sábado, 17 de marzo de 2012

Derrota en la creída Victoria.

Contando historias a medias... verdades incompletas... cosas inciertas. Todo llena de dudas lo que no se sabe. Una historia o una explicación tienen sus partes y diferentes puntos de vista. La mía era la peor y la más errónea, a la vez que carente de sentido, con motivos atrasados sin ningún valor, pero con la importancia de la antigua pena capital.

Como si con ello me jugase el cuello. Debería ser así.

Jugué con una baraja de cartas que no valían para el juego de ahora. Porque ya no hay destino fijado, ni sitio en el que estar tranquilo, ni deseo de un objetivo o meta al cuál llegar. Todo se esfumó en una mala jugada, estúpida y arriesgada.

No hay más que un Caído en el destino de una vida en la que hasta el presente es incierto. Aquí no hay nada ya. Mero páramo que él calcinó y echó por la borda.

Si la derrota se cuenta como victoria... el Caído debería haber jugado con las mejores cartas que los suyos le habían proporcionado en muchos momentos, y no en unas cartas de una baraja arrugada y sucia.

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