sábado, 30 de enero de 2010

Me iluminabas el rostro.
Iluminabas mis ojos con una llama vívaz.
Te miraba de reojo y no directamente.
No me atrevía simplemente.

Veo tu espíritu, triste y sin consuelo.
Veo através de tus ojos y no me gusta lo que veo.
Sin nadie ni nada que te ilumine.
Sólo la oscuridad que te rodea.

Pienso y pienso, pero no se me ocurre nada que te pueda consolar.
Quiero tenerte, alcanzarte y abrazarte, y besarte.
¡Pero no es posible!
Fuego y hielo.

Tan fría exteriormente, como la princesa de hielo que eres, tan cálida en tu interior como un hada de fuego.


Nada ni nadie te puede alcanzar...

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