miércoles, 7 de diciembre de 2011

Turel, Lrgacy of Kain

Pasados más de cinco siglos en el mundo espectral, no he olvidado lo que me solía decir Morr: puedes lamentarte por lo que has perdido o vivir para ver qué puedes obtener en el mañana.

¿Cómo encajaba la maldad o la inocencia en una simple lamentación cuando era humano?

No siento arrepentimiento, ni miedo, ni tristeza, ni sed de sangre ni ninguna necesidad. Nada de nada. No estoy muerto ni estoy vivo.

Sangre noble corría por mis venas hasta que un ángel de blanquecina piel me infectó con su sangre. Haciendo que la ingiriese como alguien sediento bebería una gran cantidad de agua.

No morí al instante. Noté cómo mi corazón dejaba de latir lentamente una y otra vez. Daba igual que en ese momento sintiera miedo. Pues ahora ya no hay nada. Yo no hago el Mal, tampoco lo provoco. Yo no provoco el Bien, pero tampoco lo hago.

¿Cuál es el sentido de aquel pálido ángel? ¿Éste era mi destino por algo en que mis reencarnaciones habían creado de la Oscuridad?

Ya no hay nada y Morr no está. Kain se destruyó. Raziel desapareció. Zephon se sumió en un letargo eterno. Rahab se ahogó en las aguas heladas de la Columna del Mundo.

¿Quién soy yo ahora mismo? Lo ignoro. Porque no sé lo que soy. Pero sí lo que fui.

Fui mortal y ahora soy un ser divino. Inmortal hasta el alma y la parte más extraña de mi alma. Pero tampoco sé si dispongo de ésta.

¿Me la habrán arrebatado?

¿Qué nombre he de adoptar si quiero vivir un oscuro futuro para una vil criatura como yo?

Soy... Turel

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