jueves, 16 de diciembre de 2010

Dos tipos de pluma y una respuesta

Todo muere. Sólo hay una cosa que no muere: el espíritu. Y no muere jamás, pero sí desaparece y emprende un camino que todo el mundo desconoce.
Yo tengo un espíritu marcado por la oscuridad y el tuyo está marcado por la luz. ¿Por eso hemos de estar separados? ¿Tan distintos nos hace, tan diferentes? Lo dudo, con todas mis fuerzas, pero no puedo negarlo. No sé si mi oscuro espíritu te sirve a ti, pero está claro que el tuyo tiene efecto en mí.

Solamente porque tus plumas sean blancas y las mías negras no cambia nada. Hay un corazón latiendo pero encarcelado por las estrictas normas, por la estúpidez que tenemos en la mente y en el sentido común de que no somos el uno para el otro, o para alguien que no es precisamente uno mismo. Te veo entre las sombras y ni si quiera sé si yo tengo sombra, y tal vez, yo sea la tuya. Te sigo y tú intentas encontrarme pero no me encuentras.

¿Qué intentas?, preguntas al aire, donde yo puedo oírte perfectamente.
Nada, aclararte las ideas o confundirte más. Puedes elegir una de las dos opciones y yo lo haré, te respondo.

Un llanto. ¿De quién? ¿Tuyo o mío, o tal vez, de los dos? Yo ya te he dado las opciones, yo lo tengo casi todo claro. Ando confuso y tú lo estás aún más. Yo casi he salido de esto, pero mi corazón sigue siendo oscuro, como la tinta. Todo es oscuro. Solamente tú puedes darme la luz que necesito.

Plumas negras y plumas blancas.

¿Qué decides?, grito a mí vez, al aire, para que puedas oírlo.

Plumas negras y plumas blancas.

¡¿Qué me contestas?!

Silencio.

Esperaré tu respuesta, hasta que todo el mundo acabe y muera y sólo perdure nuestro espíritu...

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