lunes, 10 de enero de 2011

Pienso, siento y sueño

Soy prisionero de mi propia mente. Tengo una jaula dentro de mí cuerpo, que encierra a mí alma. Paranoias y malos pensamientos recorren mí mente y malas ideas se forman como trampas sobre mi cuerpo. El dolor y la rabia nublan lo que siento. No sé el por qué de que ningún llanto salga de mis ojos. Ni una lágrima amarga y salada, solamente maldiciones de mí boca. ¿Qué castigo es este? ¿Por qué este tormento? ¿Cómo puedo liberarme cuando no tengo un ángel a mí lado? No vivo, existo. Pienso y luego siento. La marea de pensamientos inundan mí mente, mí ser e influyen en mis actos. Pequeños actos que podrían hacerme daño a mi mismo y a los que me rodean. Un círculo de mentiras se ha vuelto vicioso, como una espiral sin fin.
-¿Estás bien?
La típica pregunta a la que se suele mentir, a veces recurro a las mentiras y otras a la cruda verdad. ¿Tendré futuro? Eso no lo he llegado a saber jamás, pues mí presente no es muy esperenzador y mí pasado algo demasiado cercano a mis recuerdos, tan doloroso y penoso...
Abro los ojos y delante de mí hay una pantalla; claro, mí maldito ordenador. Muchas ventanas parpadean, y pocas reciben respuesta, mí música me ayuda a relajarme o/a alterarme, según mi ánimo. Pero yo me pregunto:¿por qué veo a los demás felices, cuando yo estoy sumido en un caos? No deseo mal para la gente, pero sí deseo tener algo que me haga levantarme; una razón. En mí cabeza hago una lista de todo lo que tengo o creo que he tenido o que tuve alguna vez. Muchas cosas no valen la pena o no atrae mí atención lo bastante como para luchar lo bastante duro para conservarlo.
He perdido muchas cosas, he perdido a gente que no valía la pena, pero eso me sigue doliendo como si me quemaran con un hierro candente. Semanas pasé leyendo como un autómata sin razón de ser. Me sumí en el mundo de los personajes de mis libros. No es mí mundo, y éste tal vez, tampoco lo sea. No soy alguien caído en desgracia, tampoco una sombra, ni un espectro, mis ojos son como hielo, observan fríamente todo. No digo mucho lo que siento, pero es lo bastante mí mirada y mi sentimiento como para que me fije en una luz.
El día se ve oscuro y no es la noche, las nubes grises llenan el cielo pero no hay lluvia. En mí cuarto aguardo, pero no sé del todo el qué o el por qué aguardo. Las ventanas de la pantalla del ordenador siguen parpadeando y sonando pequeños zumbidos que requerían mi atención. Pero no les presté importancia y me sumí en mí desesperado sueño... Una real calma se apoderaba de mí en la oscuridad del sueño. No había nada, salvo una playa nocturna donde la Luna iluminaba el agua con la luz del Sol...

Tal vez... encuentre... al ángel... en... mis... sueños... o no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario