miércoles, 25 de mayo de 2011

Así es..

Hace años, me tumbé en un tejado. Tuve miedo de la altura o por si se jodía el techo y me caía por un gran agujero. Uno de los miedos que tuve en aquel tiempo. Mientras miraba el paisaje desde el tejado, me maravillé. No era un gran paisaje. Veía más edificios que bosque.
El bosque rodeaba el pueblo, pero los bloques de pisos lo tapaba.

Si hubiese tenido alas habría volado, sosteníendome en ellas eternamente. Obersevando cada paisaje que yo deseáse.
Deseo otras cosas: hay reptiles y anfibios que cavan su madriguera bajo tierra, eso me recordó a una palabra de un libro -usshak- que significa mi corazón. Tengo algo parecido a eso, pero no llega a serlo. Tal vez, la idea de la madriguera de un anfibio o reptil no tenga mucho que ver con esa palabra... Pero si lees lo que yo he léido, o si lo leéis, lograréis ver la relación. Por muy pequeña que sea.

Sonrío mientras escribo esto. Os diré el por qué: a poca gente le gusta los anfibios como las salamandras o los reptiles como las serpientes. Y usshak es la palabra que utilizan unos reptiles de una saga de libros que me encanta.
Las personas de esos libros dicen que esos seres, esos reptiles, no son capaces de sentir nada.
Qué equivocados llegan a estar... No sienten como los sangrecaliente, sienten de una manera más fría y solitaria, pero a la vez, más intensa.
No les hace falta la compañía física en cada instante como los seres humanos. Y os diré algo que jamás he contado: yo también necesito compañía física, tener a alguien al lado con quien hablar... pero, aparte de eso, he cogido una pequeña costumbre como los reptiles del libro... Ese hábito es el pensamiento, la idea, la ilusión y la creación de imágenes de la propia mente.
Estos seres no disponen de cuerdas vocales, pero sí disponen de una voz mental para hablar entre ellos. Una voz que puede llegar a tocar el pensamiento de con quien se comunique...

He deseado ser así, pero me conformo en parecerme algo a estos seres... Y no dejaré de ser humano por este hábito.

Me he desvíado del tema principal.
Bien, volvamos al principio.

Me encontraba en el tejado de un bloque de pisos y pasé toda la tarde y una pequeña parte de la noche ahí arriba. Hacía frío y calor a la vez. Una mezcla agradable de sentir en la piel y el cuerpo.

A la noche, una de invierno, estuve allí con una simple camiseta y unos holgados tejanos, y hacía más frío que por la tarde. No me importaba sentir ese malestar. Me tranquilizaba, aunque temblaba.

A ocasiones, desde allí arriba, podía verse algunas estrellas, pero muy pocas y también podía divisarse siempre la luna. La contemplaba maravillado, pensando en otro mundo mucho mejor que la Tierra.

Algo inalcanzable pero precioso. La lástima es que solamente pueda soñar, escribir pero no vivir con ello.

La frialdad forma parte de mí como la calidez. Ésta segunda no me gusta mostrarla delante de según quiénes.

Las estrellas se perfilan en mi mente: como bolas de fuego de diferentes colores, desde el rojo sangre hasta el azul o blanco más puro. De ahí imagino formas e historias. No sé nada de astrología, por mucho que haya escrito ahora esto.

Lo que desearía poder hacer yo, sería perder la voz vocal y comunicarme a través de la mente... Perder mi cuerpo y permanecer como espíritu con unas alas hechas de una energía oscura.

El origen de oscuridad o luminosidad, prefiero no elegirla. Los Caídos no eligieron el color de sus alas, las cuales permanecen grises.

Así es como mis alas quedarán...

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