martes, 11 de enero de 2011

Guantum

Uno... dos... tres...
Cuento los segundos, o al menos, hago el intento. Pues tal vez el intérvalo del tiempo que hay en mi mente sea o demasiado lento o demasiado rápido. Ni yo mismo lo sé con seguridad.
Cuatro... cinco... seis...
Sigo delante de la pantalla del ordenador. Las ventanas parpadean con sus zumbidos, pero no les presto atención. No pienso que si se merecen una simple vista. Mis ojos sólo encuentran un objetivo interesante. Justamente ese alguien está entre las ventanas parpadeantes. Pero no leo lo que dice, no he abierto la ventana y no voy a hacerlo. Minimizo todo y busco entre mis varias carpetas fotos. La mayoría no tenían importancia. Ya no. Ese pasado se perdió. Tengo el presente pero no tengo el futuro y el pasado lo he tirado a la basura. Si no resulta ser así, estará enterrado profundamente en la masa de mi cerebro.
Siete... ocho... nueve...
He encontrado la foto que buscaba. Sale el rostro de ese alguien, pero no pienso en detalles. Se me escapan las lágrimas sin poder evitarlo. Creo que me emocioné, como al ver una película que antaño gustaba y que después veías el verdadero sentido que tenía.
La discusión, mis problemas y nada en este mundo salvo yo hará que mi mente piense en otra cosa. Cierro la ventana de mi carpeta, cierro todas las conversaciones que no me interesan y abro la que sí me interesa.
Escribo: estoy aquí... sigo esperando
Diez...
Me sumí en el sueño, apoyando mis brazos sobre el teclado y apoyando encima de ellos mi cabeza. La ventana seguía parpadeando...

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