamos, cosas que no olvidamos. Por mi parte no olvidaré nunca lo que me hicieron. Porque me hace ser quien soy. Alguien que no sigue el cauce del río de los demás, alguien que lucha por ir contracorriente. Y aún así, por mucho que se luche, por mucho que te sacrifiques por una causa, no consigues nada. Y si lo consigues, ¿qué puede ser? ¿Agradecimiento? Eso no es nada ahora, y antes para mí significaba mucho, al igual que el contacto con la piel humana.

Lo único que podría paralizar mi corazón sería un abrazo y no dos besos en la mejilla o un apretón de manos, un abrazo auténtico, casi con pasión. Casi con la pasión en el que se besa a alguien en la boca, con la misma pasión de echar en falta a alguien. Pero claro, ¿quién echaría de menos a este Don Nadie? ¿Gente que me conoce através de una pantalla? No, ellos no.
La verdadera respuesta es nadie.

Dejo este escrito porque estoy harto de la vida que llevo, en cada escrito me lamento de una manera u otra, con personajes que personifican a varias partes de mí.

Mi corazón muere o ya está muerto, y dudo que resucite.

Aquí Kyle. Corto.

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