viernes, 11 de febrero de 2011

No hay otro camino

-Mi supervivencia... no tiene... importancia -dijo lentamente, el vampiro-. La importancia... radica en... mi maldición y... mi venganza.
Las palabras calaron hondo en el grupo de jóvenes, sobre todo, en una joven situada en el centro. Parecía una niña, más que adolescente.
-Y... ¿tú qué harás? -preguntó uno de los mayores del grupo, un adolescente de nombre: Peter.
El vampiro rió con una risa amarga, y sus ojos ya estaban completamente rojos, ya no se veía el iris de sus ojos, y sonríendo como un tiburón contestó:
-Voy a hacer lo que mejor se me da: una sangría.
Todos temblaban y se apartaron un poco más del monstruo, aunque él los hubiera protegido no significaba que fuese un aliado.
Ahora una voz habló en la mente de la muchacha del centro del grupo.
:Me temes, y temes que me pase algo. Sé el motivo y... ten en cuenta, que alguien como yo, no sería bueno para ti, dado a mi naturaleza no soy de fiar y porque... nunca se podrá confiar en mí, por el hecho de que yo no soy... humano. Aunque lo hubiese sido, pero eso, forma parte del pasado y tu vida no está aquí, en este agujero con un chupasangres. Adiós, Cat...:
La chica tembló aún más que sus compañeros y en sus ojos hubo un pequeño brillo, un instante que el vampiro guardaría en sus memorias más reconditas. No hubo emoción en el rostro del monstruo, aparte de su sonrisa confiada y despreocupada y se marchó por donde habían huído, para no volver, enfrentarse a la propia oscuridad y en el peor de los casos, a la muerte.

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