domingo, 28 de marzo de 2010

Tríangulo

Qué fácil seria matarte y qué poco me conviene.
Mi paladar está seco y tú,
sin embargo te ofreces para que beba de ti.

Qué fácil sería quitarte la vida y qué poco me conviene.
Un disparo,
una bala de plata penetra en mi piel y acucia mi sed hasta el límite.
No puedo soportarlo más.

Tu protector vuelve a disparar.
¿A quién elegiras? ¿Al mortal o al inmortal? ¿Al que puede ofrecerte una vida de alegrías o al de las penurias?

Los dos peleamos a muerte por ti y eso no te conviene.
Porque... ¿Qué pasará cuándo uno de los dos muera?
No podrás aguantar la herida que te infligiremos los dos.
Tu luz se apagará y querrás acabar con la vida del que quede en pie.

La sed me llama a acercarme a ti aún más y tu protector con sus disparos no me deja acercarme.
¿Qué mis heridas sanan? Sí, eh incluso río por todo esto.
Es dramático como cual novela de amores imposibles.

Vida y muerte,
eso te ofrecemos.
Yo soy la muerte y la vida a la vez, y él la vida y la muerte eterna.
¿A quién elegiras, al inmortal o al mortal?

Los disparos hacen salir de mí un odio ancestral.
Convirtiéndome en un demonio peor de lo que soy,
más despierto y más sediento.

¿A quién elegirás, amor?

Este dolor no lo aguantarás, porque no eres como yo, ni como él.
Tu luz se apagará, cual sol ha de morir...

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