martes, 13 de marzo de 2012

Injusto Castigo

Mi esencia se encuentra en una prisión de paredes de cristal, donde veo mi propia alma magullada por un castigo impuesto, un orgullo que precede a la caída de uno mismo y que lleva a la perdición de gente que se puede llegar a querer o amar, pero no es lo mismo, ah... no es lo mismo.

Suficiente castigo tenemos todos como para castigarnos nosotros mismos por actos pasados, y aún así, nada borra el hecho del acto, pero tal vez, haya alguien que aprenda a perdonarse así mismo.

Ésta celda no tiene barrotes, solo una transparencia que no deja que mi ser escape de sí mismo, de correr y alejarse en un camino oscuro o lleno de luz. Estoy encerrado.

¿Vale la pena un castigo tan injusto para mí o para quién sea?

No existen jueces justos y la justicia es llevada por muchos, pero en la verdad, pocos hacen la justicia de verdad: ser más fuerte que el deseo de hacer el mal a los que crearon aquéllos problemas, ser capaces de seguir con su vida con una experiencia más que les serviría el resto de sus ideas.

Claramente, todo esto es doloroso, como sentir que el frío entre en la carne y pare el corazón, sin el calor que necesita éste para vivir como corresponde. Muchos estamos encerrados así... Tras muros, abismos, desiertos de arena, fuego o hielo... Da igual lo que sea.

Y aún así, deseo sentirme libre de cualquier sensación, de ser un no ser. Algo vivo pero sin conciencia de sí mismo, sin necesidades, sin alma... pero con un instinto cruel que llevase a una supervivencia de carne y sangre.

No hay más si no sabes lo que quieres buscar.

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