sábado, 1 de octubre de 2011

Páramo de hielo y ceniza

Seres malignos me crearon. Así soy. Mezcla de frío y de calor. Hielo y fuego. Mi interior solamente son dos páramos muertos, uno congelado por la frialdad del hielo y otro hecho cenizas por las llamas que acaloran de mala manera mi corazón.

En este mundo hay poca paz para mí. Aquí estoy. Mi alma aquí está.

¿Soy frío o cálido? ¿Cómo llegué a ser así?  ¿Cómo pudiste apagar casi todas las llamas de mis entrañas cuando ya no tenía alguna esperanza para mí?

¿De dónde salió la poca paz que conozco? ¿Por qué ya casi no hay días grises, con las nubes cargadas de una lluvia infinita? ¿De dónde salió aquél espíritu semejante a mí y a la vez todo lo contrario?

¿Por qué tanto miedo a lo bueno? Me he preguntado muchas veces. ¿Me asusta? Sí. ¿Lo valoro? No como debería. No es algo comprensible para ti, ángel de alas grises, ni para aquéllos a los que llamo los Otros.

Pienso demasiado, hago poco. Me arrepiento mucho, nada demuestro.

Tal vez, solamente se salve la parte de mi alma que llega amar lo que he llegado a amar. Pero tarde me di cuenta; de que mi oscuridad no se puede extirpar.

Harto de dolor pero lo único dispuesto a soportar. Asustado por todo lo bueno que puedo llegar a perder en actos de furia poco contenida dirigida a ninguna parte.

¿Por qué pienso en algo que no puedo cambiar? Es fácil la respuesta. No hubiera sido mejor mi destino, pero sí mi absolución. Actos que no me puedo perdonar, cosas que no llegaré a olvidar.

Estoy aquí, en mi páramo de hielo y ceniza. Volando junto al ángel de alas grises.

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