sábado, 12 de noviembre de 2011

El lobo gris estaba sentado sobre sus patas traseras, mirando con mirada profunda el cadáver de un anciano, junto con otro cuerpo de un lobo pardo, Toboe.

Tsume, el lobo gris, se acercó al cuerpo de su congénere, queriéndole decir lo que nunca contó:

-Toboe has crecido mucho desde que nos conocimos... La primera vez que te vi eras un pequeño lobezno y creí que amabas a los humanos más que a nada en este mundo.... Puede... que estuviera equivocado, pero tu comportamiento, me hacía dudar, no lo entendía... Te pido perdón. Toboe una vez me preguntaste sobre la marca que tengo en el pecho. Es la marca que siempre recordaré de mi delito. Abandoné a su suerte a mis amigos y huí, después me echaron de la manada. No quería tener amigos ni quería confiar en nadie. Traicioné a mis compañeros, hasta que os conocí a vosotros. Quería llevaros al Paraíso... y me habéis traído hasta aquí...

Cerró sus ojos, intentando no dejar salir el dolor que sentía en el corazón y que le llevaría a aullar a un cielo oscuro, sin la luz artificial de la Luna.

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