martes, 15 de mayo de 2012

Sin un final de mortalidad

-Los Dioses nos envidian...-le dijo el guerrero a su amante-. Nos envidian porque somos mortales, porque nuestras vidas tienen lo más bonito de una historia: un final que habrá merecido la pena por el sufrimiento y las alegrías que hemos vivido en nuestra corta existencia. ¿No es algo que aprendieras en el tempo de Apolo, eh?


¿Qué aprenderá ella? ¿Qué se puede aprender? ¡Preguntas y más preguntas!


-¿Me estás acosando?-le preguntó él, con una sonrisa y con los ojos llenos de un brillo divertido.
-¿Te sientes acosado?-dijo ella, siguiéndole el juego.
-Bueno...-empezó él, ahora con una seriedad que no venía al caso, pero era un tema que él conocía y por lo que sufría- jamás he tenido suerte con mis novias y supongo que sí, puedo sentirme algo acosado.
-Si te apetece...-iba a sugerir ella, con un brillo en los ojos en que él no sabía qué significaba -por ahora-, podemos ir a ver una película de vampiros o algo oscuro... como la tía esta rara que te acosa. O vayamos a buscarlos. Que tal vez estén entre las sombras.
-¡Ya lo estás haciendo!-exclamó él, riendo por lo que solía hacer la chica desde que la conoció.
-¿Hacer el qué?-preguntó ella, haciéndose la despistada y con ese brillo en los ojos, que parecía más intenso.
-Pues hacer ver que estamos...-se cortó un momento, para respirar hondo y acabar la frase-saliendo.
-¿Estamos saliendo?-coqueteó, con una media sonrisa y su brillo cambió, parecía estar dispuesta a revelar lo que tenía que revelar, decir la palabra que la describía a ella.

Pero él ya no sonreía, su rostro estaba lleno de seriedad ante los recuerdos dolorosos de antiguas compañeras, las que habían muerto o desparecido de su vida sin más. Sin ninguna explicación. Ella percibió su mirada seria, teñida de un dolor que ella podía comprender pero que no había vivido, aunque ella había vivido mucho más, sin hablar, solamente escuchando lo que los demás decían y ahora tenía la oportunidad de encontrar a su alma gemela, que creía que estaba en él.

Había algo que hacer y no sería agradable para él, pero lo hacía por el bien de los dos. Lo que no sabía era si era justo hacer lo que haría.

Ella mostró su verdadera esencia, su verdadero ser.

Cerca de los ojos, se marcaban las venas con un color negro y los ojos se volvieron del mismo color. Cuando abrió la boca, dos colmillos asomaban entre sus dientes y mordiéndose el brazo, se abrió una herida de punción, dejando salir un líquido color carmesí y con su brazo surdo, con una fuerza inusitada, agarró al chico por la nuca y lo acercó a la herida para que bebiera su sangre.

Él se resistía mientras era obligado, pero ella le susurró, cerca de su oído, que le enseñaría a parar ese dolor y que podrían estar juntos para siempre sin separarse ni con el temor a la pérdida de los seres queridos. Que podría bloquearlo si así lo quería y que ella le enseñaría.

Entonces ella bebió del cuelo de él, a la vez, que le daba su propia sangre.

Era una muerte que llevaría una vida de oscuridad y mentira, pero que un amor sobreviviría en la inmortalidad.





Sea como sea, la inmortalidad es deseada como la muerte para parar el sufrimiento o vivir mejores momentos sin fin y por ello, mi alma será inmortal.


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